Por Paulina Cabrera C.
Por muchos años Criss Salazar vivió justo frente a la Biblioteca y al Archivo Nacional. Cada vez que tenía una duda, cruzaba la Alameda para sumergirse en los libros. Y es que su vida está profundamente conectada con ellos. Desde lo que leía de niño y que lo convirtieron en un grafomaniaco -resumiendo y haciendo anotaciones de todos los textos- hasta los que se encuentra en las bibliotecas de pueblos perdidos del país, y que cuyo contenido rescata en las investigaciones que publica en Urbatorium. Plataforma que creó en el año 2005 y que con casi dos mil artículos, es un referente en historia patrimonial y popular chilena, y de donde aporta realizando precisiones históricas poniendo a prueba conocimientos urbanos tan arraigados como el que la capital se fundó un 12 de febrero (cuando lo más probable es que haya sido un 24 de febrero).
Diseñador gráfico inconcluso -“debí estudiar algo para escribir libros y no para hacerle la portada”, nos dice- es un explorador e investigador nato. A su enorme biblioteca personal suma un terabyte de pdfs y digitalizaciones recopiladas que son la base de su continua escritura. Esa que no se detuvo ni siquiera en tiempos de pandemia. En medio del “aburrimiento espantoso del encierro” como lo describe, escribió y publicó el que es su segundo libro después de Santiago Oculto. Se trata de El Santiago que nunca aburría donde recorre la recreación que divertía a los chilenos desde el siglo XVI a la primera mitad del siglo XIX (1590 a 1840), abarcando desde peleas de gallos, corridas de toro y juegos militares medievales hasta la famosa filarmónica de Portales, el primer cabaret conocido.
“Tenía una cola de libros a medio terminar y habían dos que estaban en evaluación en una editorial. Uno sobre las candilejas chilenas, y otro que estaba casi listo con historias de perros en Chile, que iba a salir a fines del año pasado. Este proyecto ganó un concurso, me vine en octubre a Santiago por eso, pero pasó todo… En el intermedio se me han muerto perros y voy a tener que actualizar. Así que me dije, prefiero adelantar algunos que tengo, porque puede pasar cualquier cosa. Puedo estirar la pata por el coronavirus y pueden quedar perdidos, y es mucho trabajo, de años juntando cuestiones, haciendo apuntes, dándoles una estructura y actualizándolos, que es lo que hice ahora para terminarlo”, revela sobre su última obra.
Uno podría quedarse sólo en la investigación privada, ¿de dónde sale el segundo paso que es difundir, escribir un libro?
Antes no me interesaba eso, no veía más allá de lo que me servía a mí como investigación. En algún momento (y esa fue la razón para crear el blog también) vi que la presencia de Santiago en internet era bajísima comparada con otras capitales. Ahí me empecé a meter en la difusión cultural positiva, de exteriorizar más a la capital y sus historias, sino, son historias que pierden.
De repente escucho cada cosa de los mismos santiaguinos, haciendo afirmaciones sobre su propia ciudad que es como cuando el profesor hace una pregunta en la clase y uno tiene la respuesta, y se la está aguantando, esperando que otro responda. Creo que tengo mucho material que tengo es útil, que serviría no a nivel académico, ni de pergamino ni de credenciales universitarias, pero sí son cosas que sirven al día a día, al itinerario normal de un hombre y a su relación con la ciudad y esa cosa es la que me gustaría proponer, que tenga utilidad para completar el ciclo.
Muchas veces esas investigaciones académicas están lejanas al ciudadano común, que no les resulta natural bajar un pdf para leerlo
Es que a veces usan un lenguaje incomprensible. Hay cosas tan pedestres como decir donde están los ornamentos que pertenecían al cerro Santa Lucía y que desaparecieron de ahí. Otras cosas que tienen que ver con la identidad de los santiaguinos, del por qué caminamos tan rápido y que es por una mala distribución de la ciudad y vamos siempre atrasados. Eso es algo que notan harto los extranjeros.
Todos los pueblos tienen detalles que son propios para bien o para mal… los peruanos por ejemplo comen súper rápido porque trabajan tanto, que para ellos todo es una colación para volver rápido a las faneas. Esos detalles si uno no los explica y no los expone primero, no se crea interés. De ahí la difusión que hago, a través del blog, del libro, del e-book. No pretendo ser descubridor de la rueda ni inventor de la pólvora, quiero aterrizar los contenidos para la gente común, me interesa difundir para el ciudadano común y corriente, como yo.
