Se trata de una recopilación e investigación de más de 300 imágenes capturadas en 135 años, a través de la cuál es posible observar los cambios en la representación femenina, desde los rígidos y formales retratos del siglo XIX hasta el color y la espontaneidad de la década de los ochenta. Un trabajo exhaustivo que rescata un archivo patrimonial donde es posible identificarse con mujeres de generaciones anteriores que podrían ser nuestras madres, abuelas o bisabuelas.
La publicación, que tiene programado su lanzamiento para el 21 de marzo en la Universidad de Los Andes, está financiada con recursos del Fondart Región Metropolitana.

Desde el año 1855 hasta el 1990. El nuevo libro de Estudio Brügmann es un viaje en el tiempo a través de 300 fotografías en donde las mujeres son las protagonistas. Mujeres en la ciudad, en la naturaleza, en la intimidad de sus casas, en eventos sociales, acompañadas o en solitario, representantes de las élites y también de clases menos acomodadas, que nos hablan de distintas formas de desenvolverse y de su empoderamiento en ascenso a partir del siglo XX.

“Mujeres, chilenas frente al lente fotográfico” es la primera publicación de Fernando Imas Brügmann y Mario Rojas Torrejón que aborda específicamente una selección de su archivo privado. Notable trabajo de investigación, financiado con recursos del Fondart 2023, que promete revelar la evolución de los roles y la representación de las mujeres a lo largo de 135 años.

“Queríamos difundir nuestro archivo porque sentimos que, aunque tengamos fotos increíbles no sirve de nada si están guardadas, la difusión de este archivo, de Santiago y mujeres en este caso, es importante para que llegue a todo el mundo. Creo que va a ser un aporte. Muchas veces conversamos con Amo Santiago de la importancia del archivo en sí mismo y vimos la necesidad de mostrarlo”, aseguran los autores.

Archivo Brügmann: Mujeres en la Plaza Juan XXIII o “de las palmeras” en Av. Providencia esquina Antonio Varas. Al fondo, uno de los edificios del Conjunto Unidad Vecinal de Providencia, diseñado por los arquitectos Carlos Barella e Isaac Eskenazi; c.1960.

Entre las cientos de imágenes se encuentran retratos tomados en estudios fotográficos, mujeres con grandes vestidos posando y mirando a cámara y un collage titulado Flores chilenas; otras más relajadas, de paseos de amigas por el parque Quinta Normal y vendedoras de frutas en una estación de tren. Y a partir de los años 20, registros de la fotografía minutera, formato que revolucionará el ambiente santiaguino y masificará los retratos y las instantáneas en la ciudad. Se sumarán luego fotografías influenciadas con el lenguaje cinematográfico con retratos de jóvenes con sus peinados tipo garçon, delgadas cejas, ojos ahumados y pequeñas labios pintados en forma de corazón color granate. Tal como exhiben las fotografías de la escritora Ester Huneeus (Marcela Paz) y la soprano Sofía del Campo y otros más osados como el de la actriz Cristina Montt con su atrevida indumentaria y gran escote.   

El libro también incluirá mujeres del mundo público, como la cantante Rosita Serrano, la actriz Ana González, la pintora Matilde Pérez, la tenista Anita Lizana, la campeona de salto alto Ilse Barends y las escritoras Inés Echeverría y Esther Cosani. Además de un retrato tomado por una mujer a otra mujer, el de Ximena Arrieta de Marín de la fotógrafa Elsa Aguayo. Y también el paso al color, con fotografías cada vez más «libres» y espontáneas que develarán tanto los cambios en la moda como nuevos espacios sociales y acceso a nuevas tecnologías como máquinas de escribir eléctricas y hasta modernos computadores Apple II C en la década de los ochenta.

¿Cómo fue el trabajo de selección y curatoría dada la gran cantidad de imágenes que tienen?  
Fernando Imas: Al principio fue sencillo porque seleccionamos las fotografías que a nosotros nos gustaban, pero superaban con creces la cantidad de fotos que necesitábamos para armar el libro. Fue difícil dejar afuera algunas, pero lo bueno es que queda material para hacer una segunda parte u otro libro que tenga que ver con el tema. El archivo completo se compone de 20 mil imágenes, entre negativos en vidrio, en acetato, diapositivas y fotografías. A medida que fuimos haciendo el libro nos llegaron varias donaciones que incluían fotos de mujeres, entonces también tuvimos que ingresar esas fotos. Cada fotografía dice algo, es un mundo en sí misma.

Mario Rojas: Lo que hicimos fue dividir por décadas y en base a eso ver las más representativas de cada periodo. Así empezamos a seleccionar. Para las fotografías del siglo XX, por ejemplo, buscamos las más espontáneas y en donde uno pudiera sentirse identificado con la familia propia. Que fueran reconocibles en ellas, alguien como tu bisabuela, tu mamá, lo que no pasa con una foto muy antigua. Lo importante es que nos preocupamos mucho de que las personas que nos han donado fotografías, que han confiado en nosotros, también tuvieran una fotografía puesta en este libro para así hacerlos partícipes.

