Por Luis Patricio Correa N. – Chef internacional, especialista en pescados y mariscos

Otra vez estamos en invierno. Para los capitalinos este 2020 tiene un sabor especial porque a diferencia de los últimos años, ha llovido a la antigua y nos hace soñar en que los déficit hídricos se recuperarán. Más allá de las avenidas convertidas en ríos y el costo social de estas inesperadas y contundentes precipitaciones, el frío y el paisaje traen a mi mente muchos recuerdos de infancia, imágenes de esos lugares que generan sensaciones mágicas en el corazón y la guata, recordando seres queridos en fiestas que comenzaban muy temprano con todas las matriarcas afanadas en la cocina, los hombres en la parrilla y la docena de chiquillos jugando con cualquier cosa que transformábamos en pelota. Esta es la base de la cocina con amor.

Los aromas nos recuerdan a aquellos que partieron, a esas casas que visitábamos en patota para las fechas importantes para la familia. Y también nos ayudan a viajar a ese plato disfrutado en buena compañía o al calor de las brasas mientras se prepara un asado de campeones. Nuestro olfato es fundamental para rememorar los recuerdos.

En mi caso, y estoy seguro que a muchos de ustedes también les pasa, la mamá tiene un lugar especial en estos recuerdos amorosos de la niñez. Mi vieja, la Silvia, tenía un cronograma que seguía religiosamente en el que los martes tocaban legumbres. Para un niño como yo era lo más terrible del mundo porque las encontraba fomes, aunque me las comía igual. Esto me generó el apodo de “traga traga” porque siempre he sido bueno para comer y aunque no me gustara un plato, le daba hasta el final sin chistar. Podían ser porotos, garbanzos o lentejas, una verdadera ruleta. Si yo o alguno de mis hermanos se arriesgaba a preguntar qué había para almorzar su respuesta siempre era un contundente “come y calla”. De hecho el menor de mis hermanos durante mucho tiempo pensó que las legumbres se llamaban así. Los más grandes nos reíamos pero no lo sacamos nunca de su error.

La cosa es que uno como niño siempre quería comer algo rico y las legumbres no calificaban es este importante concepto, más al saber que para la cena tocaría lo mismo. Lo peor era que si no te lo comías, sabías que la «tortura» duraría hasta el otro día, con la diferencia que venían con un premio especial: un trozo de chuleta o de longaniza. Manjar de los dioses.

Con el paso de los años –y aunque no pareciera- me declaro un ultra fan de las legumbres. Además de su carga nutricional y fibra, se pueden realizar innumerables platos con ellas, y no sólo eso: con lo que quedó se pueden hacer comidas excepcionales, pues reposadas mejoran infinitamente su sabor.

Hoy me voy a enfocar en legumbres que pueden ser transformadas en suculentas cremas, con las que podremos sorprender a nuestros amados y de esta forma generar ese recuerdito amoroso que nos pasa cuando viajamos a nuestra infancia con la pelota de plástico. La magia del cariño en el paladar.

Los invito a cerrar los ojos y transportarse a esos sabores que traen recuerdos.

Aquí les dejo un ejemplo de cómo podemos reciclar las legumbres del almuerzo con algo rico y suave para la cena. En este caso haremos crema de hummus, con los garbanzos que quedaron del almuerzo.

CREMA DE HUMMUS

  • Dos tazas de garbanzos cocinados
  • Jugo de un limón
  • Una pizca de comino
  • Una taza de caldo de verduras o de los garbanzos
  • Sal y pimienta a gusto

(Les recuerdo que esta delicia la pueden hacer con todo tipo de legumbres que tengan cocinada o guardada en su congeladora)

Preparación:

  • Pon los garbanzos en una juguera o en un vaso de mini pimer, moler hasta que quede una masa espesa
  • Incorpora el caldo para humectar la crema
  • Aliña con el jugo del limón y condimenta con comino, sal y pimienta (si son más gourmet y tienen tahini , agregar una cucharada chica. El tahini es un fermentado de la semilla de sésamo, muy común para este tipo de preparaciones. No es imprescindible porque igual queda rico)
  • Colar la preparación y calentar a fuego suave hasta el primer hervor
  • Servir y decorar con lo que te guste y tengas a mano (crutones, cilantro, perejil o el clásico aceite con ají de color)

Para terminar les dejo mis recomendados de esta semana: el chef Francisco “Pancho” Guzmán tiene el delivery de empanadas Mamiña, con el sabor típico del norte de nuestro país con preparaciones de pulpo, jaiva con queso y alternativas veganas. También ofrece sandwiches gourmet. Lo puedes encontrar en la cuenta de instagram @maminas_empanadas, Facebook Empanadas Mamiña y en el wasapp +569 9231 0742. Para quienes se tientan con los dulces, les recomiendo el delivery de Dulce Janito, con antojos de invierno 100% artesanales: galletas, churros, berlines, y un sinfín de delicias. Pedidos al wasapp +569 7408 9370 o en el instagram @dulcejanito.

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