De mansión del ingeniero belga Amadeo Heiremans a jardín infantil y de casa okupa a sede de la Asociación de Guías y Scouts de Chile. El inmueble, que habría sido diseñado por el connotado arquitecto chileno-francés Emilio Jéquier, fue recuperado por sus actuales habitantes en un proceso que partió un 23 de agosto de 2011.
Una casona con cúpula y con el relieve de una flor de lis en su pórtico es protagonista de la esquina de avenida República con Salvador Sanfuentes. Se trata de un inmueble de 644 m2 de estilo neoclásico francés, que se remonta a principios del siglo XX y que habría sido diseñada por el renombrado arquitecto Emilio Jéquier, artífice de obras icónicas como el Museo Nacional de Bellas Artes (1910), la Estación Mapocho (1913), el edificio de la Bolsa de Comercio y la Casa Central de la Universidad Católica (ambas de 1917).
El plano, que evoca su distribución original, muestra un amplio primer piso con 6 dormitorios, dos salas de música, terraza y patios de luz que se ordenan en torno a un espacio vacío central y un patio interior. De acuerdo a la investigación de tesis de Dánica Rubio (2008, Universidad Andrés Bello) la casona construida en albiñería estucada, con ornamentos de yeso y mármol, tiene elementos jequerianos: los techos amansardados con aberturas ornamentadas para su iluminación, las cornisas con dentáculos, la forma de las ventanas y la cúpula de vidrio con estructura metálica que corona el hall central. Sus actuales habitantes, la Asociación de Guías y Scouts de Chile, también coinciden en que la mansión fue diseñada por Jéquier luego que, durante el proceso de recuperación de la vivienda, encontraran unos planos con el nombre del profesional de la Escuela de Bellas Artes de París, que trajo a Santiago la impronta de “La Belle Époque”.
De esta forma, sería el segundo edificio residencial proyectado Jéquier, junto a la casona de Monjitas con Miraflores que fue encargada por el médico cirujano Luis Puyó (1903).
Días de gloria y abandono
La casona de República fue mandatada por el ingeniero belga Amadeo Heiremans y fue construida en 1910, el mismo año del Palacio de Bellas Artes. Su estilo refleja la aspiración de la elite de la época por imitar la arquitectura europea y se instala dentro del circuito de casonas y palacetes del sector que responden al auge de la minería del salitre, algunos hoy recuperados como sedes universitarias.
Tras ser habitada como vivienda hasta principios de los 70, pasó a manos de la Dirección de Alcantarillados del Ministerio de Obras Públicas, que instaló ahí algunas oficinas de bienestar y un jardín infantil para sus funcionarios. El lugar quedó en desuso en el 2006, abandono que atrajo a grupos okupas que dejaron el inmueble con un serio deterioro. Después de cinco años, la propiedad, del Ministerio de Bienes Nacionales, fue concedida en comodato a la Asociación de Guías y Scouts de Chile. La mañana del 23 de agosto de 2011, personal del Gope de Carabineros rodeó y desalojó la antigua mansión. El mismo día los scouts iniciaron las labores. «Nuestra primera intervención fue hacer una limpieza general de la casa para eliminar la cantidad de desperdicios y mugre», recuerda Hugo Tapia, arquitecto y miembro honorario de los scouts, sobre las capas de basura y grasa que cubrían los pisos de madera y los restos en las habitaciones que funcionaban como baños improvisados entre los escombros.
En una titánica obra, se limpian los graffitis de los muros y la fachada, se reparan las grietas y se reponen los estucos. Se remueve el óxido de las rejas, se soldan los hierros, se renueva el sistema eléctrico y sanitario defectuoso y se reemplaza la cubierta de asbesto por tejuelas metálicas (similares a las originales), al mismo tiempo que se reabre el acceso por calle Salvador Sanfuentes.
«Fue un trabajo colorativo de los guías y los scouts, trabajando codo a codo durante todo el día y todos los días hasta que logramos conseguir una limpieza adecuada. Fuimos conquistando la casa de manera de poder invertir en ella. Partimos con recursos propios y luego se contrató una empresa para los detalles más finos. Posteriormente se postuló para conseguir recursos del Estado (Fondo del Patrimonio 2015 del entonces Consejo de la Cultura) y así financiar la gran obra, que era fundamentalmente la restauración del exterior con algunos mejoramientos en el interior, sobre todo del segundo piso» agrega Tapia.
El estudio de arquitectos Obreque & Michea estuvo a cargo del trabajo de restauración final, aún cuando para Tapia, todavía queda camino por recorrer: «por empeño nosotros no nos quedamos. Lo más probable, es que no seamos los mismos que empezamos los que terminemos, pero nuestro gran deseo es que nuestra noble institución, logre tener una casa lo suficientemente digna para una entidad tan digna como son los guías scouts». No por nada, su distintivo, la flor de lis, luce orgullosa en la entrada principal.