¿Cómo estas fotografías revelan el cambio de rol de la mujer en la sociedad? A nivel de representación de sí mismas, de cómo querían presentarse.
Mario Rojas:
El libro revela como en cada periodo las mujeres buscaron diferenciarse una de las otras, yo creo que eso es lo lindo del libro. A pesar de lo rígido que pudo ser la fotografía en el siglo XIX o principios del siglo XX; las mujeres se ponían algún accesorio, una pose entretenida que dijera “aquí estoy yo y soy distinta a la que está al lado”. Todo el libro habla de cómo la mujer se representa a sí misma, se ve a una mujer más jerarquizada, en un espacio de mujer dueña de casa en el siglo XIX, que pasa a una mujer más espontánea y libre en el siglo XX. También es importante decir que el libro va más allá de los roles de madre y de esposa, mostramos a la mujer siendo mujer, representándose a ellas mismas. Recordemos que la fotografía era una forma de inmortalizarse, las mujeres de elite podían representarse en todas las etapas de su vida pero para personas de menos recursos era quizá el único momento que tenían para pasar a la “historia” a través de un objeto físico. El libro es entonces un recorrido rápido y entretenido de cómo la mujer empieza a salir del espacio más doméstico para apoderarse del espacio público.

¿Qué aspectos de la moda les llamó más la atención al realizar esta investigación?
Fernando Imas: Es súper llamativo la evolución de la moda, de cómo pasamos de unos vestidos enormes con una gran cantidad de tela, bordados, muy tapados, de mangas largas y amplias polleras, a los encajes y al cambio de distintas tonalidades. Me llama la atención el cambio de las mangas de una década a otro y también el uso de los accesorios. Lo indispensable que eran los guantes, las medias, los sombreros. Mi mamá en los años 60 usaba guantes y para mi abuela era imposible salir a la calle sin medias aunque fuera verano. Ver que de repente que en muy pocos años cambia y comienzan a usar pantalones, a sacarse las medias y los sombreros. Es como una evolución sin darse cuenta, el ver el libro desde la primera foto que es un daguerrotipo a las fotos de los años 60, 70, 80. Hay un cambio absoluto.

¿Cuáles son sus fotos favoritas?
Mario Rojas:
Todas me gustan, una selfie que para nosotros es tan normal, en ese momento también se tomaba. La de la Ama Seca de la familia Silva, es una representación de una persona que trabajaba en la casa, es muy escasa este tipo de fotografía.

Fernando Imas: Es bien difícil elegir, pero me gusta mucho la época entre guerras, con esa ropa que parecen uniformes, moda simple y elegante, con menos accesorios, menos plumas, no tan adornada por la sobriedad de la guerra. Y otra cosa que me gusta mucho son las fotos minuteras que reflejan un minuto en la vida de alguien, un minuto en la historia del país. Los minuteros se paraban en la calle Ahumada o en la Plaza de Armas, y sacaban una foto que era un minuto sin pose, sin arreglarse para la foto, sin nada. La persona iba pasando tal como estaba y lo que está atrás, los negocios, los autos, es lo que había en el momento, entonces encuentro que una foto minutera es un documento histórico impresionante, es congelar un minuto exacto de la historia, en este caso de Santiago.

Archivo Brügmann: Las mangas abullonadas, englobadas, o también llamadas de pernil, fue el último grito de la moda hacia 1895, que junto al corsé generaban la anhelada figura del reloj de arena, el ideal de belleza de la época. En el retrato, Isabel Irarrázaval. Donación Celine Reymond.

Archivo Brügmann: Retrato de Elisa Videla con chaqueta de terciopelo y pedrería. Estudio Helsby, 1869. Donación de Manuel Ignacio Aguirre.

Archivo Brügmann: A fines del siglo XIX, retrato de vendedoras de flores en la glorieta ubicada en la antigua plazuela de Santo Domingo, esquina de La Nevería, actual calle 21 de mayo.

Archivo Brügmann: Retrato minutero de mujeres en la calle Ahumada, al fondo una publicidad de la conocida tienda Pieles Namur, c. 1925.

Archivo Brügmann: Una selfie en 1924. Este grupo de amigas se autorretrató gracias a un cordel que accionaba el disparador de la cámara, inmortalizado su paseo al rural sector de Apoquindo, en la actual comuna de Las Condes.

Archivo Brügmann: Mujeres en el Pasaje Hurtado Rodríguez, entre las calles Huérfanos y Compañía. Al fondo se ve la Iglesia San José, en el barrio Yungay. c. 1965.

Archivo Brügmann: Amigas de paseo en el cerro Santa Lucía o Huelén, en el centro de Santiago. Octubre de 1960.

Archivo Brügmann: Retrato de Wilma Johnson Santander, con un cigarro en la mano. c.1985.

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