Daniel Silva, dueño de la empresa dedicada a la limpieza de fachadas patrimoniales, tiene la sensación de que ahora existe el ánimo para recuperar los edificios, las casas y el espacio público, lo que se condice con los planes que anunciaron tanto la Gobernación de Santiago, como las municipalidades de Santiago y Providencia.  

Daniel Silva es un devoto de la teoría de la ventana rota. Aquella que indica que un lugar con muestras de abandono, es una invitación para incivilidades y actos delictivo. Lo mismo aplicaría con los grafitis: sí un muro parte con un tag y no se borra de inmediato, rápidamente se llenará toda la pared.

«El rayado en vía pública está considerado como una falta menor y si no lo paras de raíz invita a hacer cosas más grandes, como robos y saqueos. Si subsiste un rayado quiere decir que esa zona no está cuidada y la situación escala, por esto este tema debe verse como un tema de seguridad pública, no por el lado de la belleza del espacio público” asegura el ingeniero industrial que hace más de 20 años creó la empresa Alta Presión.

En estas dos décadas ha sido el responsable de lavar, limpiar y mantener diferentes monumentos nacionales, entre los que se cuentan los edificios de la Biblioteca Nacional, el Museo Nacional de Bellas Artes, la Iglesia San Francisco y el Palacio de La Moneda, además de estructuras más pequeñas como las esculturas de Federica Matta en Plaza Brasil y el escudo nacional esculpido en cuarzo por María Martner en la entrada de la casa de Tomás Moro que perteneciera a Salvador Allende. 

Portal Fernández Concha. Crédito de fotografía: Alta Presión.

Su negocio partió en 1998 cuando compró maquinarias con ayuda de su familia para lavar vehículos. Sin embargo, los clientes querían otra cosa: que ocupara las hidrolavadoras para limpiar galpones, pisos y calderas. “Ellos nos fueron dando ideas de cómo aplicar la limpieza, hasta que un día me contactaron para lavar un edificio completo en Providencia. Empezamos a conocer técnicas, de lavado con agua a alta presión, con agua caliente y fría y también con hidroarenado para limpiezas más finas”, recuerda Daniel sobre sus inicios.

Su último trabajo lo realizó hace unos días en la Universidad Alberto Hurtado, en la Alameda entre Almirante Barroso y Cienfuegos, a propósito de que la sede de estudios cumple 25 años de historia. Aquí aplicaron antigrafiti de calidad, que no permite la adherencia ni de spray, ni plumones. “Esta fachada se va defender al menos 3 o 4 años”, asegura contento.


¿Cómo parten con la limpieza de los edificios patrimoniales?
En el año 2002, una empresa publicitaria, que tapaba los edificios completos con grandes lienzos, nos contactó y empezamos hacer estos trabajos patrimoniales. Ellos tapaban el edificio con la publicidad y nosotros trabajábamos dentro de los andamios. El primero fue la Biblioteca Nacional. Aquí limpiamos las cuatro caras del edificio con hidroarenado y nos demoramos cuatro meses. Después vino el Museo Nacional de Bellas Artes y entremedio pintamos la Estación Mapocho.

Trabajos sobre estructuras muy grandes y además Monumentos Nacionales
Sí, nos iba muy bien con los carteles de publicidad. Así también limpiamos el Museo Nacional de Historia Natural, el Ministerio de Bienes Nacionales y las Torres de Tajamar. Pero la empresa no siguió después de que el rubro de la publicidad se transformara y pasara a formatos digitales, entonces ya no se querían tapar los edificios. Para ese momento éramos conocidos, así que seguimos trabajando con las municipalidades.

¿Cuál dirías que ha sido el trabajo más complejo hasta ahora?
El Club de la Unión fue muy complicado. Ese trabajo lo hicimos el 2006. Se metía el agua para adentro por todos lados. Cuando lo lavamos se filtraba porque había mucha grieta, entonces teníamos que ir tapando ventanas, coordinándonos con gente adentro. Es un edificio tan bello y que ahora está tan abandonado. 

Palacio de La Moneda. Crédito de fotografía: Alta Presión.

¿Y el más grande, que haya implicado mayor logística?
El Palacio de La Moneda. La limpiamos justo antes del estallido social, en septiembre de 2019. Aquí solo aplicamos lavado con agua caliente a alta presión con productos químicos desengrasantes sobre el Litofren, un estuco con pigmento que ya no se fabrica por lo que es complicado recuperarlo en caso de desprendimiento. Todos los edificios del centro cívico tienen este material. 

