Trabajar y estudiar era lo suyo. Cada mañana, se levantaba temprano, desayunaba con toda calma y partía caminando a su oficina en la Municipalidad de Providencia. Aquí estuvo por más de cinco décadas, hasta los 87 años y desde aquí fue donde transformó a la comuna, en una ciudad-parque.

Por Coty Vitalic y Paulina Cabrera / Fotografías: Archivo familiar

Para Germán Bannen, la arquitectura tenía que solucionar un problema de la ciudad, un problema real. El arquitecto tenía que sentir, vivir y dar solución a ese problema, si no, no era arquitecto.

Admirador de Le Corbusier, vendió su departamento y partió a Europa tras terminar sus estudios en la Universidad Católica de Valparaíso de donde se tituló en 1956 como parte de la primera generación de la carrera de arquitectura en esta casa de estudios. Quería empaparse de las obras históricas y por sobre todo de la obras modernas, de la que poco se conocía en Chile. Pero no fue hasta su magíster en la Universidad de Konstantinos Doxiadis en Atenas, cuando asimiló esto de entender “espacialmente un lugar”, la importancia de la “dimensión adecuada”, un aspecto fundamental para la vida de los habitantes. Este fue el leitmotiv que acompañó toda su carrera. Como profesor de taller, como arquitecto y como asesor urbanístico y director del departamento de desarrollo Urbano del Municipio de Providencia.

Sus ideas llevadas al plan regulador hacen que hoy la comuna sea reconocida como uno de los mejores lugares para vivir en la capital. Bandejones amplios, plazas, veredas anchas, y la obligación de los edificios de no construir más del 20% del primer piso para destinarlo a áreas verdes, son parte de la norma que vino a resolver la falta de parques.

Recordemos que Providencia nace entorno a chacras y terrenos agrícolas. Ya para el 1930 contaba con 42 mil habitantes, siendo la segunda comuna con mayor población en la capital y una extensión natural, residencial, para el centro de Santiago.

Bannen que nació en 1929, vivió su infancia en una casa de calle California. De pequeño recorría la comuna en bicicleta, iba a la matiné del Teatro Oriente y a la misa de la iglesia de la Plaza de Pedro Valdivia. Y también asistía a las fiestas del embajador de México, quien tenía su casa en el Palacio Falabella, hoy sede de la Municipalidad y donde mantuvo su oficina. Es probable que esa cercanía con el lugar, motivara su mirada de ver a la comuna como una ciudad, que respondiera a todas las necesidades. Tener a distancias caminables, zonas residenciales, trabajo, servicios y áreas verdes.

Avenida Providencia. Imagen del documental “La ciudad de Germán Bannen” realizado por el artista visual Gabriel Del Favero y la periodista Ana Rodríguez.

Su mayor obra recoge este sentido. La avenida Nueva Providencia se abrió literalmente camino, más allá de la geometría y vino a responder a un diseño que hiciera eco en las personas. “Había que encontrar la distancia adecuada, que te sintieras que estabas en la misma calle”, recordaba el propio Bannen sobre los 70 metros que separan ambas avenidas y que permitía a los peatones sentirse parte, a través de un sistema de pasajes y plazas interiores. Y en donde tenían a su paso, un nuevo centro, con sucursales de bancos, centros médicos, comercio y oficinas.

Recordado por su carácter “sencillo, tranquilo, callado e inalterable” y de respeto hacia el otro a toda prueba, fue también el artífice del Parque de las Esculturas, el Club Providencia, los Café Literarios de Bustamante y Balmaceda, el Paseo Las Palmas y las remodelaciones de la plaza Pedro de Valdivia y de la avenida Pocuro.

Café literario Parque Bustamante. Imagen de archivo.

Obras y larga trayectoria que le valieron reconocimientos y premios de sus pares, entre otros, el Premio del Colegio de Arquitectos; el Premio Ministerio de Vivienda y Urbanismo y el Premio Nacional de Urbanismo.

Su esposa, la arquitecta Liliana Lanata, fue una persona clave en toda su vida, tanto personal como profesional. Con ella tuvo tres hijos, Verónica, Paola y Pedro, también arquitecto, quien lo recuerda diciendo: “Como todas las personas, la misma característica era su virtud y su defecto, ese grado de autonomía y recogimiento. Mis amigos de juventud se desconcertaban mucho (me preguntaban si estaba enojado o le pasaba algo), yo les decía que no y cuando lo conocían, lo adoraban. Podían preguntarle sobre cualquier cosa o de cualquier tema y tenía todo el tiempo para buscar una respuesta conversada”.

