La historia local y la memoria colectiva son siempre puntos de referencia cuando las sociedades y comunidades proyectan su desarrollo y futuro. A veces, esas historias están en los libros y otras veces, en las voces de sus protagonistas que pasan de generación a generación. Por eso, la invitación es a contar la nuestra.

Parte el día y poco a poco se comienzan a asomar los vecinos de la Villa Golda Meir en la comuna de Lo Prado. Barren sus veredas, riegan sus jardines y se escuchan los éxitos musicales de antaño que entregan la energía necesaria para cumplir con los quehaceres hogareños.

Un barrio tranquilo y antiguo, conformado por adultos mayores y familias que vieron nacer a esta comuna en 1981 tras la división de la gran Pudahuel en las nuevas: Lo Prado, Cerro Navia y Pudahuel. Sin embargo, lo cierto es que la historia de Lo Prado es mucho más rica y llena de historia que este mero ajuste territorial.

Abuelos caminando por la Villa. Crédito de foto: Paulina Quiroz

En tiempos de la colonia, Las Barrancas, como era conocido el sector, se caracterizaba por ser una zona rural y agrícola donde abundaban las haciendas y chacras, entre ellas, la hacienda Lo Prado, el fundo Blanqueado y la chacra Santa Elisa.

Con la evolución de la capital, Barrancas comenzó a crecer con nuevos vecinos provenientes del norte perjudicados por la crisis económica derivada del cierre de las salitreras del norte.

A partir de la década del 1920 surgen también las primeras poblaciones bautizadas como Lautaro, Blanqueado y Anexa Lautaro, se inscriben los primeros loteos y se establecieron los primeros centros médicos y retenes policiales. Ya para 1960 empiezan a construirse las viviendas “CORVI” y conjuntos habitacionales más residenciales, como es el caso de las Villas California, Ecuador, Kennedy y Cardenal Frings.

De Israel a Lo Prado
Con la llegada de Eduardo Frei Montalva a la presidencia de Chile en 1964, se dio inicio a un ciclo de promoción popular que buscaba potenciar a las organizaciones comunitarias y fomentar su participación. Desde allí, se impulsó la creación de juntas de vecinos, corporaciones deportivas y sociales, centros de madres, sindicatos y más.

En este contexto nacen los “comités de adelanto”, que buscaban soluciones habitacionales para las diversas “tomas de terrenos” presentes en la comuna, una de ellas, el campamento “16 de abril” ubicado en la intersección de las calles Dorsal con Neptuno. Tras el trabajo conjunto entre pobladores y Estado, con el patrocinio de la Embajada de Israel en Chile, las familias esta “toma” logran la construcción de casas y departamentos en 1969, bautizando el nuevo conjunto habitacional como Villa Golda Meir, en honor a la figura de la entonces Primer Ministra de Israel quien visitó Chile en 1964 y tenía una estrecha amistad con el ex presidente Frei Montalva.

Paralelamente a la construcción de las viviendas, se dio inicio a las faenas de la línea 1 del metro que inicia su trazo y tiene sus talleres de armado y reparación de carros en Lo Prado.

Hoy, esta comuna posee cerca de 110 mil habitantes, 29.526 de viviendas y una dotación de 1,9 metros cuadrados de áreas verdes por habitante. Sigue creciendo en densidad y diversidad lo cual plantea importantes desafíos de desarrollo, sin embargo, hay algo que permanece intacto en su ADN y esa es la capacidad de trabajo conjunto como base para alcanzar una mejor calidad de vida. Ese debe ser la brújula que guíe a las autoridades y a las nuevas generaciones en la creación de una comuna mucho más amigable y coherente con sus necesidades actuales.

**Fuentes: Municipalidad de Lo Prado, casamuseoeduardofrei.cl, mi abuelo Wualdo Quiroz y mi papá Igor Quiroz.

Fotografía familiar de Paulina Quiroz en Lo Prado.

Estación Neptuno del Metro, en la comuna de Lo Prado.

Las calles de la Villa Golda Meir en la comuna de Lo Prado.

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