Son 25 coleccionistas que hace ocho años se unieron por una pasión en común: la citroneta. El grupo de Los Citroamigos es parte de un movimiento mayor, en donde también están La Comunidad Citronetera y El Club de la Citroneta.
No les importa la profesión ni el partido político ni de dónde vengan, sólo que cada uno de los socios de este club tengan entre sus posesiones uno de los modelos que corrieron por las calles hace cinco décadas o más.
Uno de ellos es Iván Araneda, que a los 22 de sus 33 años compró su primera citroneta. “Esta pasión nació mientras estudiaba derecho, cuando con mi primer sueldo me compré mi primera de las cuatro citronetas que tengo hoy” revela emocionado.
La más antigua, de 1968, la bautizó como ETA, y la más nueva, un modelo del año 79, la llamó FLATOLALISO, está última, sigla formada por las palabras fraternidad, tolerancia, laicismo, libre examen y solidaridad social.
Hace dos sábados atrás, estos Citroamigos hicieron un tour por el asfalto santiaguino.
En una mañana soleada, pasearon a damas y caballeros de clubes de tango de Santiago (algunos vestidos de época) y los llevaron en caravana hasta la Terraza Caupolicán del cerro Santa Lucía.
Allí fue ver una hilera colorida de autos bien cuidados, de distintos modelos, incluidos los fabricados en Arica a fines de los cincuenta. Iván nos cuenta que en el norte se armó el Citroën Azam, único en el mundo, porque “sólo en Chile fue dónde se varió el diseño francés”.
La actividad arriba del cerro, que contó con el apoyo del concejal Alejandro Vega, fue la primera en terreno de este club de Citroamigos.
Sus integrantes se reúnen los segundos domingo de cada mes y realizan paseos ocho veces al año. Sin embargo, esta vez quisieron hacer una acción social.
“Tenemos ganas de generar cosas de este tipo, como por ejemplo cerrar un barrio patrimonial y mostrar nuestras citronetas. La idea es mantener vivo el recuerdo para los abuelos y las futuras generaciones” remata Iván.
