Con sus 110 kilómetros de largo, el río Mapocho atraviesa Santiago de este a oeste. Nace en el cerro El Plomo, pasa por 16 comunas y desemboca en el río Maipo.

Su nombre es una contracción del vocablo mapuche «mapucheco» que significa «agua o río de los mapuches».

Los incas utilizaron sus aguas como canales de regadío y los españoles para mover sus molinos, cruzar los solares y mantener la higiene.

Torrentoso cada invierno, fueron varios quienes intentaron domesticarlo. En pleno periodo colonial, el cabildo encomendó la construcción de «cabrias» de madera y piedra para detener el avance de las aguas; sin embargo, sólo en 1700 comenzaría la construcción de tajamares propiamente tales. Estos diques de piedra y ladrillo, fueron continuamente reemplazados hasta quedaron completamente destruidos con la gigantesca inundación de 1749.

El corregidor Luis Manuel de Zañartu se propuso la construcción de los tajamares definitivos y del Puente de Calicanto, pero la ciudad siguió inundándose por su brazo de La Cañada hasta que finalmente el Mapocho fue canalizado en 1891. Esto permitió encauzar las crecidas del torrente durante la época invernal, pero también una mejor conectividad entre la Chimba y Recoleta y el centro y sur de la ciudad, ya que comenzaron a construirse puentes de acero que reemplazaron a los viejos puentes de madera, como el antiguo Puente de Palo que llegaba directamente a Recoleta.

Siempre de color café, debido al arrastre de sedimentos cordilleranos, fue durante décadas el lugar donde iban a parar las alcantarillas, situación que se mantuvo hasta el 2010, cuando un proyecto de Aguas Andinas liberó al río de las aguas servidas, dejándonos un Mapocho más limpio y feliz.

Santiago nos habla es un proyecto financiado con el Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Ministerio Secretaría General de Gobierno y el Consejo Regional Metropolitano.

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