Con esa calma para tomarse la vida, ejerció su oficio como constructor y como formador de otros. Trató a la ciudad como si fuera un árbol, un organismo vivo, en constante cambio y crecimiento.

Vivió sus últimos 12 años en un departamento de un edificio que el mismo diseñó, en calle El Vergel, frente al Club Providencia. Aquí pasó plácidas tardes. Liliana tocando piano, él estudiando y leyendo. Unidos por su amor por la arquitectura.

Junto a su esposa Liliana Lanata. Fotografía archivo familiar.

Fuentes de investigación y referencias:

* Este reportaje es parte del proyecto Biografías de Amo Santiago, personajes que marcaron la historia de la capital y que contempla también una versión de podcast publicado en los canales de Spotify de Amo Santiago y prontamente en el del Museo Histórico Nacional. Este proyecto está financiado por el Fondo de Medios del Consejo Regional y del Ministerio Secretaría General de Gobierno.

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Cuéntanos sobre los integrantes de la familia
Germán era hijo de Humberto Bannen (ingeniero civil) que murió cuando él tenía sólo 6 años; y de Olga Lay, quien vivió hasta mayor y siempre mantuvo una relación de cercanía. Su esposa fue Liliana Lanata (arquitecto) y persona clave en toda su vida tanto personal como profesional, nunca tuvieron oficina juntos pero ella era fundamental para todo lo que él desarrollaba. Los hijos somos tres, yo (arquitecto) el mayor, Verónica (psicóloga) y Paola (kinesióloga). Los nietos y nietas son 10: Gabriel, Camila, Antonio, María José, Octavio, Antonia, Carlo, Daniela, Germán y Andrea. Hay artistas (audiovisual, músico, actriz y arquitecto), varios psicólogos (3), kinesiólogos (3) y abogado. Carlo, el arquitecto, es el que siguió la tradición familiar del abuelo (es hijo de Verónica).

¿Cómo fue su relación con la familia?
Era la misma que con el general de las personas, cercana, pero nunca invasiva. Uno sabía que estaba ahí si lo necesitaba pero nunca administraba a los otros. Preguntaba qué quería uno, o qué quería hacer antes de decir él lo que pensaba. Como hijos y luego, como nietos, todos tenemos esa misma sensación de un cuidado con respeto a cada persona, te ayudaba a encontrar lo que te interesaba o como salir de un apuro sin nunca decidir ni imponer su parecer. Por lo mismo cuando lo daba, era siempre muy importante y difícil de ignorar.

¿Cómo eran sus relaciones?
Lo que planteaba anteriormente se confirma, te encuentras ahora con sus amigos, o sus ex alumnos y todos te reiteran esa misma percepción, un respeto a la posición personal a toda prueba, independiente de la relación (profesor, jefe o amigo). En lo personal lo confirmo, en las distintas etapas de la vida siempre se lo tenía cerca pero no encima. Tuve una oportunidad única el año 1972 en Grecia, durante cinco meses cuando él cursaba un posgrado en Atenas y yo recién ingresado a Arquitectura me fui a acompañarlo, nuestra relación era de pares y hablamos lo que nunca (antes, ni después), él era una persona mas bien callada.

¿A qué lugares a los que le gustaba ir?
Muchos, dependiendo del tiempo disponible. En Santiago, a distintos lugares y barrios, a visitar obras nuevas o exposiciones. Inolvidable la exposición De Cezanne a Miró en la Quinta Normal. Las vacaciones eran siempre a distintos lugares en Chile (al norte o sur) y tan lejos como tiempo disponible había para el viaje. Fuera de Chile, su lugar era el Mediterráneo europeo: Grecia, Italia y España (en ese orden de prioridad), otros países y continentes le eran bien indiferentes.

¿Recuerdas cómo era su rutina diaria?
Trabajar y estudiar en lo suyo. Trabajó en la municipalidad (de Providencia) hasta los 87 años (muere de 91). Se levantaba temprano, desayunaba con toda calma y partía caminando. Eso lo hizo casi siempre, con la excepción de la época de mis hermanas en el colegio donde iba en auto. Cuando volvía a la casa, seguía trabajando o leyendo en su taller, siempre disponible si uno lo requería, él nunca te pedía algo. Te saludaba, a cada uno donde estuviera y partía a lo suyo en el segundo piso donde estaba el taller, la televisión (su vicio) y la música.

