Su melodioso canto inundó los salones del Santiago del siglo XIX. Tiempos en que la lánguida vida cultural de la aristocracia se limitaba a unos cuantos intérpretes y unos pocos instrumentos musicales. La sociedad santiaguina se rindió por completo a esta dama española, que fue clave en el desarrollo de la ópera y que documentó con o sin querer, un valioso momento de nuestra historia.

Por allá en el invierno de 1823, año en que sonaba el primer himno nacional, Isidora llegó al país junto a su madre Florencia, y sus cuatro hermanos. Venía al encuentro de su padre, Francisco Zegers, militar y diplomático francés que fue contratado por la Cancillería de la flamante República de Chile. No era la primera vez que la familia seguía el destino de Francisco. Ya lo había hecho diez años antes, cuando tras la derrota de José Bonaparte, los Zegers Montenegro se trasladaron desde Madrid a París. Fue aquí donde Isidora aprendió canto, arpa, guitarra y piano de quien llegaría ser su confidente y fiel amigo, Federico Massimino, y donde quedó deslumbrada por la música lírica. Su futuro prometedor como soprano y compositora quedaría interrumpido con el traslado a Chile, donde sin embargo, su amor por la ópera inspiró y conectó a toda una generación.

Su amigo y protegido, el compositor José Zapiola diría que con ella llegó una “verdadera revolución musical”. Su ímpetu cosmopolita, sociable y artístico irrumpió mientras se vivía en el país un periodo turbulento: la abdicación de O´Higgins, ensayos fallidos de Constitución, luchas entre el Ejecutivo y el Congreso, y peleas entre los conservadores “pelucones” y los liberales “pipiolos”.

Copia del retrato original de Raymond Monvoisin. Donación de Isidora Zegers de Echeñique, bisnieta de Isidora Zegers Montenegro. Colección Museo del Carmen de Maipú (sala 7).

Fondo Sady Zañartu, Colección Cultura Digital UDP.

A los dos meses de llegar a Chile conoció a un militar británico, el coronel Guillermo Vic Tupper. “Vernos y amarnos fue cuestión de un instante” diría la propia Isidora de la unión que los llevaría al altar pese a los resquemores de su padre. A su matrimonio celebrado en la Catedral Metropoltitana asistieron el entonces Director Supremo y futuro Presidente Ramón Freire, junto a militares, jefes civiles e importantes comerciantes. Cercanía con el poder, que luego le pasaría la cuenta, cuando el convulsionado panorama político se transformaría en Guerra Civil. Guillermo moriría asesinado tras ser capturado en la Batalla de Lircay en 1830. Al mismo tiempo, que Isidora era madre por tercera vez.

Viuda y con problemas económicos, abrió un establecimiento educacional donde enseñó música. Fue por aquel entonces cuando en una tertulia conoció a Jorge Huneeus Lippmann, un comerciante alemán con quien se casaría en 1835 y tendría seis hijos. Esta nueva etapa la devuelve a un hogar acomodado y próspero, rodeándose de los artistas, viajeros de paso, políticos y los  intelectuales más importantes de la época, que se deleitaban con su música e interpretación. En sus salones se reúnen Andrés Bello, el escritor José Joaquín Vallejo (Jotabeche), Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre y el pianista chileno Federico Guzmán Frías. Además de los pintores Mauricio Rugendas y Raymond Monvoisin. Este último pinta algunos retratos que nos muestran el siempre agraciado rostro de Isidora. Su casa era una caja de resonancia en el que se discutía, comentaba y promovía la actividad cultural, tiempos en que se estaba fundando la Universidad de Chile y nacía el movimiento literario de 1842.

«Jorge Huneeus a caballo». Obra de Rugendas, 1835.

