Pedro Encina Fariña (63) es una de esas personas que tienen una memoria visual envidiable. Dice acordarse de prácticamente todos los días de su vida: desde el recorrido que hicieron sus papás a la clínica cuando nació su hermana, hasta los juegos de niño mientras vivía en Chañaral en los años 60, en donde la única entretención era escuchar una y otra vez los discos que tocaban en la plaza.

Es probable que de ahí venga su sensibilidad por el pasado y lo análogo, que lo tienen hoy, sin proponérselo, como el autor de Santiago Nostálgico. Una página de Flickr que comprende una colección de más de 17 mil fotografías, 13 mil de ellas publicadas con sus respectivos datos de fecha y lugar, y la cuál en su gran mayoría corresponden a archivo de la ciudad capital.

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“Me ha tocado vivir un cambio de época. Pasé de mi niñez en Chañaral, cuando ni siquiera la carretera pasaba por ahí y sólo teníamos luz unas horas al día, las que usaba para escuchar radio, a esto de internet. Es decir pasé de la edad de piedra a esto, en una vida”, asegura Pedro, quien reconoce no manejarse con el resto de las redes sociales, “soy apegado a como se hacían las cosas antes, logré hacer un Flickr, pero si me sacan de ahí sueno. Me preguntan ‘por qué no haces un blog’ y digo porque no sé lo que es un blog”.

Esta desactualización tecnológica la ha compensado con su agudeza y  la dedicación que ha puesto en su colección fotográfica, de la cuál se cuelgan empresas, instituciones, publicaciones, imitadores y otros seguidores del patrimonio.

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Crédito de foto: Estación Central, 1950. En la imagen aparece el fotógrafo de la Revista Life Eliot Elisofon. Rescate de Santiago Nostálgico

Recuerda que a los 10 años partió juntando postales de Napoleón, rusas y francesas, las que encontró por montones durante los paseos de domingo que hacía junto a un tío por el mercado persa de Balmaceda, que se instalaba a continuación de la cárcel y los prostíbulos.

“Entre las cosas que uno encontraba en el suelo había un relojito, una botellita y como basura al lado, las fotos. No eran un producto de primera salida. Las tenían por si alguien les compraba algo. En esa época me hice de muchas fotos” relata sobre sus tiempos de estudiante de arquitectura, cuando partió con el compilado que décadas después daría forma a Santiago Nostálgico.

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Crédito de foto: Un domingo en Providencia, 1958. Rescate de Santiago Nostálgico

La clave en la especialización de este rescate patrimonial se lo dio la Escuela Normal Superior José Abelardo Núñez, en donde le metieron en la cabeza  que a la hora de educar había que generar una profunda emoción para lograr el aprendizaje, “tengo que generar un sentimiento, es el secreto de la pedagogía”, acota. Fue esto más el descubrimiento del libro de Historia ilustrada de Chile de Walterio Millar, que narró a través de dibujos y textos, los hechos históricos más importantes del país, lo que lo inspiró a contar otras historias, la que hay detrás de miles y miles de imágenes.

“Subo una foto que no tiene que ver con la anterior, pero con una pequeña lectura que te induce a pensar en la historia que hay detrás, y parece que esa es una fórmula exitosa”, asegura.

Gracias a internet, pudo compartir el material de fotografías y libros que había acumulado por años. Comenzó el año 2008 siendo parte de la colección del fotógrafo Marcelo Montecino, que invitó en Flickr a dar vida a una antología de fotos latinoamericanas.

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Crédito de foto: Plaza Baquedano 1969, rescate de Santiago Nostálgico

“A partir de ahí tenía que tener una página mía para subir imágenes a su colección. Tenía que buscar un nombre que pegara y lo más rebuscado que encontré fue Santiago Nostálgico” afirma.

Sin embargo, su marca personal ha dejado huella entre los simpatizantes del archivo visual. No por nada lo llaman una vez a la semana para proponerle una publicación, ser apoyo de actividades varias y «biblioteca» para actos aniversarios y tareas de estudiantes.

En los últimos ocho años ha ido “engordando” su archivo, ganado prestigio y recibido aportes de “corresponsales”, como unos hermanos abogados de Concepción,  un ex suboficial de la Fach y un experto naval que le han dado pistas y detalles especializados sobre escenas del pasado.

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Crédito de foto: Calle ahumada1958, rescate de Santiago Nostálgico

“Una de mis foto favoritas es una del año 58, en lo que es hoy el Paseo Ahumada. Se ve la solera y pavimento, y viene una motoneta con una mujer manejando y otra sentada atrás. Esa la compré en Valparaíso, la tuve mucho tiempo en la billetera y se me dobló en una esquina, marca que quedó una vez que la escaneé. Esa foto está replicada en todas partes, colección que te metas, ves la foto y digo es mi foto, porque yo la tengo en mi bolsillo”, insiste reclamando contra quiénes republican sin darle ningún crédito.

“Subo fotos que sé, de las que tengo certeza, puede que me equivoque pero no me carrileo. En lo que es memoria fotográfica no me la gana nadie, mono que veo no se me olvida”, afirma Pedro.

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Crédito de foto: Postal El Mote con Huesillos de Gallardo Hnos. Rescate de Santiago Nostálgico

Y cuándo le pregunto, por cuáles son las favoritas de sus seguidores, sin dudarlo asevera que las de los años 50, en donde “me llueven comentarios del tipo ‘me habría gustado vivir en esa época’”. Sin embargo, advierte que la vida de aquel entonces era mucho más difícil que la actual. “La gente se queja hoy del Transantiago, pero en las fotos de antes aparece gente colgando de la pisadera de los tranvías. Algo parecido pasa con los palacios, hay que valorar lo que fue, una maravilla de edificio pero no comprarse el concepto de que cualquiera podía tener uno… o las fotos de los vendedores ambulantes de motemei, que uno lo ve lindo, pero es posible que quien los compraba era lo único que comían en el día. La nostalgia nos hace idealizar el pasado, pero antes había pobreza, hambre, gente a pata pela, uno se hace el desentendido con esas cosas”.

Y tiene razón, no nos podemos quedar aferrados en la nostalgia de la gloria del pasado, sino que buscar las historias de antes, de esos momentos inmortalizados de quiénes recorrieron las mismas calles que hoy nosotros recorremos.

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