Por Carmen Gloria Vitalic T. / Fotografías de Claudio Olivares M.

La Villa Frei envuelve. Es casi imposible no tomar un instante para apreciar la majestuosidad de sus añosos árboles, entre los que cuentan cerezos, damascos, y ciruelos –recuerdo de su pasado como la legendaria chacra Valparaíso- además de imponentes palmeras y araucarias. Los edificios asoman por entre las copas de estos coloridos y añosos testigos, como pidiéndoles permiso para invadir su espacio, generando una armonía entre naturaleza y hormigón que cada vez se ve menos en los paisajes urbanos.

Los edificios pequeños, de cuatro y cinco pisos, parecieran que rinden honor a su entorno, pareciendo camuflados entre tanto entorno verde.

Esta inmensa urbanización se emplaza en un gran paño de 40 hectáreas, de las cuales dos están destinadas al parque Ramón Cruz. Allí se encuentra un amplio sector con juegos infantiles, una multicancha, locales comerciales y decenas de senderos por los que pasear ,además de una estación de metro inaugurada reciéntemente con el nombre de la villa.

Inaugurada el año 68 por el Presidente Eduardo Frei Montalva, la villa está dividida en tres etapas. La primera de ellas –ubicadas entre Irarrázaval, Ramón Cruz, Dublé Almeyda y doctor Jorge Monkeberg- fue declarada Zona Típica por el Consejo de Monumentos Nacionales el año 2015 dado su valor histórico, arquitectura y urbanismo y tras una larga batalla liderada por los propios vecinos. En la segunda y tercera etapa es posible encontrar casas de uno y dos pisos que se extienden hasta Avenida Grecia, siempre rodeadas de un entorno lleno de áreas verdes.

Más allá de los límites de la Villa, que se encuentra la comuna de Ñuñoa, se disfruta de una mixtura de personas, comercio y espacios públicos únicos.

La fuerte vida del Parque Ramón Cruz y la decena de caminos interiores se vio drásticamente interrumpida por la llegada del COVID19, factor que ha prendido fuertemente las alarmas en el sector debido a que la mayoría de su población es entrada en años, por lo que requieren cuidados especiales y el tomar las medidas para no salir de sus hogares. Pese a ello, el parque mantiene su esencia de no exclusión, siendo un espacio público por excelencia.

Ñuñohue
La Villa Frei se emplaza en terrenos que antaño eran destinados a la producción agrícola. Fue en esa época en que el sector conocido por ese entonces como Ñuñohue comenzó a tomar relevancia, gracias a la epopeya lograda el 21 de agosto de 1910, cuando se realizó el primer vuelo de aviación en el país, en conmemoración del centenario de la nación.

Eran tiempos complejos. Durante las décadas siguientes comenzó una fuerte migración desde el campo a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida, por lo que los gobiernos comienzan a idear cómo otorgar viviendas de calidad a la clase media. La Caja de Empleados Particulares fue la institución impulsora de la construcción de este gran parque con viviendas, las que fueron edificadas por la CORVI entre los años 65 y 68 bajo el concepto de una súper manzana sin rutas vehiculares interiores, una de sus grandes características. La idea era crear un gran núcleo urbano, por lo que fue ideada con mucho equipamiento y servicios, entre los que incluye más de 3.500 viviendas, un colegio municipal, una iglesia e incluso un hogar de ancianos.

Una vecina
Gloria Torres llegó hace 36 años a vivir a la Villa a uno de los blocks de cuatro pisos que rodean el Parque Ramón Cruz, proveniente del norte del país. Antes de comprar su vivienda definitiva en Santiago, se asesoró de amigos capitalinos para elegir el mejor lugar en una ciudad que no conocía muy bien. El resultado fue unánime al visitar el departamento que habita desde entones: luz a borbotones, una vista privilegiada al parque, grandes espacios y la constante sensación de seguridad fueron los factores que más le gustaron, y que mantiene hasta ahora. “Esta es una gran manzana unida a las otras dos etapas de la villa por dos puentes muy iluminados, puedes salir y caminar kilómetros sin encontrarte con ninguna calle. Hay mucho espacio para pasear, sentarse a conversar, disfrutar con la familia al aire libre, salir con las amigas a las innumerables actividades culturales, asambleas… en fin, si sales a dar una vuelta saludas al menos a 10 personas porque somos muchos los adultos mayores que vivimos aquí hace tiempo, y entre todos nos ayudamos porque existe un gran espíritu solidario entre quienes habitamos la Villa”, dice mientras disfruta el sol de la tarde en su terraza.

“Los momentos más hermosos de esta cuarentena los paso aquí, veo mucho verde, gente paseando a sus perritos, niños jugando, todo eso te entretiene en estos años que son más sosegados, incluso le he escrito poemas a las araucarias. En fin, es un buen pasar”, reflexiona mientras mira a través de su gran ventanal.

Vecinos históricos de la Villa Frei.  Amor de años. Crédito de foto: Claudio Olivares

Las últimas luces del verano en la Villa Frei. Crédito de foto: Claudio Olivares

Vendedor de humitas. Crédito de foto: Claudio Olivares

Villa Frei. Crédito de foto: Claudio Olivares

Villa Frei. Crédito de foto: Claudio Olivares

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