Parte de su registro, que transita por las jornadas más representativas de los últimos 730 días, quedó incluido en su libro 18-O Zona Cero. “Es el retrato de un hecho histórico, no tiene una carga política, es un trabajo artístico de algo que pasó, que está pasando y probablemente va a seguir pasando», asegura el autor.

Fotografía: Pablo Valenzuela Vaillant.

La Plaza Baquedano, la llamada Zona Cero del estallido social, es un sector que bien conoce Pablo Valenzuela Vaillant. Hasta aquí ha llegado a registrar una y otra vez, durante los últimos dos años, el ambiente que rodea las manifestaciones y las marchas. Trabajo persistente -que según reconoce- busca abordar un hecho histórico desde una mirada artística y desde donde cada cual puede sacar sus propias interpretaciones.

Ha sido testigo voluntario y privilegiado de los eventos alegres y violentos. De la multitud festiva y también del pesar de los vecinos, muchos de los cuáles han emigrado del sector ante la presión permanente de cada viernes.

Dedicado a la fotografía hace más de tres décadas -luego de ejercer dos años como ingeniero- se inició capturando la naturaleza. Con su cámara inmortalizó paisajes a lo largo de todo el país, trabajo que quedó plasmado en una docena de libros y exposiciones, entre las que se cuentan Chile Profundo, La otra Patagonia y Chile, geometría del instante en donde deja impregnado el concepto minimalista que caracteriza su trayectoria.  «Estética que amarra todo mi último trabajo» dice, incluyendo su recién editado libro 18-O Zona Cero, retrato de un hecho que cambió el rumbo de la historia de Chile y que se encuentra a la venta en weprint.app.

¿Cómo traspasaste tu mirada minimalista, característica de tu trabajo fotográfico en la naturaleza, a un proceso histórico tan complejo y con tanta información visual?
Fue un proceso muy gradual. En mis primeros trabajos, la presencia del hombre era a escala muy pequeña respecto al paisaje en general, pero tuve una transición en dos trabajos específicos: el trabajo de fotografía en las calles de algunas ciudades del mundo, en donde el hombre es muy protagonista; y en lo que he hecho con Ayquina, esta fiesta religiosa que se realiza al interior de Calama cada septiembre para venerar a la Virgen de Guadalupe. Este es un escenario muy desafiante para un fotógrafo y está en la misma línea estética de la Plaza Baquedano, en el sentido que se mueve mucha gente, pasan muchas cosas y cambia el escenario en todo momento, con la agravante que en la plaza a veces hay temas de inseguridad. La situación va cambiando, uno tiene que ubicarse en el suelo, esconderse, caminar y estar muy atento todo el rato, esto es un patrón común para ambos trabajos y es algo que me gusta mucho, es muy adrenalínico.

¿Cuándo fuiste por primera vez a la Zona Cero, cómo fue la llegada a ese lugar?
A la plaza no llegué altiro, fui el lunes (21 de octubre de 2019) porque estuve antes en las manifestaciones de Ñuñoa y en otros puntos. Al comienzo quería retratar esto de una manera más global, pero después de ir un segundo día a la plaza, dije «mejor me voy a concentrar en un lugar muy específico» y justamente fue ahí donde se dieron prácticamente todas las manifestaciones. Me la jugué bien en ese sentido.

Fotografía: Pablo Valenzuela Vaillant.

En estos dos años han pasado muchas cosas en la Zona Cero. En un comienzo había una mirada más masiva de que estaba bien o que era justificada la destrucción ¿Cómo viviste ese momento? ¿Cuál es tu mirada sobre el tema patrimonial?
Hay grupos que hasta el día de hoy mantienen esa justificación, lo que sí ha aumentado es una condena en el sentido que la gente ha tomado un poco de conciencia de la destrucción del patrimonio, no solamente del patrimonio histórico, cultural, arquitectónico, que es muy importante, sino también de todo lo que ha afectado a los vecinos, que pueden tener lugares no patrimoniales, pero que son de su propiedad, de la cual viven y trabajan.

Yo me opongo a todo tipo de violencia por principio. Además, esta violencia no sólo se concentró en el año 2019. En el 2020, el aniversario fue muy fuerte. Yo estuve el 18 al amanecer porque quería retratar el antes, el durante y el después, y fui muy temprano el 19, a retratar la Parroquia de la Asunción en Vicuña Mackenna, que resultó completamente destruida. Recién había pasado el incendio y pude enfocar hacia adentro. Y no sé que irá a pasar este segundo aniversario, espero que se calmen un poco más las cosas porque a todos nos hace mal.

