*Por Daniela Jorquera

Casi de casualidad y en el tiempo preciso aparece en Instagram la  publicación del Centro Nacional de Arte Contemporáneo Cerrillos invitando a visitar -de manera completamente gratuita- el taller del escultor Mario Irarrázabal. Actualmente se encuentran exhibiendo  la Bienal Nacional de Esculturas,  y es por ello que el área de mediación ha organizado tres visitas a talleres de artistas.

Pude ir a la del 26 de octubre, juntándonos todas y todos en una estación de metro para luego continuar en micro rumbo a la “cordillera”, y realizar una pequeña peregrinación en búsqueda de esta maravillosa casa-taller. Las ansias de perdernos entre las esculturas y las historias de (don) Mario nos tenían extasiadas/dos. Según yo es bien sabido que él es un hombre simpático… mal que mal, cuando la vida te obliga a vivir en una sociedad dividida por un muro (y sus consecuencias), para luego volver a tu país y enfrentarte a una dictadura que -entre otras cosas- coarta tu libertad, creo que el humor y la humanidad son las principales herramientas para sobrevivir. Y bueno, en la visita nos quedaría confirmado.

Un pequeño traspié nos retrasó y el propio escultor junto a otros visitantes que habían llegado en auto salieron a nuestro encuentro. De esto sólo les contaré que me subí al vehículo del escultor, y mi nivel de estrés por poder disfrutar la visita al taller y llegar a buena hora al trabajo fue completamente opacado cuando Mario le toca la bocina a un vehículo en la calle perpendicular y le grita: “oye es para el otro lado; quedan como unas diez personas”; la conductora se detiene -en plena calle en subida- y confundida pero gentil responde a la conversación… La verdad no recuerdo el diálogo con exactitud pero les resumo que la mujer no tenía nada que ver con los otros vehículos que habían salido a buscar a este grupo de 18 visitantes perdidos en aquel barrio residencial sin veredas. Mario simplemente acota: ¡se parece a la otra chica!. He olvidado ¿por qué estaba enojada?

Llegamos en el primer grupo. El reloj avanza y me cuestiono la existencia; la falta de organización; me pregunto si ¿es tan terrible llegar tarde al trabajo? ¿Por qué no me pedí el día libre? ¿y si falto? ¿Por qué el tiempo avanza tan rápido, y/o tan lento cuando una necesita que sea lo opuesto? Me odio por no tener auto y no haber llegado a las diez a la casa, más aún cuando una de las chicas que fue a buscar al grupo nos dice que ellas llegaron a las 10 y pudieron conversar larga y tendidamente con el artista…. en eso una de las chicas del grupo en que me encuentro me dice “yo pensé en llegar directo hasta acá” … en fin, ¿para qué amargarse más? Ya estamos aquí…sólo falta el resto.

Finalmente, ya todos están. Mario nos abre las puertas de su hogar permitiendo dirigirnos al jardín, el cual entre mucho verde se encuentra tal y como me imaginaba: lleno de esculturas a su haber, “derramadas” a su suerte en lo que considero una poética visual. Muchas de ellas las he visto antes, probablemente ustedes también, pero hay algo del estar en su hogar, en su sitio de creación, que nos provoca a todos esa sensación de tener feliz el alma.

Nos perdemos entre ellas, maravilladas y maravillados. El artista bromea de vez en cuando, nos indica algunos datos para -de a poco- ir rompiendo el hielo, hasta que finalmente comienza a hablarnos más de su obra, y a contarnos datos relevantes de algunas esculturas. El grupo lo escucha y hacen preguntas. Algunas y algunos nos perdemos intentando fotografiar este encuentro; a ratos grabo algún video para perpetuar sus palabras, sus historias.

Nos invita a conocer el taller. Una estructura techada de muros transparentes que ya nos había permitido observar su interior. Ingresamos. Escuchamos y consultamos por algunas cosas que llaman nuestra atención. Aquí se encuentran las “maquetas”, más bien los estudios de sus obras. En eso que nos habla, pasa a llevar una de ellas que termina golpeando otra y partiéndole un dedo, nada grave, él todo se lo toma con humor.

Continuamos por una pequeña habitación continua al taller, es su pequeño estudio. Aquí nacen y/o se nutren las ideas, pienso. Qué pequeño, pero igual me causa lógica. Súper ordenado; lleno de documentos; pequeños estudios de su obra “Mano” (1982) de Punta del Este. El grupo desaparece y algunos nos quedamos alucinados en lo que para nosotros era el nido de creación de todas esas ideas que terminarían siendo sus grandes obras.

