Por Diego Escobedo

Maestra de ruteros, y erudita de todo lo que tenga que ver con Santiago, Katalina Schopf, creadora del proyecto Rincón Patrimonial Chileno, lleva siete años dedicándose a las rutas patrimoniales y distintas actividades relacionadas con la ciudad. El estallido social la obligó a suspender los recorridos y a reflexionar sobre las transformaciones que ha vivido Santiago los últimos meses. Esto fue lo que nos contó.

¿Cómo explicas la destrucción de monumentos y daño a la arquitectura? ¿Hay una falta de identidad de parte de algunos manifestantes? ¿Se justifica?

Salvaje. Pero más que la destrucción de la escultura urbana y la estética de la ciudad -que nunca ha sido una ciudad muy armoniosa, por lo demás- lo que más siento del vandalismo es la pérdida de símbolos. Lo que esto hace es borrar un símbolo con el cual un número de personas se identifica y apoya esos valores, que van concentrados en la historia de esas personas, de la nación, su barrio, etc. Y al haber una pérdida de símbolos, la gente se siente desprotegida. Por lo tanto, lo que más me duele de esta situación no son las iglesias quemadas, porque se pueden recuperar (como la iglesia de Ancud o la de Carabineros), sino que la gente queda a la deriva, y se ve susceptible a caer en ideologías que la ayuden a sobrevivir en el momento agresivo que se está viviendo. Eso lo vemos desde la Roma Antigua, en época de crisis se quemaban y destruían ciudades enteras. Luego se imponía un nuevo emperador a costa de sangre y fuego, y la gente se aferraba a eso, porque era su nuevo símbolo de esperanza para sobrevivir a la calamidad presente. Y nuestro símbolo en este minuto no es una persona, sino el debate en torno a la Nueva Constitución.

Hay varios tipos de vandalismos, pero todos tienden a lo mismo, la destrucción, y no se justifica en ningún caso. Lo que sí, hay gente que tiende a mezclar el vandalismo con las manifestaciones pacíficas que reclaman derechos y respetan sus deberes como ciudadanos. Hay que hacer la diferencia, es en el vandalismo que no respeta los derechos y deberes donde tenemos que concentrarnos para reconstruirnos.

¿Cuál es tu postura para superar esta crisis? ¿Qué es lo mejor que podemos hacer desde la cultura, el arte y quienes defienden la ciudad?

Aguantar el chaparrón jaja. Sobre todo en la zona cero. Si tú piensas en una reconstrucción material inmediata es imposible. Toda la semana hay vigías preparándose para el día viernes y procurando que no entre gente a limpiar. Es como un trofeo que ellos tienen, ver el lugar vandalizado, porque tienes a la Universidad Católica, la oficina de reclutamiento de los milicos,  la iglesia de Carabineros, el monumento a los mártires de Héctor Román, entonces es un punto estratégico de poder para ir atemorizando a Carabineros. Es imposible pensar en una reconstrucción material del lugar, y si no hay reconstrucción material, pasa lo que te decía. Sin símbolos vigentes, la gente se desmoraliza y va perdiendo su fe. Por lo tanto, huyen donde esté el carabinero que los pueda proteger. Es muy difícil que haya una reconstrucción a nivel material y de ciudadanos, hasta que esto vaya decantando por desgaste natural, o que haya un golpe definitivo que puede ser parecido, pero nunca igual, a lo del ´73.

Dentro del mundo del patrimonio han surgido importantes divisiones en torno a monumentos, principalmente de conquistadores españoles o de militares, que han sido derribados generando voces a favor y en contra. También en casos como el Cine Arte Alameda, donde está la polémica sobre quién inició las llamas, si Carabineros o los encapuchados. Al respecto, ¿qué postura se debería adoptar? ¿cómo se concilian tantas divisiones?

Yo en lo personal trato de mantener mis rutas y a Rincón lo más lejos de la política posible. Nosotros trabajamos con un público bastante transversal. ¿Cómo lo manejamos? En el caso de los monumentos de conquistadores españoles, o de otros personajes militares, es como tratar de tapar el sol con un dedo. Yo vengo de una familia que es mitad alemana. Chile toda su vida ha sido un pueblo bélico, y los alemanes lo mismo. Ellos saben que les pueden derribar una iglesia, sus monumentos, sus palacios, pero lo que conservan es su orgullo. A este pueblo le falta orgullo. El orgullo no va solamente en levantar la bandera cuando gana Chile un partido, el 18 de septiembre, o en conmemorar el día de los indígenas. No, el orgullo de ser chileno nace con el respeto de su historia, sea del bando que sea. Uno tiene que comprender que la historia es causa y efecto. Si no hubiesen llegado los españoles, jamás se habría notado el pueblo mapuche. Si no hubiese llegado el pueblo mapuche, quizás nosotros habríamos conservados a nuestros verdaderos originarios, que ellos mismos exterminaron. La historia es cíclica, un constante causa y efecto, y debemos respetar eso. Obviamente debemos trabajar para mejorar las condiciones y que cada vez las condiciones negativas de nuestra historia nos afecten menos a nosotros y nuestro futuro. Es esa la misión que debemos tener nosotros como defensores del patrimonio, no tanto la ciudad, su arquitectura, sus monumentos, sino la historia, y comprender la historia. De ambos polos, a favor y en contra, debemos sacar siempre lo mejores elementos para construir una mejor nación. De ambos polos siempre se aprende.

¿Cómo ves los nuevos símbolos que han acompañado esta crisis, como la intervención para renombrar la Plaza Baquedano como Plaza de la Dignidad?

Bueno, ahí yo me río un poco. ¿Qué más digno que un general que fue capaz de controlar sin derramar sangre, respetando la vida de un ser humano? Eso es lo más digno que hay. Si vas hoy y te paseas por Plaza Italia es todo destrucción, y eso no es digno para una persona, no es digno para los vecinos que tuvieron que dejar su vivienda, no es digno para las personas que trabajan alrededor, no es digno para las personas que nos dedicamos al turismo. Nosotros mismos nos vimos afectados, tuvimos que suspender rutas; empresas grandes como Turistik tuvieron que cambiar sus rutas para no pasar por la zona cero; las iglesias, ¡hay 60 iglesias vandalizadas en este momento en Chile! Y uno de los patrimonios artísticos, históricos y arquitectónicos son las iglesias. Lejos de lo que pueda simbolizar las iglesias en estos momentos por los abusos. Hay que ver también la otra cara de la moneda, eso es lo que hay que proteger. Castiguemos al abusador, al violador, pero no castiguemos al símbolo que nos da seguridad, que nos da fe y nos construye como personas. Eso es dignidad, y no el concepto de adueñarse de una plaza y vandalizar para ser escuchado. Eso no es dignidad.

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