En lo personal, ¿cómo han ido cambiando tus emociones respecto al espacio y lo que ha pasado ahí?
Me ha pasado que todos los días son distintos. He visto cosas muy buenas, emocionantes, manifestaciones muy pacíficas, emotivas, festivas. Cada uno tiene su derecho en la medida que no afecte el espacio del otro, todos tienen derecho a manifestar su opinión y a protestar… en ningún caso está en cuestión eso, pero junto con esa manifestación bastante masiva y pacífica, siempre hay grupos más radicales que están en los extremos, a veces son numerosos, a veces no, pero si son muy agresivos y destructivos y esos se ven siempre.

Muchas veces la gente que no está ahí dice que es porque carabineros provoca… me ha tocado ver muchos carabineros cerrando el paso, a caballo, con el guanaco, con lacrimógenas, pero me ha tocado también ver algunos días en donde no habido ningún carabinero y curiosamente se producen los mismos daños, igual hay destrucción. El año pasado, no había nadie en la Iglesia de la Asunción y entraron y vandalizaron. Vi como tiraban las cosas, era una destrucción muy irracional, con mucha rabia, me llamaba mucho la atención y eso lo vi muchas veces… gente entrando a sacar muebles de locales comerciales, lanzando refrigeradores de los almacenes a Metro Baquedano… tiraban estas cosas con una irracionalidad que me preguntaba, quien gana aquí, quien gana.

Fotografía: Pablo Valenzuela Vaillant.

¿Crees que el 18 de octubre va a quedar marcado en la historia, pese a que el número de manifestantes se ha ido reduciendo en el tiempo?
Creo es una fecha que se va instaurar, queramos o no, porque históricamente ha pasado con otras fechas emblemáticas. El 18 de octubre va a quedar para la posteridad, hay que tratar que ojalá todas las celebraciones y recuerdos de uno u otro lado, sea con respeto por todos, todos vivimos en el mismo país y todo nos debemos respeto, no tiene por qué ser con destrucción. Pero es muy temprano para aventurar lo que va pasar más adelante, pero por lo que he visto en redes sociales y lo que me han dicho algunos vecinos, este 18 deberían pasar cosas. Hay  varios llamados a manifestarse, estamos en un momento muy complicado en la política, a semanas de las elecciones, entonces es un momento en que creo que seguirán pasando cosas, ojalá sin violencia.

¿Has pasado algún susto? Y en contraparte, ¿recuerdas alguna historia o anécdota más positiva?
Hay muchas cosas que hay que estar manejando al mismo tiempo. Hay que cuidarse de los peligros que se dan, a veces te puede llegar una lacrimógena, un piedrazo o un fierro… lo que sea. O te pueden mojar, robar la cámara, pero en líneas generales nunca he tenido susto de que me roben, me he sentido bastante acogido, me han ayudado cuando tiran las lacrimógenas, siempre hay gente que anda con bicarbonato. Nunca he tenido un problema, pero sí me ha tocado en que me he visto acorralado, a veces porque me he metido más adelante de los que debiera haberme metido.

¿Cómo te mueves en la plaza, en grupo junto con los otros fotógrafos?
Trato de no estar tan encima, me gusta la foto de la gente, los bailes, los rostros, la geometría que se produce, las sombras, y eso lo veo en distintos lugares, en la arquitectura, con la gente entremedio, entonces eso no necesariamente está en el punto más candente de la misma marcha. Uno tiene que estar dispuesto a estar muy atento, pero no estoy dispuesto a correr un riesgo porque no tiene sentido, tengo familia y quiero seguir como fotógrafo. Yo voy protegido con casco, antiparra, pañuelo, pero en general no me arriesgo y no es de mi interés para lo que estoy haciendo.

Tu trabajo se distancia del fotoperiodismo, de hecho logras fotografiar belleza en situaciones que son dramáticas o sorprendentes, como las del muro que rodea el plinto del monumento de Baquedano
Este muro tiene varias lecturas, pero fotográficamente es muy potente.  Busco la belleza en situaciones que en sí pueden no ser bellas, pero busco un patrón estético y eso me motiva mucho. Por eso voy mucho a las marchas, y estoy muy motivado con eso, pero espero que se calme y que no haya destrucción, porque hay gente que lo pasa muy mal. Piensa que está cerrado el Teatro Universidad de Chile, he llegado a ver hasta un colchón en la puerta, no sé que habrá pasado con todos los músicos, con la gente que trabajaba ahí. Lo mismo con el Museo de Violeta Parra, los dos cafés literarios, para qué decir los restaurantes, los hoteles… el Crown Plaza, el Principado, el Luciano K, los cafés. Gente que se la jugó, que todo su trabajo estaba en ese punto y lo perdió. Hay gente que va a decir «oye, no se ha perdido el patrimonio», pero pensemos lo que es para esa familia y esa persona haber perdido todo eso.

