La casona ubicada en la calle Merced a pocos pasos de la Plaza de Armas, es una de las pocas construcciones de fines del siglo XVIII que quedan el centro de la capital. Rompió con los cánones arquitectónicos de la Colonia y ha sido testigo de la historia: fue lugar de reunión de los próceres O’ Higgins y San Martín, y también llegó a convertirse en el primer Centro Comercial de la ciudad. Hoy, la que es sede del Museo de Santiago, está en remodelación y reabrirá sus puertas con una novedosa muestra durante el primer semestre del 2022.
Uno de los lugares más llamativos del centro de Santiago es una imponente casa de dos pisos que parece anclada en el tiempo. Rodeada de centros comerciales y a media cuadra de la Plaza de Armas, se emplaza la Casa Colorada, que fue construida entre 1769 y 1779 por encargo del prominente criollo Mateo de Toro y Zambrano. Su aristocrático habitante por cerca de 30 años fue una de las personas más influyentes de la época, fue el presidente de la Primera Junta de Gobierno de 1810 y, pese a lo que se pudiera pensar, la mansión, fue en su minuto, muy vanguardista y la primera obra de dos pisos emplazadas en el lugar. Toda una novedad.
El director del Museo de Santiago, Andrés Mosqueira, está fascinado con la restauración de este importante bien patrimonial, y se le nota. Explica con detalles de experto las remodelaciones que se están realizando al inmueble de gran valor patrimonial: “Esta casa tiene la particularidad de estar construida en albañilería revestida en piedra, que eran materiales innovadores para la época, con una estructura de vigas de canelo y roble, y con una techumbre de tejas. Además, la casa fue diseñada por el arquitecto portugués don Joseph de la Vega, que tenía la particularidad de contar con una licencia para trabajar en una colonia española. Él jugó un poco con la estilística arquitectónica de la época, rompiendo los cánones del principio más clásico con el que se construían las casas en la colonia española, introduciendo algunos guiños del barroco en los portones, las puertas, las ventanas, etc. Y los patios interiores que tenían pequeños destellos que rompían con esta fisonomía tradicional tan específica del mundo clásico, tan rectilínea”.
Tras esta aclaración, Mosqueira explica que “la gente tiende a pensar que la Casa Colorada es una casa típica de la época colonial y es al revés: es una casa atípica para la época, porque no todas las casas coloniales se construían como ésta. Esta es una vivienda señorial construida por una persona que tenía una posición y un nivel que le permitió hacer esta casona”.
Para profundizar en la fascinación que empapa en su relato, el director del Museo de Santiago detalla por qué la construcción debe ser valorada como un testigo privilegiado de la historia de la ciudad: “La Casa Colorada ha visto los cambios históricos de los últimos 250 años de la ciudad. Vio pasar desde los caballos, los carruajes, los primeros carros de sangre, los primeros tranvías, la primera locomoción colectiva de explosión de bencina, los troley, los buses y hasta ahora el Transantiago. Así de larga es la historia de la Casa Colorada, así de gráfico es el devenir de la ciudad respecto de este testigo privilegiado”. En ese sentido, profundiza que “también fue el cuartel general de O’ Higgins y San Martín después de la Batalla de Chacabuco… después fue la primera galería comercial del centro, ahí estuvieron también en la década de los 40 los primeros clubes nocturnos de amanecida, cuando Santiago despertaba a la bohemia cultural y artística. Vamos a rescatar también eso porque es parte de la historia de casa pero también es parte la historia de la ciudad. La casa es un ícono de la ciudad”.
Las remodelaciones
Hoy la Casa Colorada está en pleno proceso de restauración. Las obras están avanzadas en un 70%, y buscan reparar los daños que se generaron en el terremoto del 2010, que afectó principalmente su segundo piso. Mosqueira explica que “otro dato interesante de esta mansión, es que en ella se aplicaron conceptos anti sísmicos que ya eran conocidos en la época”, detallando que se pueden apreciar en “el grosor de los muros de casi un metro, el peso de la techumbre y el tejido de vigas que le da cierta flexibilidad que logra sostenerse en caso de movimientos telúricos”. De hecho, “esta casa no sólo ha soportado el terremoto del 2010, sino que tiene 14 terremotos documentados desde que en Chile se empieza a documentar después de 1881. Antes de eso no se registraban con instrumental científico, pero igual azotaron a la Casa Colorada”. O sea “al minuto de su construcción ya había mucha experiencia y fueron introducidos elementos que ayudaban a sostener estas estructuras, lo que es muy interesante”.
