Después de una mañana nublada, sale el sol. Es sábado, tres de la tarde, y el Parque Alberto Hurtado (Ex Intercomunal de La Reina) se comienza a llenar de gente. Unas 5 mil personas participan de la segunda versión del Festival Despierta, que combina música y sustentabilidad en la proporción perfecta.
Entramos por avenida Padre Hurtado, surcando primero la laguna (con sus patos amigables) y las paradisíacas lomas de pasto verde para llegar al anfiteatro escalonado que tiene de fondo el escenario. Vemos a hippies chic, hippies hippies con cintillos de flores en la cabeza, familias completas, padres con sus hijos en coche, grupos de amigos y personas acompañadas con sus perros, también felices.
Mientras algunos aprovechan estar a todo sol, nosotras disfrutamos junto a otros, bajo la sombra de los árboles.
Decimos al unísono: “esta sí que es una tarde perfecta”.
La brisa corre entre las hojas de eucaliptos, los aviones del aeródromo pasan cada 5 minutos y los agiluchos se dejan ver sobrevolando el cielo. Al fondo el grito del vendedor de helados se mezcla con la música, que suena bien y unos metros más arriba, está instalada en pleno, la Feria Verde. Aquí encontramos stands con mermeladas caseras y brochetas de quesos de cabra y de vaca, además de puestos con productos de cannabis, miel, semillas de calabaza y otros más con cajas de compost y huertos verticales.
En los carros de comida hay choclos asados, hamburguesas de soya, quesadillas, limonadas y una gran naranja a medio abrir en donde se venden deliciosos jugos.
En este entorno, vemos cómo el festival se desarrolla a su ritmo. Dependiendo de la banda, los fanáticos se acercan en masa al escenario, generando un ir y venir que marca el paso de las horas y las presentaciones de los músicos. Desde las guitarras y percusiones de Perota Chingó hasta la fuerza de Ana Tijoux y la magia de Nano Stern.
Cuando es el turno de este último, sus fans levantan el polvo bailando descalzos sobre la tierra, al tiempo que el compositor habla varias veces con el público, homenajeando a Violeta Parra y haciendo una defensa por nuestra cordillera. “Somos benditos con los cerros que tenemos, San José, El Plomo” dice Nano Stern agradeciendo la columna vertebral del continente y mostrando su rechazo a los proyectos que junto con amenazarlos, también amenazan nuestra provisión de agua.
El día avanza con los españoles de Chimbao y luego, la que era para nosotras, la más esperada: Cat Power. Es la primera vez que la vemos en vivo y se nos apreta el corazón al verla confundida y molesta sobre el escenario. Olvida sus letras, pelea con el roudie y pese a todo, alcanza a tocar algunos de sus éxitos. Su voz está intacta, pero su corazón roto le sigue jugando malas pasadas en las giras, como ella misma reconoce.
Ya al final el público vuelve a despertar con el carisma de Kevin Johansen + The Nada. El argentino, un habitual de nuestro territorio, baila y disfruta junto a su fanáticas. Horas después veo en su instagram una foto en donde pasa en andas entre sus admiradoras: “casi me sacaron los pantalones” bromea.
La luna llena cierra la noche, saliendo por la cordillera para quedarse algunas horas más sobre nuestras cabezas.
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