No se llama salsa, es casino. Y la música tampoco es salsa, es son, son cubano. Así nos contaron Marelys Marinas, Pablo López y Carolina Villena, el trío de profesores y bailarines reunidos bajo el nombre de Santiago Casino.
Los conocimos del otro lado de la ventana, cuando un día por la tarde bailaban en una espléndida terraza de un edificio en el Barrio Bellas Artes. Subimos un pequeño video y a las horas ya sabíamos que no eran sólo un grupo de danzantes santiaguinos, sino que un cuerpo de baile conformado hace apenas un mes y que regularmente da clases particulares.
Marelys (42) es cubana. Llegó a Chile hace siete años, ha enseñado durante todo este tiempo y es la iniciadora del colectivo. “La mayoría de los alumnos son hombres, que no han bailado nunca o casi nunca, y que les da vergüenza bailar” nos dice sobre sus aprendices, que después de cuatro clases ya se sienten seguros para lanzarse a la pista.
Y es que aseguran, cualquiera, pero cualquiera es capaz de sacarle brillo a su propio ritmo. Lo primero acota Pablo, ex alumno de Marelys y ahora profesor, es que debemos aceptar quienes somos y de dónde venimos. “Se hace un gran daño cuando se le dice a la gente que no tiene ritmo, porque todos tenemos ritmo, es una constante. No vamos a bailar como los cubanos. A veces la gente viene acá porque vio un video de salsa espectáculo o de casino, y quieren hacer lo mismo, pero hay que entender que uno tiene que bailar con sus herramientas, con su cuerpo, con la relación que uno tiene con la tierra, con su historia y eso es lo que te lleva a bailar feliz. Y si te cuesta más, es solamente trabajar más”, asegura.
En ese sentido, Carolina coincide en que hay que sacarse los “no puedo” de la cabeza, y atreverse, especialmente porque el baile puede ser una terapia anti estrés y también pro alegría. “Yo me levanto pensando en esto y me acuesto pensando en esto. No hay nada más lindo en la vida que dedicarse a lo que uno quiere hacer”, asegura después de haber dejado su carrera de Derecho en Concepción, venirse a Santiago a estudiar teatro y ahora estar enamorada del baile.
Clases con metodología
El casino que practican es la que mal llamamos salsa. Se inició en los años 50 en La Habana, precisamente en los casinos de juego (de ahí su nombre) y una vez que salió de la isla, junto a la migración cubana, pasó a Estados Unidos, donde se mezcló con los ritmos puertoriqueños. Ahí nació la salsa, que se baila en línea y que no tiene relación con los giros, los pasos de la mujer que marca hacia adelante y la coreografía del casino. Este es lo que más se baila en Cuba, en las fiestas y en toda ocasión, tanto que el maestro Yoel Marrero, creador del Método del Cuadro del Casino (MCC), lidera una cruzada desde Miami y ahora desde Francia, para que esta danza se convierta en el baile nacional.
Dada la metodología, los alumnos sienten que avanzan con cada clase. “Desde el primer momento caminan, aprenden a pararse, relajarse y a hacer figuras coreográficas. Todo empieza a fluir, y es muy emocionante para nosotros cuando al pasar el tiempo, el alumno que llegó aquí casi sin moverse, simplemente baila. Eso es lo mejor de nuestro trabajo”, asegura Marelys sobre la seriedad y responsabilidad con la que toman su rol.
Así, la instrucción de una hora parte con una rutina básica, que se renueva una vez superada y que estimula a los alumnos constantemente. Y es que se puede seguir ensayando en la casa, solo sin pareja, porque el método te hace imaginar un cuadrado en torno al que giran los pasos, algo que según dicen “les da a la gente cierta tranquilidad porque no necesita a alguien para practicar”.
Es un 1, 2, 3, 4. Y luego 5, 6, 7, 8 para numerar los pasos que tienen nombres tan curiosos como «dile que no», «enchufe», «para tí, para mí», «dame una», y «sombrero». Toda una experiencia, que en el corto plazo esperan sacar a la calle
¿Dónde bailar casino en Santiago?
Los profesores reconocen que hay más lugares de los que se cree y nos recomiendan al menos cinco locales: Maestra Vida de Bellavista (Pío Nono 380); Club Orixas (Tarapacá 755); Rosa Negra ( Vicuña Mackenna 1895) y Papagayos Club (Av. Libertador Bernardo O’Higgins 240, Locales 1 y 2). Ya no hay excusas, para no bailar.
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