Dejando como buen chileno, las cosas a última hora, me escapé esta tarde a ver las esculturas de Degas en el Bellas Artes. Contra el tiempo para que sirviera de algo este post, estuve junto a colegiales, artistas y oficinistas admirando el trabajo de este impresionista francés.
Caballos, bailarinas y mujeres en actividades cotidianas forman parte de la muestra de esculturas en bronce, celosamente custodiadas en cubos de vidrios y en donde ninguna foto es permitida. Degas logra, como sabrán mejor los expertos, captar movimientos del ballet, como arabesques y saludos, y otros tan simples como los de una bailarina arreglándose un tirante de su malla, mirándose la planta de su pie derecho u otra que se adelanta con los brazos para arriba y la pierna derecha al frente. Títulos descriptivos, nada vendedores, para obras tan magníficas.
También está la famosa bailarina de 14 años, versión desnuda y pequeña y la de más de un metro, vestida, con mirada altanera, y que provocó escándalo en su momento por su hiperrrealismo. Más que la ropa, me quedé unos minutos observando la firma de Degas escrita en el pedestal de madera. Cada vez que veo obras en los museos, me detengo un poco más para imaginar el momento en que el creador terminó su obra y empuñó su letra para la posteridad.
Sin embargo, mis obras favoritas fueron todas aquellas en donde captó momentos simples y comunes. Mujeres peinándose, lavándose. Como él mismo dijo «despojadas de su coquetería» y acicalándose en su «estado animal».
De todas ellas, me quedo con la mujer bañandose en una tina circular. Cierro los ojos y me imagino a Degas haciendo sus estudios en dibujo mirando a su modelo, una bella mujer desnuda en el agua tibia, con una mano sobre el borde de la tina y con la otra en un pie. Cotidiano y sensual.
- Dónde: Museo de Bellas Artes, Parque Forestal sin número
- Cuándo: A correr porque sólo es hasta el 30 de octubre. De 10.00 a 18.50 horas
- Cuánto: $600 adultos y $300 estudiantes. Domingo entrada liberada
- Más info: www.degasenchile.cl