Fotografía: Pablo Valenzuela Vaillant.

Además que se ha perdido la calidad de vida de un sector único en Santiago, en donde confluye historia, cultura, oferta gastronómica, la ciudad pierde…
Este es un barrio muy particular, de gente que vive ahí y de mucha circulación, donde se unen las comunas de Providencia, Recoleta y Santiago, lugares de restaurantes en Bellavista y Lastarria, lugares de hoteles, de concentraciones por celebraciones de los triunfos de Chile, es un lugar donde todo confluye, incluso la línea de metro, es como el punto cero de Santiago incluso más que la Plaza de Armas y la Moneda, porque en términos urbanos conecta el gran eje Alameda – Providencia – Las Condes y el gran eje de Vicuña Mackenna – cerro San Cristóbal. Es el punto turístico más potente de la ciudad de Santiago y se ha visto muy afectado.

Este lunes 18 de octubre me imagino que vas a estar temprano en Plaza Baquedano, ¿Cuál es tu plan para ese día?
Quiero retratar el antes y el después, espero que haya un antes igual al después. Si hay una pintura más, da lo mismo, pero que no pase lo que pasó el año pasado, cuando quemaron dos iglesias preciosas, que aparte de ser lugares patrimoniales, son lugares importantes para la comunidad. No porque uno no sea católico tiene el derecho de destruir un sitio que es simbólico para otros. Ahí acogían a gente en situación de calle, allí hubo gente que se casó, que los bautizaron, todo un símbolo para un barrio.

Fotografía: Pablo Valenzuela Vaillant.

En tu nuevo libro que retrata estos dos años, ¿Hay alguna fotografía que te guste más, una favorita que resuma un poco el proceso posterior al 18-O?
Me gusta mucho esa fotografía del muro, porque vuelvo a mis raíces, es súper minimalista. Es una foto donde está el banco, el muro y sale detrás el plinto del monumento a Baquedano, de hecho en esta foto sale un carabinero de guardia que justo cruzó, que le da un elemento humano a esta cosa tan simétrica, tan arquitectónica. Tengo otra foto similar, sin el carabinero, que está de portada en la revista AOA, de la Asociación de oficinas de Arquitectos. Es una foto que dice mucho y tiene varias interpretaciones, habla mucho de lo que pasa, tiene mucha carga.

Y también hay otra de unos rostros de grupos feministas, que salen con las caras tapadas, pero donde se ven los ojos muy expresivos; y otra que tomé justo cuando cruzaba un manifestante, donde se dan una formas en el pavimento, una fotografía muy plástica. Ese tipo de foto me motiva mucho hacer y para eso hay que estar mucho rato en el lugar.

Fotografía: Pablo Valenzuela Vaillant.

Como dices, una fotografía puede ser el resultado de horas de estar en un lugar, o de muchos intentos similares antes de llegar a eso que buscas, de capturar ese momento y no otro
Eso pasa en todo orden de cosas, hay que controlar la ansiedad porque está pasando una cosa en un punto y te estás perdiendo lo que está pasando en otro. A veces cuando subía a la Galería Cima veía unos bailes a 200 metros, o un grupo que venía como una cofradía nortina, una banda, el guanaco… eran muchas situaciones que se dan en el mismo instante y uno tiene que optar. De la misma forma, cuando iba a retratar las fiestas nortinas, cuando estás tomando una foto y estas ahí, te estás perdiendo muchas otras fotografías, pero así es la fotografía por definición, no puedes estar en el norte y en el sur a la vez. 

A veces también es factor de suerte, me cambié de lugar y perdí la foto, no siempre se da todo. Hay varios fotógrafos que pueden ir a la misma marcha y tomar fotos muy distintas, todos tienen su mirada.

 

Fotografía: Pablo Valenzuela Vaillant.

Fotografía: Pablo Valenzuela Vaillant.

Fotografía: Pablo Valenzuela Vaillant.

Fotografía: Pablo Valenzuela Vaillant.

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