*Por Carmen Gloria Vitalic – Fotos hiddenarchitecture.net

Llegar a la Villa Portales es un viaje al pasado. Emplazada en un gran paño adyacente a la Quinta Normal en la comuna de Estación Central, sus construcciones fueron pensadas rescatando los impresionantes árboles que existían en el terreno -otrora perteneciente a la Universidad de Chile- por lo que las obras parecieran rendir tributo y pedir permiso a la naturaleza para estar allí.

Se trata de una iniciativa emblemática para la arquitectura moderna que, al igual que otros conjuntos habitacionales de la época, fueron ideados durante la segunda mitad del siglo pasado para solucionar el déficit de viviendas de calidad existentes para la clase media, luego de fuertes migraciones desde las provincias a la gran urbe en busca de una mejor calidad de vida y oportunidades laborales.

Foto: hiddenarchitecture.net

Construida en base a hormigón armado y albañilería de ladrillo entre los años 1954 a 1966 por encargo de la Caja de Empleados Particulares, se trata de 1.940 viviendas distribuidas entre 19 blocks (1.638 departamentos) y 302 casas, las que sólo ocupan poco más de seis hectáreas en un impresionante terreno de 31 hectáreas. En porcentaje, un 80 por ciento se mantuvo como espacio verde y el restante 20 por ciento fue destinado a construcciones. Los encargados de proyectar la Unidad Vecinal Portales (UVP) tuvieron presente la fisionomía del lugar, con algunas lomas entre la vegetación, por eso idearon edificaciones intentando preservar la belleza del sector salvando imponentes árboles y construyendo un verdadero recorrido alrededor de ellos, buscando que se mantuviera la esencia de parque público que tenía la zona. Un tema no menor, ya que el diseño original contaba con 14 plazas. Todo el concepto era un sueño, pues hasta ese momento reinaba en el país una arquitectura más bien clásica, con casas patronales edificadas en grandes espacios, muy distinto a las necesidades de los nuevos habitantes de la capital.

Además los arquitectos de BVCH (Carlos Bresciani, Héctor Valdés, Fernando Castillo Velasco y Carlos García-Huidobro) tomaron en consideración la posición estratégica del lugar comunicado con el resto de la ciudad gracias a su cercanía con importantes vías, con la Quinta Normal, la Estación Central y terminales de buses, a lo que con el pasar de los años se sumó el Metro y otros atractivos como museos, universidades y parques. El plan original consideraba también una parroquia, un jardín infantil y mucho comercio.

Foto: hiddenarchitecture.net

Un sueño innovador
Otro de los grandes desafíos para sus creadores fue la Ley Pereira que impedía la edificación de viviendas sociales de más de tres pisos. Para solucionar el problema, diseñaron amplios departamentos de dos pisos, en edificios que contarían con grandes espacios de circulación cada dos pisos, con pasarelas a altura entre las edificaciones. Eran las llamadas Circunvalaciones, que tenían como objetivo pasar de un edificio a otro sin tener que bajar nunca al primer piso, entregando una conectividad sin precedentes en las construcciones de Santiago ya que permitían caminar kilómetros sin tocar “el suelo». Otro detalle importante en esta concepción de espacios es que algunos de sus edificios llegan a medir más de 240 metros de largo. Para más creatividad, se ideó una rampa helicoidal en una de las edificaciones, que llevaba desde la zona de estacionamiento hasta el corredor del segundo piso. De esta forma se cumplía con una de las ideas reinantes en la época: privilegiar la circulación de los vecinos por sobre el desplazamiento de automóviles.

Pocas décadas pasaron desde la entrega de esta monumental obra hasta las primeras muestras de deterioro, especialmente por falta de mantenimiento y el uso que algunos vecinos dan en la actualidad a espacios que eran comunes, transformados en estacionamientos o ampliaciones de jardines. Hoy, sólo usando la imaginación y al entrecerrar un poco los ojos, es posible vislumbrar las imponentes pasarelas que unían desde las alturas muchos de los edificios.

Sus habitantes
Los actuales vecinos se han organizado para intentar perdurar el legado arquitectónico de la Villa Portales, accediendo a recursos públicos para la recuperación de plazas y otras áreas comunes, proyecto que quedó truncado con la llegada del COVID 19 a nuestro país.

José Pérez habita la Villa Portales desde que tiene memora. Hijo y nieto de residentes, tiene un vínculo especial con el sector pues fue presidente de la Junta de Vecinos hasta el 2018 y además colaboró durante años con una radio comunal que transmitía desde el lugar. “Mis abuelos llegaron al poco tiempo de inaugurada la villa, aquí se conocieron, se enamoraron y decidieron hacer familia”, quizá por eso su arraigo sea a toda prueba. “Quienes viven acá adoran la Villa Portales”, sentencia sin problemas.

A su juicio lo más destacable de los vecinos es “la vida comunitaria, algo que reconocen y valoran incluso las personas que llevan poco tiempo viviendo por acá”. Señala que esa fuerza surgió “luego del Golpe de Estado, cuando la villa fue un espacio de resistencia, lo que sin duda fue algo muy fuerte porque muchos pudieron ver los tanques encañonando la Casa Central de la que era la Universidad Técnica, hoy Usach. Ya en los ochenta la resistencia fue liderada por los jóvenes, que organizaron la Brigada Muralista América Latina, que está activa hasta hoy, con mucha gente participando y resistiendo a través del arte y la propaganda”.

Foto: Moritz Bernoully – hiddenarchitecture.net

Aunque lleva la Villa en el corazón, reconoce que hay algunos puntos que hay que mejorar, como las toma de algunos terrenos por parte de los vecinos. “Los primeros pisos han agrandado sus patios, lo que afecta mayoritariamente a las plazas que eran enormes y que ahora simplemente desaparecieron. También lamentamos la pérdida de puentes y pasarelas que en sus inicios conectaban y ayudaban mucho a la circulación, era algo maravilloso”, lamenta. Para recuperar dichos espacios “estamos organizados y transformamos un terreno que era prácticamente un peladero en un huerto comunitario, devolviendo para todos el espacio público. Esa es la mejor manera de recuperar el sentido original de que la villa fuera una mini ciudad”. Eso sí, reconoce que con mayor inversión podrían recuperarse las pasarelas para volver a dar a la Villa Portales el esplendor de antaño, algo que por ahora deberá esperar a que se supere la pandemia.

Foto: Consejo de Monumentos Nacionales de Chile, Felipe de Ferrari M. y Diego Grass P. – hiddenarchitecture.net

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