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Ya comienza a sentirse el frío en las mañanas, y es que el otoño está a la vuelta de la esquina y eso demanda sacar los polerones y chaquetas que teníamos guardados y decirle adiós a las poleras regalonas y trajes de baño. A muchos esto les entristece pero a mí me encanta, pues es en esta época cuando encontramos las mejores comidas de alto poder nutritivo como los estofados y los caldos, que son perfectos para capear el frío que se nos avecina.
Pero no todo es felicidad pues estas últimas semanas producto de la pandemia hemos visto cerrar locales patrimoniales de Chile que ponían en alto la gastronomía nacional. Para los que somos sibaritas es una real pérdida, ya que es cultura arraigada de nuestro país y se está perdiendo algo de nuestra identidad. Me da pena el perder por ejemplo el Venezia, que estuvo por más de 65 años en el Barrio Bellavista, y donde Pablo Neruda pedía sus clásicas cazuelas. Ir a un local así era toda una experiencia pues se respiraba leyenda. Pero bueno, todo tiene su fin.
Yo aún recuerdo los locales o restaurantes que nos llevaba mi padre cuando aún éramos niños. Algunos de ellos ya no están y de verdad cuesta por estos días encontrar algo similar. Es una crítica constructiva para algunos porque la calidez de esos lugares, el trabajo humano y con corazón lo transmitían en cada plato; el servicio era de primera donde el metre o el garzón se sabía los nombres de cada uno de los clientes. Te cantaban la carta con lo mejor del día y para nosotros -que éramos los regalones- siempre nos decían qué plato era el más rico, entre otros gestos que nos hacían sentir los más importantes del mundo.
Otro de estos entrañables estaba en pleno centro de Santiago, a metros de Plaza de Armas: el Chez Henry, un local de ensueños de esos que ya no existen. Se trataba de un restaurante amplio, cuyos dueños eran la familia Cousiño, quienes eligieron el nombre en mérito a su chef Henry, un francés de gran calidad que impuso lo mejor de la gastronomía de su país en nuestras tierras, entre ellos platos como la ensalada de caracol o las aves de caza, que eran su especialidad. El lugar fue casa de muchos conocidos y aristócratas, pero yo lo recuerdo con la alegría de esos años 80, cuando después de cenar pedía mi helado de pistacho y era estar en el cielo.
Otro emblemático del centro de la capital eran las Parrilladas La Brasileña, un lugar maravilloso con estilo colonial inundado por el aroma de sus braseros y de la carne asada, lo que te hacía babear de apetito. Quedaba en avenida San Diego muy cerca de los Juegos Diana -otro paraíso capitalino de aquellos años- y que para mis hermanos y yo, era un lugar de privilegio ya que los dueños de mesa éramos nosotros. Las jarras de vino con chirimoya o frutilla eran el regalo para nuestros padres; los braseros llenos en la mesa eran digno de una competencia de quién comía más y los cantantes de música chilena eran el broche perfecto para tan especial momento. La música acompañaba las carnes de vacuno, cerdo, pollo e interiores, como los chunchules o las ubres, que las preparaban de tal forma que eran un verdadero manjar.
Instantes de magia sin igual, puntos de celebración para nuestra familia, donde los domadores -nuestros padres- disfrutaban viendo a sus cachorros sueltos y comiendo a destajo todo lo que quisieran. Luego del festín los garzones y administradores nos salían a despedir, a nosotros y a todos los grupos familiares que disfrutaron la jornada. Esta es mi forma de dar las gracias a mi padre por otorgarnos el privilegio de conocer estos míticos lugares que sin duda han sido un aporte en el amor que siento por mi profesión.
Como es costumbre en todas mis columnas, les dejo esta rica receta para que la puedan preparar junto a los que aman:
Cazuela de osobuco de pavo con chuchoca
INGREDIENTES
- 3 dientes de ajo molido
- 4 cortes de zapallo en trozo
- 1cebolla picada en pluma
- 4 osobucos de pavo
- 2 zanahorias cortadas en rodajas
- 1 pimentón rojo cortado en tiras
- 2 choclos trozados en 4 partes
- 4 papas medianas peladas
- 1 taza de caldo de pollo
- Orégano a gusto
- Salpimienta a gusto
- 1 taza de porotos verdes picados
- 2 cucharaditas de aceite vegetal
- Cilantro
- 3 cucharadas de chuchoca
PREPARACIÓN
- En una olla grande, añade el aceite de oliva y caliéntalo a fuego medio
- Sofríe la cebolla y el ajo junto con los osobucos de pavo, condimenta con orégano, sal y pimienta y revuelve por 3 a 4 minutos
- Agrega el pimentón cortado y las zanahorias y sigue cocinando por 3 minutos más y agrega el caldo de pollo
- Lleva el zapallo trozado y las papas a la olla, y cubre todo el contenido con agua
- Tapa y deja cocer hasta que puedas pinchar la papas
- Agrega los porotos verdes y el choclo y cocina por 15 minutos más. Pasado este tiempo, agrega las 3 cucharadas de chuchoca.
- Sirve la cazuela en platos hondos y espolvorea encima cilantro picado.
Recuerda cocinar con amor, ya que ese es nuestro ingrediente secreto. Mis recomendados de esta vez son para chuparse los dedos: Un rico lugar que tiene delivery es el Hard Times Hamburguer, que trae a Santiago el sabor tradicional de Brooklyn. Los encuentras en www.hardtimeshamburger.cl o en Instagram/hardtimeshambu. También les dejo este excelente dato para los de la zona poniente de la capital: les hablo La Fuente Pajaritos, donde su chef Alfredo Gutiérrez prepara los mejores sanguchotes chilenos. Los encuentras en el Instagram/lafuentepajaritos o directamente Avenida Pajaritos 1433-A.