Lo primero que conocí de Alfredo Jaar fue su Estudio de la felicidad. La intervención urbana con la pregunta ¿es usted feliz? que sorprendía a un Santiago de 1980. Pregunta llevada a carteles a modo de publicidad en la vía pública y a una encuesta en donde lo sorprendente era escuchar lo bien que hablábamos en ese entonces. Tiempos de dictadura, en donde el estudio de Jaar se metía en lo más profundo: el sentido de la vida.

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Luego vi su obra en una retrospectiva en la Fundación Telefónica, año 2006. Ahí la impresión fue por El silencio de Ndwayezu, un millón de diapositivas apiladas, todas con la imagen de los ojos de un niño africano, la forma que tuvo para hablar del genocidio ocurrido en Ruanda en 1994. Y ya más reciente, conocí la Geometría de la conciencia instalada en el Museo de la Memoria, en donde una pared de siluetas iluminadas nos recuerda a 500 detenidos desaparecidos y torturados en Chile.

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Sin embargo, pese a haber visto entrevistas y leído otras más, nunca lo había visto en persona y menos aún, había cruzado palabra con él. El jueves pasado llegué antes a la charla que dio en la galería Patricia Ready, donde se exhibe The Sound of Silence, una de sus obras más elogiadas y reconocidas en el mundo.

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Me acerqué confiada y me presenté. Alfredo Jaar me escuchó atento, y se excusó de darme una entrevista por su apretada agenda desde ese día hasta este domingo, cuando se iba del país. Quedamos en que le mandaría algunas preguntas por mail, para hablarle incluso de un documental que hace mil años partimos con una amiga y que aborda el sentido de la vida desde connotados personajes chilenos.

Ya en la sala, unas cien personas vivimos su exposición. Digo vivimos porque junto con su hablar pausado y penetrante, todos los que estábamos ahí nos conmovimos con su dolor ante tragedias mundiales y su forma de enfrentarlo. En medio de la penumbra partió diciendo que su generación falló en el intento de cambiar la realidad, por lo que –según dijo- sólo queda ahora transmitir a las nuevas generaciones modelos de pensar el mundo. El artista contemporáneo chileno con mayor trascendencia internacional, aseguró que el arte es 99% pensamiento y 1% de hacer. Justificando así el punto de inicio de todas sus obras que son producto de años de reflexión e investigación.

“Siendo artista entiendo el mundo” señaló como antesala de la explicación de algunos de sus trabajos más importantes. Como Umashimenkana (Demos luz a una nueva vida), una instalación con dos docenas de pizarrones de las escuelas del pueblo de Ishinomaki encontrados después del tsunami que afectó a Japón el 2011. “Cuando visité la zona me sorprendió ver que en muchas de las escuelas lo que se había mantenido eran estos pizarrones, que según el cálculo que hice tendría contenida 15 mil horas de las miradas de los niños que asistían a estas escuelas” declaró Jaar sobre los cientos de víctimas de las olas. De esta manera, la obra es la exposición de estos pizarrones en una sala oscura en donde se proyecta cada tres minutos la palabra  Umanshimenkana escrito con caligrafía japonesa por los propios niños del pueblo. En frente de ellos, un colorido colchón de las tizas evoca el tiempo y los muertos.

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Con ese nivel de detalles fue explicando el proceso de sus creaciones. Desde la polémica instalación de 1987 en Times Square, en donde simulando un aviso publicitario puso una animación en que decía Esto no es América enseñando enseguida el mapa de Estados Unidos, repitiendo lo mismo con la bandera, para luego dar paso al mensaje “Esto es América” con el mapa del continente. Hasta Luces en la ciudad (1999) montada en Montreal donde a través de la acción de un interruptor los sin casa de los distintos albergues encienden las luces rojas de la cúpula de un edificio visible en toda la ciudad, para dar muestra de su existencia.

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Si tienen la oportunidad, hagan lo posible por ir a escuchar a Jaar en alguna de sus exposiciones. Es impresionante ver y entender que cada elemento de su obra tiene una razón y un sentido profundamente emocional de lo que entiende del mundo.

Por ahora, sólo queda ir a galería Patricia Ready a conocer Three Women, instalación dedicada a tres mujeres activistas que el artista considera extraordinarias y dignas de nuestra atención y The Sound of Silence, una estructura de metal de 256 metros cúbicos dedicados a una sola imagen. Al interior se proyecta la historia de Kevin Carter, fotógrafo sudafricano que en 1994 ganó el Premio Pulitzer por la instantánea que tomó en Sudán en la que un buitre observa a una niña famélica. Por fuera de la estructura, se observa una pared de tubos fluorescentes que brillan en la oscuridad. A un costado, un metro de afiches encima uno del otro, con la lectura “Una fotografía no se toma, se hace”. Claramente me traje una de las que firmó para los que estábamos ahí.

The Sound of Silence estará en Galería Patricia Ready hasta el 15 de enero de 2015.
Dónde: Espoz 3125, Vitacura
Teléfono: 2 953 6210
Cuándo: Lunes a vienes de 10:30 a 19:30 horas. Sábados  de 11:00 a 17:00 horas. Domingo cerrado
Más información: www.galeriapready.cl

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