De lo que ya no existe de la comuna de La Cisterna pero que marcó a toda una generación, está lo que queda del Cine Moderno que funcionó hasta comienzos de los noventa en el paradero 18 de Gran Avenida y que en el último tiempo fue la Iglesia Universal del Reino de Dios. En el sector también existió un bowling en la calle Jorge Cáceres en Los Morros y el famoso Parque Rosedal, una quinta de recreo por donde pasó la famosa orquesta de Pérez Prado. Años en que la comuna era un sinfín de parcelas frutales y que cuyos vestigios pueden verse aún en las plazas, como el árbol de granada que encontramos en el cuadrante verde dedicado al famoso doctor Diego Whittaker y en los amplios patios de las casas.
Durante nuestro recorrido por la comuna en el desafío #AmoSantiago52 estuvimos acompañados por dos vecinos y gestores locales: León Jorgh quien lleva a acabo una investigación que recupera parte de la memoria de la comuna y Sara Ruiz, conocida como Sary Santiaguina e iniciadora del colectivo Patrimonio Chileno , quienes nos compartieron sus recuerdos que siguen a continuación:
Acacios, Granadas y (Anfi)teatro
*Por León Andrés Jörgh
Adobe. Arte. Jugar en la cuneta. Fruta de la mata. Esa fue mi infancia en “Lo Ovalle”, a comienzos de los noventa. Mis primeros recuerdos son la lluvia nocturna cruzando la luz de un poste a través de los acacios en flor; el petricor y el otoño. También estaban las historias de mi tía Rosa, que me servía té de hoja en una pequeña taza de café, sentados bajo el limonero en el patio empedrado de su casa, acompañados de su gato angora y un par de gallinas, mientras mis tardes eran de jugar al “teatro” en el pasaje con mis primos e imaginábamos historias fantásticas: nos disfrazábamos y acción.
Mi desarrollo estuvo marcado de relatos y secretos de estas tierras —algo que acarreo hasta hoy y me lleva a querer saber más de todo lo que habita detrás de cada muro. Es así como termino aprendiendo la historia del “Estadio Palestino” y los orígenes del olvidado Anfiteatro, bautizado “Anfiteatro Salvador Allende Gossens” por el alcalde Santiago Rebolledo como un símbolo de memoria y reconciliación. Construido por los vecinos a mediados de los ochenta bajo los programas del PEM y el POJH, donde la extracción de piedra para construir el estadio dejó un enorme socavón y es así cómo el arquitecto vio la oportunidad de construir este anfiteatro, dando, tal vez, una chance a la cultura de los barrios pero también una nueva oportunidad de trabajo a los vecinos.
El entrar en contacto con ese anfiteatro empedrado me hizo recordar a mi tía Rosa, quien me enseñó a caminar a pesar de estar en silla de ruedas y que cada tarde comíamos granadas y nísperos frescos, pero también imaginé las historias de cada jefe de hogar que tuvo que mover piedras para llegar a fin de mes, o aquellos que vinieron al sur del camino departamental a echar raíces con su familia, o simplemente a encontrar su lugar de retiro. Un fin de semana al ver como crecían las bugambilias en los jardines de la comuna me dijeron que estas eran “tierras felices” y muchas cosas cobraron sentido en mí.
A pesar de ser un sector de baja forestación, el paisaje verde vuelve a crecer, a modo de recordatorio de quienes estuvieron y nos dejaron grandes enseñanzas, como un espacio doloroso perdido en una villa, o un sitio ilustre alterado por la vorágine del progreso; sentí que ese socavón cultural de piedra y concreto puede ser la respuesta para volver a reflejarnos en la memoria y así poder aprender de esta tierra feliz.
Parque Rosedal
*Por Francisco Ruiz Correa, autor de un texto llamado Lo Ovalle Portal de La Cisterna (1992- Fondart-Mineduc) que relata la historia del barrio Lo Ovalle
«El gran parque Rosedal, que se ubicaba en Gran Avenida 6515 cerca del paradero 18, tuvo su apogeo entre las décadas del 40 y 60. El dueño de la quinta de recreo, Benjamín Rodríguez sabía mantener la atención. Contaba con una gran cantidad de mesas. Allí se iba los sábados y domingos.
A partir del mediodía; con niños, esposa y amigos a lo que era una verdadera fiesta familiar, donde se almorzaba. Los niños tenían columpios y espacios para jugar, y el lugar era visitado por personas de todas las clases sociales. Allí cantaron y participaron grandes artistas de la época como la famosa orquesta Pérez Prado. Aquí el doctor Alberto Castillo dio a conocer “la que murió en París» y las orquestas de Segundo Zamora, donde cantaba Armando Bonasco y la de Porfirio Díaz, eran la atracción de la quinta.
En el humor estaba Chito Morales y Romilio Romo. Sus programas eran transmitidos de trasnoche por la radio Sudamérica, de 23.00 horas a la medianoche por el dial CB 126, Yungay del Pacífico y otras. Alrededor de 1968, parte importante del parque fue afectado por un incendio, lo que marcó el inicio de su decadencia.
Luego, en 1977 la llegaba del Metro con terminal en Lo Ovalle mantuvo al público por años lejos de la Gran Avenida debido a su construcción. La familia Batich compró la parte trasera y lateral y construyó varios edificios y galerías comerciales. El actual Rosedal es un restaurant de mala muerte, con algunas máquinas tragamonedas y los eternos borrachitos del barrio».
Historia que actualiza su hija, Sara Ruiz, diciéndonos que hoy ni siquiera existe la fuente de soda, ya que demolida para dar cabida a distintos locales comerciales.