En el frontis del Museo Nacional de Bellas Artes se encuentra, desde 1930, la obra “Unidos en la Gloria y en la Muerte” de Rebeca Matte, reconocida como la primera mujer escultora chilena (Santiago, 1875- Florencia, 1929).

Instalada sobre una estructura de piedra, la escultura en bronce está compuesta por dos figuras masculinas aladas y desnudas. Se trata de la representación de Dédalo e Ícaro, el mito griego del padre que construyó las alas de su hijo con plumas de pájaros y cera de abejas para escapar de la torre en la que se encontraban encerrados en la isla de Creta, pero que se derritieron al acercarse al sol provocando la caída y la muerte de Ícaro en el mar. 

La obra fue proyectada hacia 1918, con una primera versión en mármol de la cuál solo se cuenta con el registro del artículo realizado por el periodista y escritor Joaquín Díaz Garcés, en la revista Pacífico. La segunda, corresponde al monumento que el Gobierno de Chile le encargó a la artista para obsequiar a Brasil, en conmemoración del centenario de su Independencia. Titulada Aviadores, de acuerdo a la inscripción escrita con letras en bronce, se ubica actualmente en la entrada de la Escuela de Aeronáutica de la Universidad del Aire de la Fuerza Aérea en Río de Janeiro.

La tercera versión, que tiene tanto valor como la original, fue reproducida por Pedro Felipe Íñiguez en la casa de fundición de Gusmano Vignali de Florencia, animado por la significancia de la obra y el deseo de su esposa de haberla destinado a Chile.

Así, un año después de la muerte de la artista, la obra quedó instalada frente al museo, declarándose como Monumento Público en 1958. Pese a ser un ícono de la ciudad, pasó décadas deteriorada por malas conservaciones, atentados vandálicos y detrimento a causa de la contaminación atmosférica, sufriendo el peor daño en el verano de 2018 cuando maquinaria pesada de la Fórmula E la pasó a llevar, moviéndola de su sitio y fracturando el pie de Ícaro. Triste historia revertida gracias al trabajo de restauración que la devolvió al mejor estado que su creadora pudiera soñar. El taller Montes Becker, dirigido por Luis Montes Becker padre y Luis Montes Rojas,  realizó un exhaustivo trabajo que implicó reforzar la estructura interna, restituir el pie y una parte de las alas destruidas, limpieza profunda, aplicación de pátina y finalmente sellado y protección con barniz. Maravilloso trabajo que en dos oportunidades fue pasado a llevar nuevamente con el rayado sin razón contra la escultura, pero que gracias al protector antigraffiti le ha permitido estar a salvo.

La historia de Rebeca
Bisnieta de Andrés Bello, Rebeca vivió su primera infancia al cuidado de su abuela materna en un ambiente de intelectuales e importantes personalidades, debido a la enfermedad mental de su madre y por los continuos viajes de su padre, el diplomático Augusto Matte Pérez.

Según indican los archivos del Museo Nacional de Bellas Artes, a los 15 años se traslada a Francia junto a su padre, donde pasó la mayor parte de su infancia y realizó sus primeros estudios de arte. En 1897 se formó en escultura en Roma, en el taller del maestro italiano Giulio Monteverde. De regreso en París, al año siguiente, continuó su formación en la Académie Julian, donde tuvo la posibilidad de estudiar el desnudo a partir del modelo vivo con los escultores Denys Puech y Ernest Dubois (a diferencia de lo que ocurría en la Academia de Bellas Artes en Chile, donde el estudio del cuerpo estaba reservado para los hombres).

En mayo de 1901 se casó con Pedro Felipe Íñiguez Larraín, ministro de Obras Públicas en el último gabinete del Presidente Ramón Barros Luco y ministro de Culto e Instrucción Pública, bajo la presidencia de Juan Luis Sanfuentes.

Tras el nacimiento de su única hija, María Eleonora Íñiguez, más conocida como Lily, regresa en 1902 a vivir a Chile trasladándose también con su obra, algunas de ellas exhibidas exitosamente en el Salón de París en 1900 y hoy parte de la colección del MNBA, entre las que se cuentan El Eco, Horacio y Militza.

Regresó a Europa en 1905 y se radicó en Florencia después de la muerte de su padre en 1912. Su brillante desempeño la llevó a ser nombrada Profesora Honoraria de la Academia de Bellas Artes de Florencia en 1918, distinción concedida por primera vez a un extranjero y a una mujer.

En 1921, luego de un periodo en que había ejecutado importantes monumentos encargados por el gobierno de Chile, recibió la noticia del fallecimiento de su madre Rebeca Bello Reyes, seguida por la fatídica tuberculosis diagnosticada a Lily, que significó largas estadías en un sanatorio de Leysin en Suiza, donde la acompañó hasta su muerte en 1926.

Desmejorada en su salud, en los años siguientes Rebeca Matte se dedicó principalmente a obras filantrópicas y a la edición de los escritos de su hija Lily Íñiguez, falleciendo el 14 de mayo de 1929 en Florencia, Italia.

 

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