“La historia arquitectónica de Santiago es como el álbum de la familia, ahí están todos, la abuela, los tíos…los que nos gustan y los que no”, nos dice Soledad Rodríguez Cano, una apasionada de las imágenes de archivo que en conjunto con el estudio jurídico Villaseca, publicó el que es su último proyecto de rescate patrimonial: Santiago, cien años en imágenes.
Ya llevaba varios meses de trabajo recopilando las fotografías de Obder Heffer, Enrique Mora, Antonio Quintana y Luis Weinstein, cuando surgió la posibilidad de invitar al proyecto a una de las firmas de abogados más antiguas de la capital. El estudio que partió con una oficina en Agustinas con Ahumada, cuando la ciudad era mucho más pequeña y silenciosa, estaba buscando celebrar su aniversario a través de un hito significativo que constituyera un aporte a la identidad cultural. Especialmente porque han dedicado su centenario a especializarse en las temáticas de propiedad intelectual. Por lo que no podía ser más sincrónico, sumarse a esta publicación de lujo que da cuenta de la evolución y transformación de Santiago entre 1916 y 2016 a través de la óptica de cuatro fotógrafos.
“El estudio había partido en el centro, así que se fueron convenciendo de que sería bonito ver como cómo la ciudad había cambiado en estos cien años”, recalca Soledad, historiadora que a través de su editorial ARC se ha especializado en la divulgación del patrimonio arquitectónico y urbanístico. Todo partió con su papá, el año 2007, cuando por encargo de un banco publicaron La Belle Epoque de Santiago Sur Poniente: 1865-1925. Desde ahí vinieron otros cinco libros, ninguno a la venta pero sí disponibles en formato digital, entre los que se cuentan Santiago desde al aire, Tesoros arquitectónicos del centro de Santiago y Palacios al norte de la Alameda.
Soledad, autodeclarada enamorada de Santiago, asegura que aún nos falta mucha educación en historia urbana, para valorar nuestro patrimonio y darle sentido a los edificios que hemos ido perdiendo en el tiempo por incendios, terremotos o lamentables decisiones de algunos. Y también para ir incorporando las construcciones nuevas, cada una con su historia.
Cien años en imágenes
Las fotografías de Heffer y Mora son las que más rápidamente se te vienen a la cabeza al pensar en el Santiago de comienzos de siglo XX. Ambas colecciones forman parte del Archivo del Centro Nacional del Patrimonio Fotográfico de la Universidad Diego Portales (cenfoto-UDP). Mientras que las de Quintana corresponden a las del Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago, el Archivo Central de la Universidad de Chile y el Archivo Fotográfico y Audiovisual de la Biblioteca Nacional. Y en el caso de las fotos de Luis Weinstein, los derechos están en él mismo, ya que comenzó a constituir su obra en la década de los setenta y aún lo sigue haciendo.
Los cuatro caminaron por el “mismo” Santiago y cada uno fue testigo de sus distintos momentos.
El canadiense Obder Heffer (1860-1945) llegado a Chile a fines del siglo XIX, con renombre por retratar a la élite de su época y al afrancesamiento de la capital, nos muestra un Santiago limpio, despejado, en donde se puede ver la cordillera desde cualquier lugar, y donde predominan las construcciones recién inauguradas. Coincidiendo con las celebraciones del primer centenario de la independencia de Chile, estuvo ahí para ver los primeros días del Museo Nacional de Bellas Artes, el Parque Forestal y su laguna, las obras de hermoseamiento del cerro Santa Lucía, el desaparecido Palacio Undurraga y la flamante Bolsa de Comercio. De todas las imágenes cautivantes, están también las de la Virgen del cerro San Cristóbal y la del Palacio Díaz-Gana, construido por Teodoro Burchard en 1875, que fue comprado por la familia Concha-Cazotte y tristemente demolido en 1935, a propósito de la falta de recursos por las deudas de sus dueños.
Las fotografías seleccionadas de Enrique Mora (1889-1958) nos llevan al período 1936-1958 con un Santiago más grande, más verde en la ribera del río Mapocho con el Parque Balmaceda en Providencia, los edificios Turri y la Estación Pirque en los alrededores de Plaza Italia, y hermosas panorámicas de nuestra Alameda. Aquí vemos más movimiento en la ciudad, vida comercial, autos, caballeros en traje y sombrero que caminan por Ahumada y Estado.
Sin embargo, su registro más impactante tiene que ver con la transformación del Barrio Cívico en torno al Palacio de La Moneda, con los bloques de edificios en un plan urbano que incorporó las ideas del australiano Karl Brunner, contratado como asesor urbanista por el gobierno. Postales fotográficas de quien partiera su carrera en Puerto Montt como corresponsal de El Diario Ilustrado y la revistas Zig Zag y Sucesos.
Antonio Quintana (1904-1972) nos traslada al Santiago entre 1950 y 1960, con una mirada mucho más social que nos muestra una ciudad ruidosa y en crecimiento.
Su trabajo, que lo sindican como el padre de la fotografía documental-social en Chile, acerca el lente a las personas. A niños jugando en el parque, a un niño vendedor de diarios, a pasajeros del transporte público y también a cités, que vienen a transformarse en una solución habitacional para los obreros en reemplazo de los conventillos. Entre sus fotos está también la de una feliz Violeta Parra, presente en la Feria de Artes Plásticas que se realizaba en el Parque Forestal, entre el puente Purísima y el Museo Nacional de Bellas Artes, y que reunía a pintores y artesanos.
Para cerrar Santiago, Cien años en imágenes, el escogido es Luis Weinstein (1957) quien registra el nuevo Santiago a partir de la década de los setenta. A través de su mirada vemos desde la Torre Entel, un hito arquitectónico y de las telecomunicaciones, la construcción del metro en la Alameda hasta las protestas contra la dictadura, hombres y mujeres en escenas cotidianas y torres de edificios espejadas. Un Santiago sin duda más convulsionado, acelerado y en constante crecimiento.
Sin duda un recorrido, que tuvimos la oportunidad de conocer y descubrir para atesorar todas esas imágenes y las que vendrán.
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