Somos una sociedad más bien inculta, que no quiere muchas veces su patrimonio
Es que hay una desconexión de la ciudad con la gente, tiene que ver mucho cómo vemos la ciudad y su espacio. La miran como una amenaza, un peligro, algo ajeno.
Esa es una explicación de los monumentos y patrimonio destruidos durante el estallido de octubre, que hay personas que se sienten muy lejanas de lo que es la Historia ¿Cómo viviste ese periodo?
Me lo estaba esperando hace rato. Había una tolerancia progresiva a la vandalización del patrimonio. Llegué en octubre a Santiago y quedé secuestrado, lo viví un poco ajeno.
Ya hace rato tengo una noción bien pesimista de Santiago. A veces llegan a mí como sin fuera un «sacerdote» que reivindica la ciudad, pero Santiago se está perdiendo y lo acepto, no veo una forma de volver atrás. Es parte de la cultura chilena este afán destructivo, por alguna razón nadie se siente parte del conjunto cultural que forman los espacios urbanos, desde el tipo que demuele un edificio en pleno centro para construir un proyecto inmobiliario, hasta el cabro tonto que bota una estatua que no sabe de quién es y que cree que está haciendo una especie de vudú artístico. No entiendo bien cuál es la motivación, estos replanteamientos refundacionales de que vamos a hacer un nuevo patrimonio (…) no le veo mucha diferencia a la imposición que tiene una inmobiliaria que es botar y que dice que es por el progreso, por el bienestar de la comunidad, porque es lo que la gente necesita.
Creo que hay una mentalidad que tiene que ver con el terremoto, de perderlo todo, por eso nadie se siente realmente conectado, con algún afecto, con una relación emocional con el patrimonio nacional, con el valor histórico de la ciudad y por eso es que tengo esta visión negativa. Ya pasamos el punto de no retorno, el Santiago como está ahora no me gusta. Admiro un Santiago que ya se fue, que desapareció, el de ahora no ha mejorado en nada, ha empeorado todos sus defectos, la gente ya no es la misma.
En qué termina esa panorama tan sombrío
No sé, me gustaría saber cómo va a llegar la ciudad a su aniversario redondo, el Santiago de 500 años (2041), pero no me visualizo, es probable que esté muerto… Creo que Santiago va a cumplir su ciclo no más, de decadencia y desaparición, va a llegar un momento en que no va a caber ningún alma y van a tener que empezar a despoblar. Las cuarentenas van a dejar heridas profundas…
Estamos viviendo un cambio social tremendo con la pandemia, que ha implicado cambio de hábitos que se mantendrán pasada la contingencia, la gente probablemente saldrá menos, las empresas preferirán que trabajemos desde las casas para ahorrar arriendos y así
Es una especie de modificación forzada del estilo de vida, vamos a ver las consecuencias después. En algunos casos será para bien, pero para otros no. Hay ciertos modelos de convivencia y de negocio que no van a ser viables, formas de recreación, los lugares de encuentro, de divertimentos, los barrios bohemios.
¿Y la defensa del patrimonio cómo crees que va a quedar?
En las crisis cambian los roles de las cosas por mecanismos de sobrevivencia, pasa algo que es bueno a veces y en otras no, que se termina valorizando lo primordial, lo más urgente. Como lo que le pasa a los artistas que reclaman que no le importan a nadie y lamentablemente así pasa en las crisis. Los médicos, los que recogen los pedidos, el transporte, los servicios básicos se priorizan, en ese sentido lo del patrimonio no sólo está en segundo lugar, sino que se ha instalado también la idea de que es bastante prescindible, y que se puede refundar.
No lo veo bien como se vienen las cosas. No creo que el patrimonio llegue a tener más importancia que el valor intelectual de quienes están interesados en él , se ha retrocedido un montón de pasos. El tema patrimonial está saliendo muy damnificado, no sé que podría hacerse para revitalizarlo a la luz de las mismas políticas que se han instalado sobre el mismo patrimonio, no conozco tan bien esta sociedad para poder anticiparlo, solo visualizo que va a ser difícil y no bueno, y que todo el tema patrimonial va a salir bastante dañado.
Tus relatos y crónicas miran siempre hacia atrás, ¿Qué lecciones nos dan las crisis pasadas, las sociales, las de salud? ¿Qué podemos aprender de ellas?
