Camilo Henríquez se levantó un día con una idea: mostrar a Santiago desde un punto de vista raro y diferente. Y lo logró.
Inspirado en el trabajo que había creado para una marca de zapatillas, este publicista de 31 años combinó la sensación de ver a través de un caleidoscopio con edificios representativos de la capital.
“Caminando por el Costanera Center me pregunté que pasaría si algo que uno ve cotidianamente se pudiera transformar y verse desde lo raro. Empecé a trabajar en la idea del caleidoscopio, partí precisamente con el Costanera y luego con el resto de los edificios” cuenta sobre los 30 montajes fotográficos que reúne bajo el nombre de Santiagoscopio.
El proyecto, alojado en el sitio de portafolios Behance, partió a fines de agosto, y contiene las imágenes transformadas de los museos de Arte Contemporáneo y de Historia Natural, de la Torre Entel, el Estadio Nacional, la Bolsa de Comercio y el cerro San Cristóbal, entre otros.
Lo interesante es que en algunos casos es difícil reconocer de qué construcción se trata, lo que es una invitación para el observador. “El que no se note a primera vista qué es, es lo que más me interesaba. Ves una figura súper extraña, pero si te fijas y pones ojo te das cuenta y lo reconoces como el lugar donde has pasado tantas veces” explica.
Cuando le preguntamos sobre por qué hace lo que hace, Camilo nos habla de su amor por los caleidoscopios, los vitrales y por la ciudad, interés que nació cuando le tocaba viajar desde la comuna de San Bernardo a Santiago, “de chico, venir para acá siempre era un viaje como a otra región y ahora, al vivir aquí, me di cuenta de los lugares, lo multicultural, lo criollo y el valor de la calle”.
Autodeclarado como autodidacta no artista, apuesta por aportar a la cultura popular, formar un colectivo con otros que estén haciendo algo similar y explorar más, porque, afirma, es una idea que se puede hacer en otras ciudades, creándose como por ejemplo Romascopio o Limascopio.
“Mientras más se comparta, mejor, quiero que la gente lo vea, que experimente ese edificio por el que pasa todos los días, puede verse de una forma extraña y bonita a la vez», concluye.
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