El elevador de los años 20, provisto de una doble reja de fierro y una estructura interior cubierta de madera, será reemplazado por uno nuevo. Enrique Escobar, uno de los copropietarios del inmueble, ve con frustración cómo otro elemento patrimonial de la ciudad pasará literalmente a la historia.
“Se nos va, lo perdimos… qué rabia”. Impotente, el ingeniero Enrique Escobar Gattas ve con desesperanza cómo avanza el plan de recambio de ascensor de uno de los históricos edificios de puentes de hormigón del Paseo Phillips que data del año 1927.
El elemento original, que acompaña la obra del arquitecto chileno-alemán Albert Siegel, funciona de manera correcta, aunque no estaría cumpliendo la normativa. De ahí que la administración del inmueble de Phillips 15 informara el año pasado el reemplazo del antiguo ascensor de reja de fierro, por uno moderno.
“La Junta de Vigilancia compuesta por tres personas mandó un correo diciendo que cambiarían el ascensor. Yo estaba enfermo en esa época y me quedé confiado en una carta que había enviado al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) diciendo que debían restaurarlo… pero llegó un minuto en que nos avisaron que efectivamente lo iban a cambiar. Logré que detuvieran los trabajos porque no contaban con los permisos de obra municipal, pero luego vino un debate, y el Consejo se desdijo indicando que de acuerdo a la ley, sólo se podían meter si había cambios en la fachada del edificio”, recuerda Escobar.
Recordemos que las construcciones del Paseo Phillips se encuentran en la declarada Zona Típica que rodea la Plaza de Armas y el ex Congreso, contando con protección por su valor histórico, arquitectónico y patrimonial.
Tras la respuesta del CMN, Enrique comenzó a golpear puertas de concejales y presentó un recurso de protección en la Corte de Apelaciones esperando que el Consejo reconsiderara su decisión y se pudiera salvar la añosa estructura, que hasta antes de la pandemia funcionaba con ascensorista. María Eugenia Contreras -quien estuvo cinco años en este oficio y que hoy es recepcionista del edificio- lamenta lo sucedido: “es una pena, porque es un patrimonio, es bonito, quedan pocos ascensores así, pero la gente así lo quiso. Ya está todo listo y el recambio debería ser esta misma semana”.
En ese sentido, Escobar reconoce que debió unir fuerzas con los demás vecinos: son 20 en total en ocho pisos y ninguno ha manifestado hasta ahora ni interés ni desaprobación. “De nada sirvió que adujera que había una cotización más barata, de servicio de ingeniería y restauración que había reparado el ascensor del Luciano K y del Mercurio de Valparaíso y que nos permitía cumplir la norma manteniendo su valor. La respuesta fue no, queremos una ascensor chino y punto” reclama.
A través de una circular interna, la administración del edificio informó a la comunidad que los trabajos de recambio durarán 45 días hábiles, tiempo en que no se contará con ascensor para realizar «el desmonte de cables y sistemas eléctricos, entre otros. Finalizados los trabajos contaremos con un ascensor que sea eficiente en su servicio y que esté certificado” se lee en el documento.
Los cinco edificios del Paseo Phillips fueron considerados como vanguardistas e innovadores en su época, dada su altura y los dos puentes aéreos que los conectan cruzando por sobre la calle y «que se insertan dentro de la trama urbana de la Plaza de Armas con un lenguaje clásico pero muy moderno, tan característico en la obra de Siegel» indica Mario Rojas, Licenciado en Conservación, investigador patrimonial y co-fundador del Estudio Brügmann.
Por el frente en Phillips 16, vivió el Presidente Jorge Alessandri Rodríguez en una época en donde este tipo de edificios representaba un quiebre en la forma de habitar la ciudad, porque el departamento como concepto de vivienda, se convierte en un paradigma de modernidad, cuyas instalaciones -que incluían calefacción central, sistemas eléctricos, agua potable, ductos de basura, ascensores automáticos e inclusos garages para autos- representaban una forma de vida confortable y de vanguardia.
“El ascensor del edificio Phillips es un representante de esa época, la compañía estadounidense Otis llegó con fuerza a principios del siglo XX a Chile cuando nuestra arquitectura estaba transformándose, y a medida que los pisos se elevaban en altura, el ascensor se convirtió no sólo en un símbolo de lujo sino que, en una comodidad para los usuarios. El palacio de La Moneda instaló ascensores Otis, también el Rascacielos Ariztía, la Universidad Católica de Valparaíso, el Hotel Royal en la misma ciudad; en Santiago, la tienda Gath & Chaves; los Tribunales, la Biblioteca Nacional, el Hotel Crillón, el diario La Nación e incluso residencias particulares, como el Palacio Eguiguren de la calle Dieciocho, el Palacio Irarrázaval (actual Círculo Español) o en otros edificios, como el construido en la calle Merced por el arquitecto Luciano Kulczewski” asevera el investigador.
Y agrega: “desafortunadamente, los cambios en las normativas, así como también la nula mantención y la desaparición de muchos edificios históricos, ha generado que Santiago carezca de representaciones interesantes de estos ascensores, siendo cada vez más escasos. La historia de nuestra ciudad se oculta en estos ascensores, en sus rejas de fierro, en sus paneles de madera con filetes dorados, en sus rejillas de ventilación y en esos paneles añosos cuyos botones automáticos representaron en su momento la máxima vanguardia. No es lo mismo subir a un edificio histórico como es el de Philips en un ascensor antiguo que en uno moderno. Estos recambios van en desmedro de los edificios patrimoniales, que se suman a otras desmejoras como son los recambios de pisos, de cielos, de puertas y ventanas, tan utilizadas por las administraciones de este tipo de construcciones. Habitar un edificio antiguo es una tarea difícil y cara, por lo que urge un cambio en las normativas y mayores garantías para sus propietarios, para que puedan conservar en mejor forma, inmuebles tan representativos como éste; y todos sus componentes. El ascensor debería ser restaurado, realizar un recambio de maquinaria que se ajuste a las normativas vigentes, pues su reemplazo, disminuirá el valor patrimonial que tiene Phillips 15”.
Enrique Escobar, quien fue candidato a concejal por Santiago en las pasadas elecciones municipales, añade que este es el último ascensor de este tipo en Paseo Phillips. “¿Por qué la legislación vigente no protege este tipo de patrimonio de nuestro país en el corazón de Santiago? En Madrid, Nueva York o Buenos Aires estos ascensores serían mantenidos y apreciados como plusvalía de la propiedad. Aquí lo consideramos signo de retraso y no apreciamos su valor patrimonial. Seguimos destruyendo el centro de la capital”.
Si finalmente se recambia la estructura, con ella desaparecerá la labor de la ascensorista, el sonido de la reja abriendo y cerrando, y los bronces de los botones que marcaron uno a uno los ocho pisos del edifico. Cabe preguntarse, a dónde irán a parar, reja, maderas, luces, historias.
que impotencia y que poco valor se le da a las cosas clásicas y que como comentan fueron de vanguardia en su tiempo; un siglo atrás.
Es impresentable esta vesania destructiva y altanera que se hs ensañado con nuestro patrimonio histórico – cultural, ciertamente impresentable. Felicitaciones a Don Enrique Escobar por su iniciativa