Ana Demuleo viaja al menos una vez al año a su querido Purén y Victoria a recolectar arándanos y frambuesas. En las tierras de su familia, también cosecha dihueñes (una especie de hongos), hojas de chupones y nalcas. Pero lejos su favorito es el changle, una hoja amarilla rizada que adora cocinar y comer (y que me intriga), porque dice, tiene el sabor y consistencia de la carne de pollo.

De vestido negro, tocado multicolor y trapelacucha anti mal de ojo, me habla de la dulzura de las frutillas blancas que crecen campo arriba (muy escasas, el kilo vale $15.000), de las propiedades del maqui y de los piñones que esta temporada, por la falta de nieve, han sido difíciles de encontrar.

Hija de lonco y machi, Ana llegó hace más de 20 años a vivir a Santiago buscando mejores rumbos, y hoy es una de las diez mujeres de la cooperativa Newen Lamngen, que instaló en Santiago la primera cafetería mapuche.

Los frutos que crecen en la Araucanía son parte de los ingredientes que junto a Aurora Luncumilla coloca en sus recetas de repostería. Tortas y tartaletas en base a harina tostada, de almendras, pistacho y por supuesto piñones.

“Le damos gracias a la tierra por darnos estos productos, es una bendición” me cuenta Ana sobre el significado que impregnan en sus preparaciones que rescatan como afirma Aurora “los sabores y saberes” de la cultura mapuche.

Ambas mujeres se conocían de ferias anteriores, pero fue en el programa Pueblo Originarios de la Municipalidad de Recoleta, cuando coincidieron con Erika Pilquil. Aquí aprendieron de gastronomía, hierbas medicinales, orfebrería y telar, y recibieron el apoyo para formar una cooperativa.  Encuentro de distintas historias de vida: por una parte la de Ana conectada con la tradición de su pueblo, y por otra, la de Aurora y Erika que nacidas en Santiago se vinieron a reencontrar y encantar con sus tradiciones de más adultas. Con esta conexión a sus raíces, ganaron el fondo Yo Emprendo en Comunidad del Fosis y junto a sus hijas (cinco en total y Valentina Carvajal, trabajadora social y la única “no mapuche”) abrieron la cafetería que en español se traduce como “fuerza de hermanas”.

Iniciativa que marca un hito tanto por tratarse del primer lugar en su tipo y también porque inspira con su forma de trabajo, sin jefaturas y con un modelo horizontal en donde cada una se gana el kulliñ (plata) de acuerdo a lo que trabaja y hace. “La economía solidaria y en comunidad se puede realizar. Queremos motivar a otros a formar cooperativas, a que puedan juntarse para romperle un poco la mano al capitalismo que estamos acostumbrados en la ciudad”, afirma Aurora. Mismo punto que rescató el director del Fosis, Cristián Troncoso,  el día de inauguración del local el pasado 21 de junio, al decir que «el emprendimiento asociativo es mucho más significativo como motor de desarrollo y es generador de buenas prácticas comunitarias y solidarias, que el emprendimiento individual”.

Así, en estas semanas de funcionamiento en marcha blanca, el grupo afiatado de mujeres se reparte entre la cocina y las mesas ubicadas en el segundo piso del mercado Tirso de Molina. En cántaros de greda sirven el agua caliente para el café de trigo, mate e infusiones que prepara Erika, y en platos, también de greda, los catutos (masas de trigo) con pebre o mermelada hechas por ellas mismas y las  que seguro serán sus famosas recetas dulces.

Preparaciones que llaman la atención de santiaguinos y turistas. “El otro día vino un caballero que vive en el centro de Santiago, que lo llamó una amiga de Australia para decirle que aquí había  una cafetería mapuche, vino a ver si era verdad, y era verdad”, me cuenta sonriendo Aurora sobre el señor que esa vez disfrutó de unas ricas sopaipillas, tortilla y un kuchen de manzana.

“Llenamos un espacio empoderado de diferentes culturas. Acá en el mercado, colombianos, haitianos, dominicanos están traspasando sus culturas a través de la gastronomía, y ahora estamos nosotras”, agregan las mujeres, felices de encontrarse, trabajar juntas y compartir su saber ancestral. 

  • Dónde: Pasillo 11 del segundo piso del mercado Tirso de Molina.
  • Cuándo: Por ahora están en marcha blanca y abren de jueves a domingo de 9.00 a 18.00 horas.
  • Cuánto: Trozos de tortas a $2.000, catutos a $600 y sopaipillas a $500. También tienen yepu y empanadas de cochayuyo, huevos de campo y pie de limón.

 

 

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