Los trabajos de recuperación también tienen un acento puesto en “recuperar su madera, piedras, envigados, pisos, quincallería y herrajes que tenía como parte de sus adornos originales”. Todo esto con el objetivo de reabrir sus puertas durante el primer semestre del próximo año. “El proyecto es un verdadero sueño, es una acción épica”, afirma Mosqueira.
La tierra de color que da origen a su nombre
La casa tiene un particular revestimiento de piedra por la parte baja “que le da una especie de solemnidad, le imprime un carácter a la Casa Colorada bien particular. Quien pasa por afuera o quién la va a ver no queda indiferente ante este tipo de construcción”, afirma el director del Museo de Santiago. Entre sus atractivos, también cuenta con “mucha incrustación de hierro con forja, con elementos que eran estilísticos de la época y que de alguna manera le daban el carácter de elegancia y el carácter señorial ”, añadió.
Su particular color también fue un tema importante en las obras que se realizan para su restauración. De hecho, se realizó un trabajo bien particular para contar con la fórmula original de su tono. Mosqueira explicó al respecto que se llegó a la misma fórmula que se usó en antaño para pigmentar su fachada, conseguido con una mezcla a partir de óxido ferroso, la comúnmente conocida tierra de color. Al respecto, indica que “en la época colonial las casas se denominaban con algún signo particular porque no todas estaban numeradas como ahora, entonces, en vez de decir La casa del conde, le llamaban la Casa Colorada porque la piedra de la que está revestida la estructura es de color rojizo, no tiene más ciencia que eso. Además, la calle Merced se llama originalmente la Calle de los Condes y Cruzados, porque ahí vivían la mayoría de los que tenían ese título de nobleza y don Mateo de Toro y Zambrano era Conde de la Conquista, entonces si decían “la casa del conde” podía ser cualquiera de esa calle y por eso preferían decirle la Casa Colorada”.
La otra historia de la Casa Colorada
La construcción fue declarada monumento histórico el 11 de agosto de 1977 y desde 1981 alberga el Museo de Santiago.
Tras la Independencia, su entorno comenzó a cambiar desde una zona aristocrática a una comercial y financiera, con una arquitectura que buscaba modernizar el paisaje urbano para eliminar las referencias coloniales. El inmueble resistió a estos cambios, y continuó en manos de la familia de Toro Zambrano hasta 1945, cuando se convirtió en una galería comercial, albergando negocios y restaurantes.
Continuó con este uso comercial hasta 1977, cuando la Municipalidad de Santiago la adquiere como parte de un esfuerzo para revitalizar el casco histórico de la ciudad. En 1981 fue objeto de otra restauración tras un incendio que afectó al segundo patio cuatro años antes, que dañó parte de su infraestructura. Mosqueira relata que “en ese entonces el alcalde de Santiago quiso recuperar el inmueble que ya había sido declarado patrimonio y estaba a muy mal traer. Comenzó un juicio de expropiación para quitarle la propiedad a su dueño que tenía la galería comercial para transformarla en el Museo de Santiago, porque ya se reconocía el valor patrimonial que la Casa Colorada tenía. Había que recuperarla y en el fondo había que devolverle justicia y su dignidad como mueble patrimonial e histórico de la ciudad”.
Museo de Santiago, un espacio dinámico y en contexto
Respecto a las exposiciones de la reapertura, Mosqueira explica que “hay una sorpresa general que va a ser una nueva museografía y su puesta en valor, que se ha adaptado a los tiempos y se ha mejorado su performance. Se incorporaron nuevos elementos museográficos, pero son parte de las sorpresas que queremos tener para la gente cuando volvamos a abrir. Eso sí, vamos a tener una exposición especial para la reapertura de la Casa Colorada que ya la tenemos en fase de diseño y yo creo que a la gente le va a gustar mucho”.
Sobre este punto, el directivo puntualiza que “los museos hoy día no son mausoleos, son espacios dinámicos, activos, de discusión y apreciación, de crítica, sobre todo los museos de historia, que tenemos la vocación de mirar lo que está ocurriendo en el entorno e incorporarlo dentro de nuestro proceso de reflexión histórica, y eso también debe ser incorporado en la muestra y en el proceso de gestión que tiene un museo. Efectivamente, vamos a tener cambios respecto a lo que hacíamos hasta antes del cierre, queremos seguir siendo un museo que releve el tema educativo, patrimonial e histórico, pero también bajo dinámicas distintas. Vamos a tener dispositivos que van a estar abiertos a la interacción con las personas y una estructura de orden y administración distinta”. La invitación es a que todos visiten la casona una vez que reabra sus puertas, para que se valore su valor patrimonial y se aprecie esta nueva apuesta del Museo de Santiago».