A propósito del estallido, ¿cómo vivieron ese momento en que todo el centro de Santiago se llenó de rayados?
Fue complicado, algunos pensaban que íbamos a tener harta pega pero no fue así. Ahora recién la gente se está poniendo las pilas.

¿Por qué crees que la ciudad se demoró tanto tiempo en reaccionar?
Porque fue un impacto tan grande, de cómo se destruyó el espacio público. A nadie le quedaba ganas de ponerse a pintar porque iban a rayar al otro día. Después vino la pandemia y la gente no se podía preocupar de sus fachadas, tampoco se podía trabajar porque estábamos en cuarentena, entonces fue un paréntesis de casi tres años.

Centro Cultural Gabriela Mistral, GAM. Crédito de fotografía: Alta Presión.

¿La ciudad pierde cuando está rayada?
Sí, yo discuto con mucha gente todavía. En julio de 2020 limpiamos el GAM y nos costó porque la gente se venía encima, escupían a los muchachos. Fue una cosa extrema. Nos funaron por las redes sociales, increpándonos porque decían que estábamos borrando la historia. Pero quedó súper bien, se pintaron las placas metálicas y se limpiaron los pilares de hormigón.

¿Cambió ahora la percepción y existe más ánimo de limpiar el espacio público?
Tengo la sensación que la gente ya está con ganas de recuperar sus edificios, sus casas, se nota más movimiento. Además que salió este anuncio de la gobernación de recuperación de la Alameda y lo de los municipios de Providencia y Santiago que prometen recuperar los alrededores de Baquedano. Nosotros estuvimos mucho tiempo trabajando con la limpieza de fachadas. Empezamos con la entonces alcaldesa Carolina Tohá. Limpiamos las fachadas de la Alameda desde Vicuña Mackenna hasta Matucana y después nos quedamos con mantenimiento como cuatro años y medio. Pero tras el estallido fue imposible seguir limpiando, era impracticable. Limpiábamos y pintábamos, no poníamos antigrafiti porque los costos eran muy altos.   

¿Qué te dicen los vecinos cuando les ha tocado limpiar fachadas?
La percepción es hiperpositiva. Yo era amigo de toda la gente de avenida Matta, pasábamos todas las noches a limpiar y cero problema. Hubo un momento en que avenida Matta no tuvo ningún rayado. El inspector revisaba y no había ninguno.

¿Crees en la teoría de ventana rota?
Soy un devoto de esa teoría, si tu dejas estar y hay un rayado, el rayado invita a hacer otras cosas peores. Los gringos lo entendieron hace 50 años, en Nueva York hay tolerancia cero, si hay un rayado, al otro día está limpio. 

Teníamos una estadística de Alameda, cuando pasamos de 2.000 rayados a 600 en seis meses y a 200 en ocho meses. Es una batalla fuerte en donde yo limpio, él raya, yo limpio, él raya, pero meses después se aburre, se desmotiva y no vuelve. El mantenimiento es efectivo, lo viví. Nos dimos cuenta que a los seis o siete meses se podían ver números azules.

La mantención entonces es clave en este proceso
Es vital, si no se hace mantención yo digo que mejor no gasten ningún peso, porque van a botar la plata. La Bolsa de Comercio por ejemplo la hemos lavado muchas veces, con hidroarenado y con productos químicos. Está  impecable porque cada tres años se hace una limpieza. Lo más importante es la constancia.

Pero quienes realizan estos rayados, se suben cada vez más arriba y buscan lugares más extremos, como lo que pasó con la cúpula del Museo Nacional de Bellas Artes
Nosotros fuimos los últimos en limpiar y pintas las cúpulas del museo, con látex verde. Lo que debía haberse hecho era limpiar altiro al otro día.

Pero por ser Monumento Nacional pasa por un proceso de permisos
Sí… años atrás conocí el caso de una persona que lo multaron por pintar su casa en calle Esmeralda. Hay harto paño que cortar todavía en la mantención del espacio público. En otros países existe un teléfono de denuncia de rayados. Acá podría existir una patrulla municipal para esto, seguro que funcionaría hasta con trabajo voluntario.

Edificio Biblioteca del Congreso. Crédito de fotografía: Alta Presión.

Palacio de La Moneda. Crédito de fotografía: Alta Presión.

Esculturas de Federica Matta. Crédito de fotografía: Alta Presión.

Crédito de fotografía: Alta Presión.

Crédito de fotografía: Alta Presión.

Revisa la galería con los trabajos de antes y después en la Alameda. Fotos de archivo: Alta Presión.

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