El sentido de unidad que hubo en las guerras, desde la de Independencia hasta la Guerra del Pacífico. Puede tener una connotación refundacional positiva, el problema es que hemos tenido guerras atroces para nosotros mismos como la Guerra Civil de 1891 y que refundacionalmente no se hizo, se trató de replantear un Chile nuevo con una visión de las menos positiva que nos ha regalado la historia. No sé si se pueda hacer algo positivo de todo esto porque hay mucho tema en incertidumbre.
Si tengo que juzgar en base al pasado, veo que hay mucha ansiedad por tomar muchos temas que postergamos en este momento, y eso va dejando a la cola los temas culturales y patrimoniales. Desde mi punto de vista, salvo que se tratara de patrimonio dirigido como las fiestas hispánicas de la Reconquista, donde la gente iba para no terminar desterrado en Juan Fernández…. Me gustaría ver qué curso a va tomar el tema cultural después que se resuelvan los problemas pendientes. Las posiciones se han encolerizado y radicalizado, ya no están seguros de lo que quieren.
Va a tocar esperar y hacer aportes cada uno
Esto se puede extender varios años, hasta 10 años si se quiere hacer las cosas bien. Los fracasos de proyecto en Chile se han pagado bastante caro, desde la Patria Vieja, la Unidad Popular, el régimen liberal… aquí cuando algo no resulta o no no se le da el tiempo, terminan muy mal las cosas.
Hay un ánimo de la gente que es cíclico en Chile que es bastante complicado, que estalla cada cierto tiempo el odio del chileno contra el chileno. En este momento la lucha es bastante más amplia que la lucha de clases, involucra aspectos culturales y étnicos, como lo que está pasando en el sur.
Saliendo de este futuro poco esperanzador… hablemos de tu libro que va en en el sentido contrario, en El Santiago que no aburría con su lado más fiestero. ¿Cuéntanos qué vamos a encontrar en tu libro?
Este es el primero de varios trabajos que hago hasta el tiempo contemporáneo. Tenía material reunido de cómo era la diversión popular y cómo se cruza con la aristocrática, cómo intervienen temas políticos, identitarios, culturales en la formación de las instancias de recreación de los pueblos y aprovechando el aburrimiento espantoso del encierro empecé a revisar los archivos para evadirme de mi realidad y retomé una idea que siempre me ha rondado en la cabeza, que «al chileno nunca le va a faltar plata para pasarlo bien». De una forma u otra puede estar muy mal, pero siempre va a encontrar una forma de pasarlo bien, desde la competencia de tomar copete que hacían los soldados y el agua ardiente que nunca apagaron en la Batalla de Maipú, hasta las funciones de títeres en la Guerra del Pacífico. La recreación y la diversión siempre está presente.
Quise hacer un trabajo que recopilara todo eso, desde los orígenes del criollismo hasta la consolidación de la República y puse todos los ejemplos que van del área de los juegos populares, de caballería en el mundo militar, de teatro y música. Todas las formas que se convirtieron en oferta de recreación para los chilenos, principalmente para clases populares, incluso las que tenían origen más aristocrático o más hispano y que los mestizos y chilenos propiamente tales, las adaptaron. Ejemplos que van del siglo XVI a la primera mitad del siglo XIX abarcando peleas de gallos, corridas de toro, juegos militares medievales (que fue una sorpresa que existiera una Edad Media chilena) y la famosa filarmónica de Portales, otro hito de la celebración popular que fue el primer club privado de diversiones, una especie de cabaret. Ese es el tipo de rescate que trato de proponer y espero que revista alguna novedad.
¿Y con cuál de todas esas diversiones te quedas?
Yo soy chinganero. El ambiente de la chingana como ha quedado escrito es parecido a la fonda, lleno de viejos curados, chiquillas felices y una gorda tocando la guitarra arriba del escenario, esa es la imagen que ha perdurado, pero la chingana tenía mucho de centros culturales. Las actividades de titiriteros se hacían en la chingana porque era de gusto popular, los orígenes del circo fueron en la chingana, y los de la cueca también. Estos temas no se desarrollan, se da por hecho y no se investiga más, se repite lo que han dicho otros, pero cuando uno revisa los mismos elementos y las mismas fuentes, y encuentra una lectura distinta, es porque la pega no estaba completa.
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