Durante muchos años, la gran anfitriona, tuvo un papel de gestora cultural, desarrollando una temprana red de mujeres que incluyó a Mercedes Marín del Solar (poeta pionera de la República), Rosario Orrego (novelista), Antonia Salas (filántropa), Rosario Garfias y Adelaida Corradi (músicas) y las hermanas Dámasa, Manuela y Josefa Cabezón, educadoras e impulsoras de los primeros colegios para mujeres.

Contactos ilustres que quedaron plasmados en sus dos álbumes, uno íntimo donde guarda partituras manuscritas, recortes de diario, fotografías y cartas de amor y elogios de su padre y amigos. Y uno público, de tapa de tela roja y letras doradas con su nombre, que le regalaron al cumplir 42 años y donde podemos ver los recuerdos de sus visitas, con autógrafos, tarjetas, dibujos y mensajes, y en donde Isidora reúne como si fuera también una gran composición, sentimientos, hechos culturales y la huella de sus contemporáneos.

Aquí están sus comentarios de puño y letra, fotografías de un baile de fantasía de Manuel Antonio Tocornal, el retrato con la silueta de su primer esposo Guillermo, caricaturas de Juan Bianchi, una poesía de Bello, un elogio a la tertulia escrita por Jotabeche, dibujos de Ignacio Domeyko, Claudio Gay y su hija Laura.

Su agitada vida estuvo lejos de los cánones de lo que se esperara de una mujer de alta sociedad y madre abnegada de la época. En 1826, el mismo año en que casó, impulsó la creación de la primera Sociedad Filarmónica chilena junto el chelista Carlos Drewetcke  y el joven José Zapiola, que por entonces era clarinetista de la Catedral. En 1835, promovió el que fuera el primer concierto de beneficencia, para ir en ayuda de las víctimas del terremoto que azotó al sur del país.

Participó activamente de la edición y publicación del Semanario Musical, el primer periódico de su tipo y también tuvo una acción relevante en la constitución del Conservatorio Nacional de Música de Santiago, del cual el Mandatario Manuel Bulnes la nombró presidenta honoraria.

A fin de cuentas, aprovechó su condición como mujer burguesa e ilustrada, creando redes que cruzaron las artes y la política.

Los restos de la que es considerada la “primera dama musical de la nación” descansan en una tumba en el Cementerio General y la ciudad no le guarda mayores homenajes, más que un pequeño pasaje en la comuna de Puente Alto y el nombre de la sala de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.

Fuentes de investigación y referencias:
El álbum de Isidora. Año 1823-1870. Colección: Eugenio Pereira Salas / Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile. Investigación de Fernanda Vera Malhue y José Manuel Izquierdo.
Álbum público de Isidora Zegers de Huneeus. Año 1840 – 1869. Restaurado y reimpreso por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. año 2013.
Revista Musical Chilena. Junio 2014.
Revista Musical Chilena. Año 1969.
Recorte de prensa, Diario El Mercurio. Octubre 2013.
Recorte de prensa, La Discusión de Chillán. Noviembre 1983.
Memoria Chilena
Más que una compositora: Universidad de Chile devela el complejo universo de Isidora Zegers, Radio U. de Chile. Mayo 2021.
Académicas relevan la obra de compositora Isidora Zegers. Radio U. de Chile. Junio 2016.
Álbum de Isidora Zegers muestra la historia de Chile. Sitio institucional U. de Chile.

* Este reportaje es parte del proyecto Biografías de Amo Santiago, personajes que marcaron la historia de la capital y que contempla también una versión de podcast publicado en los canales de Spotify de Amo Santiago y prontamente en el del Museo Histórico Nacional. Este proyecto está financiado por el Fondo de Medios del Consejo Regional y del Ministerio Secretaría General de Gobierno.

Botines que pertenecieron a Isidora Zegers Montenegro. Colección Museo del Carmen de Maipú (sala 3).

Vestido de tafetán, terciopelo y encajes, compuesto de capa, blusa y falda. Colección Museo del Carmen de Maipú (sala 7).

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