*Por Lorna Harrington Parada

Reconocida artista chilena y Premio Nacional de Arte en 1995. Lily Garafulic fue la primera escultora en tener una exposición individual y la primera mujer en dirigir el Museo Nacional de Bellas Artes (1973-1977). Pionera, creativa e innovadora. Sus viajes y cercanía con grandes exponentes plásticos la acercaron a diferentes técnicas y a descubrir y desarrollar nuevas expresiones en la escultura, el grabado y el mosaico. 

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Nacida en Antofagasta, hija de inmigrantes croatas y la menor de nueve hermanos, su vida la dedicó al arte. Ingresó en 1934 a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, donde fue alumna del escultor Lorenzo Domínguez desarrollando retratos y bustos figurativos. Se dice que de una de las antiguas canteras del cerro San Cristóbal, la joven Lily extrajo piedra granito para esculpir un autorretrato, que fue su primera obra de talla directa en la piedra.

“Cuando esculpo hay cosas que con los ojos no veo. Por eso los cierro y toco. Mis manos me dan la sensación exacta de lo que quiero de mi escultura”.

Entre 1938 y 1939 viajó por Europa donde visitó museos, observó y estudió exposiciones, y en más de alguna ocasión debieron pedirle que se retirara pues ya era pasada la hora de cierre. Fue durante este viaje, y estando en París, que conoció a André Bretón y aprendió nuevas técnicas del escultor rumano Constantin Brancusi, logrando mutar de lo figurativo a lo abstracto.

En 1944, Lily Garafulic se convirtió en la primera mujer en realizar una exposición individual de escultura en el Instituto Chileno Británico de Chile. Posteriormente, y gracias a la Beca Guggenheim, la artista viajó a Nueva York donde pudo perfeccionarse en escultura en piedra junto a José de Kreft, en la New School of Social Research de Nueva York; y grabado con William Hayter en el Taller 17.

Crédito de foto: Revista LIFE

De regreso a Chile, concretaría una de sus obras más emblemáticas, los 16 Profetas de la Basílica de Lourdes en la Quinta Normal, a la que fue convocada por su hermano y arquitecto Andrés Garafulic, quien junto a Eduardo Costabal había emprendido la labor de ampliación del templo.

La obra trata de esculturas monumentales de figuras humanas de 3,5 metros, esculpidas en concreto y dispuestas a más de 50 metros del suelo rodeando la cúpula de la estructura de la Basílica. Fueron poco más de dos años (1946 -1947) de trabajo para desarrollar el conjunto que representa a 16 profetas bíblicos. Para delinear la fisonomía definitiva de los personajes, la artista se basó en rostros de diferentes artistas, escritores y filósofos que ella admiraba, entre ellos, Miguel Ángel, Baudelaire, Whitman, Rodin, Goethe, Dostoievski, Picasso, Beethoven, Nietszche, Unamuno, Verlaine y Tosltoi, además de esculpir su propio rostro en la representación de San Juan “con pelo corto y chasquilla”.

Crédito de foto: Revista LIFE

La trascendencia de esta obra llegó a confines internacionales. En abril de 1946, la revista estadounidense LIFE publicó un reportaje sobre la escultora chilena y su magnánima obra. 

Crédito de foto: Revista LIFE

En 1947, fue becada por la Universidad de Chile para viajar a Europa y Medio Oriente y asistir a la Escuela de Ravena, Italia, para estudiar la técnica del mosaico.

En el transcurso de su vida, Garafulic trabajó con distintos materiales, pasando desde la piedra, arcilla, mármol, bronce, madera, hormigón armado entre otros, experimentando no sólo con la materialidad sino motivada por las distintas etapas y vivencias de sus viajes y aprendizajes.

Entre ellos destaca la obra Aku -Espíritu, que nació del viaje a Isla de Pascua en 1959, a la que llegó para visitar a su antiguo maestro Lorenzo Domínguez. Allí refiere sobre la soledad y los espíritus de los dioses que acompañan a quienes habitan en esas tierras. Posteriormente, la concentración e inmovilidad aparente de los Moais servirían de inspiración para la creación de la serie Lunas, realizadas en bronce y mármol, en la primera década de los 60’.

Entre los años 1980 y 1983, destaca la serie Signos Idiomáticos, ideogramas como expresión de ideas y frases basada en los idiomas maya y azteca, plasmados en figuras de bronce.  

Además de su carrera como artista, fue docente en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, específicamente como profesora titular de la Cátedra de Escultura. Entre 1973 y 1977 fue directora del Museo Nacional de Bellas Artes, siendo la primera mujer en ejercer ese cargo. Durante su gestión, nació el Laboratorio de Restauración y Conservación de Obras de Arte del Museo, iniciativa que perduró hasta octubre de 1982, fecha en que se creó el Centro Nacional de Conservación y Restauración de la DIBAM.

Tal como lo describe Enrique Solanich Sotomayor, profesor y Magíster en Teoría e Historia del Arte y Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte en su investigación «Escultura pública y la cúpula de la Basílica de Lourdes de Santiago» publicada en el año 2006 «yendo más allá, Lily Garafulic propicia, sin sospecharlo, una fresca poética del espacio urbano y colectivo como soporte de arte, retomada luego por algunos continuadores al comprobar que la homogeneidad y fácil manejo, convierten al hormigón armado en una material adecuado a las necesidades plásticas circunstanciales, pues se amolda a la arquitectura, adecua a proyectos plásticos de morfologías y diseños complejos, resiste tensiones y vence la fuerza de la gravedad. En breve, ella y esa realización de casi sesenta años atrás, vaticinan la renovación en lo atinente de la escultura de gran formato en la ciudad, al inaugurar una alternativa citadina de imaginarios encantados, místicos y religiosos que concurren a la educación estética de la urbe. Mérito más que superior e inigualado».

Considerada entre las tres escultoras más importantes del país, junto a Rebeca Matte y Marta Colvin, Lily Garafulic obtuvo el Premio Nacional de Arte en 1995.

La artista, que murió el 15 de marzo de 2012, aún nos sorprende con sus obras que se conservan en el Museo de Bellas Artes, en el Museo de Artes Visuales, en el Parque de las Esculturas y visitando el Parque Quinta Normal, donde podemos admirar la más grande de ellas, los 16 Profetas de la Cúpula de la Basílica de Lourdes.


Mujeres en Santiago es un proyecto financiado con el Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Ministerio Secretaría General de Gobierno y el Consejo Regional Metropolitano.

Créditos:

  • Dron: Gonzalo Hidalgo
  • Investigación y producción: Lorna Harrington
  • Video y edición: Paulina Cabrera
  • Animación: José Luis Quiroz
  • Diseño y gráficas: Macarena Cabrera
  • Locución video: Verónica Cortés
  • Música: Gently, Onwards – ELPHNT
Los Profetas del templo ubicado en la comuna de Quinta Normal. Dron: Gonzalo Orellana.
La imponente Basílica de Lourdes. Dron: Gonzalo Orellana.
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