¿Qué es lo que más hacía después de jubilar?
Prácticamente todas las tardes cuando estaba en la casa, más cuando ya estaba mayor, y si no estaba saliendo a buscar algo o visitar algo de interés. Los fines de semana se combinaba con los programas de salidas (que sospecho más inducidos por mi madre que siempre fue más inquieta).

¿Cuáles eran sus autores favoritos?
La verdad es que en todos los frentes tenía una amplia gama de autores de referencia pero siempre había favoritos, por la recurrencia o las referencias que hacía de los mismos. En literatura creo que Italo Calvino y Antonio Tabucchi: en pintura, Marc Chagall y Pablo Picasso; en escultura, Brancussi y Giacometti; en música dependiendo del género, Louis Armstrong y Duke Ellington (jazz), Joao Gilberto (bosa nova), o Mozart y Stokhausen (el más difícil para todos nosotros).

Y en cuanto su carácter, ¿qué reconoces como sus virtudes y mañas? ¿Cuál el el rasgo es que más rescatas?
Como todas las personas la misma característica era su virtud y su defecto, ese grado de autonomía y recogimiento. Mis amigos de juventud se desconcertaban mucho (me preguntaban si estaba enojado o le pasaba algo), yo les decía que no y cuando lo conocían lo adoraban. Podían preguntarle sobre cualquier cosa o de cualquier tema y tenía todo el tiempo para buscar una respuesta conversada. Nunca juzgaba un asunto y menos una persona. Siempre quería entender las razones por qué algo o alguien era de una cierta manera o hacía algo de cierto modo. Sus posiciones eran claras pero no involucraba el juicio contra otro.

Háblanos de su concepto de Santiago como la suma de varias ciudades
Este principio era fundamental en su mirada sobre la ciudad. Planteaba que Santiago ya no era una ciudad sino una metrópolis. La ciudad de Santiago correspondía a la ciudad histórica o central (actual comuna) y que el resto de la extensión eran ciudades agregadas y ensambladas, cada una con características propias y con capacidad de autonomía y autosuficiencia para sus habitantes (al menos en todas aquellas actividades básicas como salud general, educación básica y media, comercio cotidiano, servicios comunales, bancos, etc). Y la metrópolis aportaba el equipamiento más complejo o sofisticado como educación superior, salud especializada, entre otros. A su vez cada ciudad-comuna se organizaba en unidades menores de barrios (la actual “ciudad de 15 minutos”). Todo ello, era reconocido desde la teoría Ekística desarrollada por Constantino Doxiadis y estudiada por él en Atenas.

Esta forma de mirar la ciudad, también le entrega un espacio fundamental a las áreas verdes, que podemos ver en sus obras
Siempre la geografía y el lugar era una variable fundamental al momento de comprender un lugar (herencia de su formación en la escuela de Arquitectura de la UC Valparaíso). Eso en la comuna de Providencia era muy relevante, una comuna nacida bajo el concepto de ciudad-jardín debía ser consecuente con sus principios originales independiente a la envergadura de sus edificaciones y la densidad de sus barrios y calles. Todo ello debe no sólo no traicionar sino que reforzar los atributos que aportan los componentes verdes o vegetales al paisaje y la calidad de vida de sus habitantes y visitantes.

¿Cómo crees que será recordado?
Como una persona que tuvo la claridad de ver y de comunicar una manera de comprender y elaborar la ciudad desde sus principios más esenciales, y hacerlo con oficio. Oficio como constructor de ciudad (plasmado en sus obras) y oficio como formador de otros profesionales (trasmitido en sus clases) que supieran mirar la ciudad y actuar sobre ella con esa misma capacidad.

En la PUC de Valparaíso fue profesor de taller entre 1956 a 1958. Desde el 74 impartió clases en la Católica de Santiago y el 2001 hizo clases en las universidades Federico Santa María de Valparaíso y en La Serena. Junto a su esposa formaron generaciones de profesionales. Fotografía archivo familiar.

Una importante parte de su vida laboral la realizó en la Municipalidad de Providencia, donde se desempeñó como asesor urbanístico y director del departamento de desarrollo Urbano desde 1962 hasta 1988. También fue director de la Sociedad CORMU Providencia desde 1973, director nacional del Colegio de Arquitectos de Chile entre 1992 a 1996 y asesor de la Municipalidad de Providencia desde 1989 a 2015. Fotografía archivo familiar.

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