El procedimiento había sido autorizado por unanimidad por el Consejo de Monumentos Nacionales en su sesión del miércoles 20 de octubre atendiendo una solicitud del Ejército sobre la condición de héroe del soldado y su vulnerabilidad al encontrarse en un espacio, que ha sido epicentro de las últimas protestas. La tarea fue supervisada por un equipo multidisciplinario del CMN, que verificó el cumplimiento de los protocolos de manejo de restos arqueo y bioantropológicos.

Los restos del soldado desconocido caído en acción durante la Guerra del Pacífico y cuyos restos reposaban desde 1931 a los pies del monumento del general Baquedano, fueron exhumados y trasladados hasta el Regimiento de Infantería N°1 Buin del Ejército, previo a su traslado al Cementerio General.

Tras la autorización del pleno del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) y por las mismas razones preventivas que en marzo pasado propiciaron el traslado temporal de la estatua del general Baquedano, se llevó a cabo la operación a las 23 horas en punto de este jueves 21 de octubre, oportunidad en que recibió los honores del Ejército.

El traslado fue solicitado y ejecutado por la rama castrense, dado el creciente nivel de vulnerabilidad de los elementos del conjunto escultórico que permanecen en Plaza, sobre todo después de que fuera derribado el cerco de protección en las protestas que conmemoraron el 18 de octubre.

“Como Secretaría Técnica del CMN, prestamos apoyo y orientación técnica durante los trabajos, con un equipo multidisciplinario compuesto por un antropólogo físico, un arqueólogo, una conservadora-restauradora y otros profesionales, con el objetivo de resguardar adecuadamente el manejo de este procedimiento. Hoy podemos decir con certeza que se hizo cumpliendo con todos los protocolos y que la tarea culminó con éxito”, destacó el secretario técnico del CMN, Erwin Brevis.

No fue un trabajo fácil, y tomó cerca de 8 horas. La tumba estaba ubicada bajo una losa de 10 cm de grosor, que a su vez estaba cubierta por una placa de hormigón de 40 centímetros, que se instaló para elevar y realzar la placa conmemorativa. Los trabajos partieron con la remoción del hormigón y luego levantando la losa con apoyo de una grúa que, través de eslingas de soporte, permitió alzarla sin riesgos. Una vez removida la losa, se llegó hasta el féretro del Soldado Desconocido, hecho de fierro forjado, y en buen estado de conservación. Dado el peso, también debió ser retirado con apoyo de la grúa. La fosa en tanto, fue cerrada.

Respecto del plinto o base de piedra del monumento, la decisión del CMN fue solicitar a la Delegación Presidencial de la Región Metropolitana que la restauración no se haga in situ, sino en una locación que entregue las condiciones de seguridad y resguardo adecuados para realizar dicha labor. “Ello evidentemente requiere de un esfuerzo logístico, pero sabemos del interés de la delegación por resguardar este patrimonio. No hay que olvidar que este plinto fue ejecutado por el arquitecto Gustavo García del Postigo, y cuenta no solo con el pedestal, sino también con las escalinatas y dos fuentes de agua”, agregó Brevis.

La escultura del general Baquedano, que se encuentra en dependencias del Ministerio de las Culturas en Cerrillos, tiene ya un importante avance en su restauración, a cargo del Taller Montes Becker. Las otras piezas del conjunto escultórico -la Libertad, el Soldado Desconocido, los bajorrelieves y las placas- también están en dichas instalaciones para su futura restauración.

¿Quién era el soldado desconocido?
El militar caído en la Batalla de Tacna el 26 de mayo de 1880, representa a los cerca de 14 mil ciudadanos que combatieron en la Guerra del Pacífico. El día del combate se enfrentaron las tropas de la alianza conformada por Perú y Bolivia, con los batallones chilenos al mando del general Manuel Baquedano. Si bien el terreno era desfavorable para los chilenos, ya que tenían que cruzar una explanada y una quebrada en la cual quedaban al descubierto frente al ejército enemigo, terminó siendo una batalla decisiva para el triunfo de Chile.

De acuerdo a los libros «Los que no volvieron: los muertos en la Guerra del Pacífico», del investigador histórico Mauricio Pelayo y José Antonio Bisama, editor del «Álbum Gráfico Militar de Chile» (1909), el joven soldado que habría tenido entre 15 a 17 años era parte del Batallón Cívico de Artillería Naval pues «el uniforme que usaban en ese batallón se diferenciaba del de las demás unidades del Ejército. Constaba de una camisa negra, con ángulos rojos en las mangas, pantalón gris azul con doble franja lacre y gorra de marino», describe Pelayo citado por Emol.  

Comenzando el nuevo siglo, en el año 1900, un oficial veterano de la guerra encontró en el campo de batalla, el cuerpo momificado del soldado, que por lo seco del desierto se encontraba conservado casi intacto.  El autor del hallazgo era el mayor Enrique Phillips Huneeus, quien depositó el cuerpo en un improvisado ataúd de madera y lo trajo a Santiago. Por años lo mantuvo en el subterráneo de su casa, hasta que en 1931 es finalmente depositado a los pies del Monumento al general Baquedano. En la lápida esculpida por Guillermo Córdova, ubicada en la plaza, se puede leer “aquí descansa uno de los soldados con que el general Baquedano forjó los triunfos del heroísmo chileno”.

En Chile, existen otros tres soldados desconocidos, todos muertos en la Guerra del Pacífico (1879 – 1884): uno se encuentra enterrado en la cumbre del Morro de Arica y dos en la cripta del capitán general Bernardo O’Higgins, en la Plaza Bulnes.

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