La puerta nos dirige al jardín, la gente ha desaparecido, pero escuchamos sus voces, y es entonces cuando la mejor parte está por venir: una pequeña puerta –a mi parecer- nos guía a un galpón enorme que perfectamente podría ser su propio museo. Aquí, al igual que en la sala Matta del Museo Bellas Artes por allá por el año 2009, se encuentran más de 200 obras en distinto formato conviviendo entre ellas en un orden que a la vez también es un caos que permite que nos podamos extraviar entre ellas y poder seguir escuchando a Mario, Mario Irarrázabal, escultor.

Estoy extasiada. Esto es lo que se siente al caminar entre las obras. Así fue como me imagine aquel Taller Roca Negra de Federico Assler en el video del CorpArtes el año pasado (2017). No creo ser solo yo, miro a mi entorno de reojo y veo estas figuras humanas perderse entre las y los humanos que visitamos el taller. No hemos sido los únicos por lo que nos cuenta el artista, colegios también visitan este espacio… quisiera volver a ser estudiante y poder tener la oportunidad de visitar todos estos espacios y quizás…. ¿cuáles otros más?

Hace un buen tiempo atrás, a través de su arte empecé a comprender algunas cosas; hay cierto entendimiento de lo humano que se expresa tan cotidiano, pero a la vez tan complejo; me gustan sus obras colectivas en donde encontramos todas estas figuras juntas como aquella obra “Fuente del encuentro” (2004) en calle República, o por el contrario aquellas figuras solas que me parece, poseen un misterio y una carga de contenido aún mayor por revelar. Como dice Ramón Castillo “las obras del artista recorren un gran espectro donde la figura humana contiene el mensaje cargado de simbolismos y al mismo tiempo, proponen una poesía que no deja de ser cotidiana, cercana y directa”.

¿Qué más se puede decir? Lamentablemente para mí ha llegado la hora límite en la que debo partir a mi rutina laboral, he omitido el tiempo de almuerzo para poder disfrutar algo más, me convenzo a mí misma que almorzar cultura igual alimenta el cuerpo, pero llegar tarde al trabajo no es una opción así que en el apuro olvido fotografiar este jardín de esculturas que me despide. Pienso que a veces las mejores fotografías son aquellas mentales que me obligo a recordar para atesorarlas aún más. Salgo a recorrer este barrio desconocido en busca de transporte que me baje de aquella precordillera y me acerque al metro.

Estoy feliz, pero a la vez algo triste…podría haber aprovechado mejor esta visita. Sin embargo ya fue, aún quedan otras dos visitas a talleres programadas, dudo tener la posibilidad de ir de nuevo por mi trabajo, pero valió la pena y tuve la fortuna de ser uno  de los 15 limitados cupos. Voy en la micro perdiéndome por calles que nunca había visitado, voy más feliz que triste, me pregunto ¿en qué finalizó la visita? o ¿qué otras cosas más pudieron ver y/o escuchar quienes se quedaron? Llego a la hora justa a mi trabajo luego de tener que recorrer Santiago y medio. A pesar del estrés, la amargura a ratos, el salir corriendo antes que todos, les recomiendo enormemente la experiencia -estas visitas al taller– que organiza el Centro Nacional de Arte Contemporáneo Cerrillos, porque como lo dije antes: en el cotidiano –principalmente por trabajo- no todos pueden acceder a estas visitas; esa sensación que aún no puedo explicar revive mientras redacto esto, cada vez que veo las fotos y los videos; la actividad fue completamente gratuita (deben alcanzar un cupo eso sí); conocimos de la propia voz las historias detrás de estas obras; y mal que mal, no todos los días se conoce el lugar de trabajo e inspiración de un artista.

Disfruten de la Bienal Nacional de esculturas:

  • Dónde: Centro Nacional de la Arte Contemporáneo Cerrillos, Pedro Aguirre Cerda 6100, Metro estación Cerrillos
  • Cuándo: Del de octubre 2018 al 6 de enero 2019, martes a domingo de 11.00 a 18.15 horas (último ingreso). Cierre a las 18.30 horas.
  • Cuánto: Gratis
  • Más info: centronacionaldearte.cl

Las siguientes visita a talleres de artistas:

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