*Por Paulina A. Cabrera Cortés

Lo hemos visto en la calle, en los matinales y en las redes sociales. Bailando, moviendo su voluptosa y ejercitada retaguardia, encaramándose en lo que pille, parándose de manos y dando saltos en el aire, hacia atrás y hacia adelante.

El día que lo conocemos en persona, lo encontramos con “doctor Simi” a metros de Plaza Baquedano, en el que nos dice después, era un duelo más que esperado. Somos testigos cómo intenta que el médico de esponja siga su coreografía del hit Scooby Doo Pah Pah. Son vueltas y contoneos, entre la risa y disfrute de quienes grabamos el momento, que disparó nuevamente las redes sociales hace algunos días.

“¡Eras mujer!” es lo primero que me dice coqueto y sorprendido cuando nos conocemos y se da cuenta que era yo quien lo había contactado por Instagram para una entrevista. Sin parar de bailar, toma su mochila y su parlante portátil y caminamos al Parque Bustamante. Por unos minutos, puedo sentir su fama. Abriéndose paso como un rock star, saluda, se saca selfies y hace chiste espontáneo a quien lo siga. Pareciera que la música le activara un botón para mover el cuerpo.

Sentados, me cuenta que viene de una entrevista de radio, y que está feliz porque la Teletón lo contactó para ser parte de la campaña del evento de diciembre. Y es que desde abril pasado, su vida cambió. Comenzó a bailar en Santiago hace cuatro años, hace dos hizo su performance en el vagón del Metro pero recién este 2018 pasó de ser el Spiderman que bailaba en la calle, al Spiderman que baila en la tele y que sale en los diarios. El punto de quiebre fue que el propio Daddy Yankee celebró por redes que el arácnido enmascarado tomara el reto de Dura Challenge y se meneara en el tren subterráneo.

Lo primero que le pido es que me muestre su cara, pero sólo logro que levante la máscara para dejar a la vista su boca y la mitad de su su nariz. “Es que tengo que guardar mi identidad”, asegura este bailarín con dotes de acróbata urbano, que tiene por nombre Renato Avilés (35).

Aunque le dicen el Spiderman chileno no es chileno. Es ecuatoriano y llegó hace 16 años para ser  jurado de un campeonato de danza. Le ofrecieron dar clases, le gustó Santiago, fue papá y se quedó. “Mi amor es mi hijo. Y si él está acá yo me quedo para siempre en Chile”.

¿En qué momento decides dejar de hacer clases y salir a bailar a la calle?
Hice clases de danza y acrobacia urbana durante 10 años, pero llegó un momento que estaba un poco saturado del tema, estaba cesante y viendo que hacer con mi vida. Había observado el nicho porque tengo amigos que trabajan como artistas callejeros y me di cuenta que era un poco monótono, que faltaba una inyección de novedades, de creatividad y propuestas. Y yo le había sugerido a mis amigos disfrázate de Spiderman, métele música disco, humor, destrezas, pero no me tomaron en cuenta. Entonces cuando me enteré que iba a ser papá y necesitaba plata urgente, compré un traje de Spiderman, salí a la calle y me puse a trabajar.

¿Y eso hace cuanto tiempo fue?
Ya voy para los cuatro años.

¿Dónde partiste bailando?
Primeramente en el Paseo Ahumada, me iba bien pero los carabineros me echaban mucho. Estuve como dos semanas ahí y después me fui a los semáforos. El primero fue el de Providencia con Manuel Montt, ahí estuve un par de meses. Después me pasé a Pedro de Valdivia, Concepción, Tobalaba, bajaba a Baquedano, y el tercer paso fue ir a los barrios bohemios a hacer show por las noches. Lo último fue el Metro, la gente cree que yo partí en el Metro, pero ese fue el último lugar de trabajo. En el Metro llevo dos años.

Pero fue el Metro que disparó tu fama a la televisión
Hace dos años me dio la fama de los videos y el pie para todo. Pero una vez que se viralizó el video este año, me empezaron a llamar de la televisión. Las redes sociales llegan a todo el mundo y la mitad del planeta me vio y en cosa de tres días mi video llegó a 30 millones de reproducciones, una sorpresa. Yo ni siquiera subí el video, lo subieron, y fue genial. Era una rutina que estaba probando, ni siquiera me la sabía porque estaba improvisada. Tuve que ver el video y aprendérmela porque era lo que la gente quería ver. 

Tú condiciones no son sólo de bailarín, también tienes condiciones de acróbata para mantener el equilibrio, encaramarte y pararte de manos
Tengo de las dos, me gusta el baile y la acrobacia. Siempre he tratado de trabajar ambas, yo bailo break dance y hago gimnasia artística y tengo estudios de danza profesional. Fui bailarín, eso es lo que te puedo decir, el resultado de todo esto y la experiencia es el «estúpido y sensual» Spiderman.

¿Cómo es tu vida en el día a día? me imagino que entrenas mucho
Trato de hacer 2 o 3 días de entrenamiento, camino de manos, hago muchos abdominales. Troto, bailo y troto, pero si la pregunta es si hago ejercicios para el poto, no.

¿Sales a bailar a una disco?
Noooo, mi carrete perfecto es ir a casa de los amigos y conversar, algo tranquilo. Y es que paso bailando todo el día.

¿Tus amigos saben que el Spiderman eres tú?
Los más cercanos saben. Es entretenido esto, cuando a veces paso por un barrio, todos me saludan y gritan y después paso de “civil” y nadie me pesca.

Y entre la gente en la calle, ¿cómo ves a los chilenos?
La aceptación es transversal, aunque nunca falta el amargado porque no existe la perfección. No todo es monedita de oro, es uno de cada mil. La gente de Chile siempre fue más seria, más hermética, pero yo les digo disfrutemos el minuto a minuto hagamos lo que hagamos.

¿Cuándo el personaje saca su lado más sensual?
En primera instancia fue humor y destreza, bailar música disco y destreza. Lo que se me había olvidado es que el traje de Spiderman es muy ajustado, por ende se me veían las curvas y ahí empezaron las mujeres a molestarme. El apodo del “estúpido y sensual” Spiderman me lo pusieron ellas. A mí no me incomodaba pero tampoco busqué hacer temas así como sensuales, pero me di cuenta que era lo que quería el público, entonces dije “esto se queda, es parte del personaje”. Jamás lo planifiqué así, ahora soy el “estúpido y sensual” Spiderman, y más de la mitad de los comentarios hablan de mi poto, por ende tengo que subir fotos de destreza, de humor y de poto.

Puedo poner videos haciendo una tremenda idea, subiendo escalera parado de manos y tengo 10 mil reproducciones, pero subo un video haciendo el tiritón de la muerte y llega a 100 mil reproducciones. Necesito que mi personaje se mantenga bien, entonces si la gente lo pide, pues a mover los cachetes.

Leía por ahí que la gente hablaba de tu traje, que puedes cambiar el traje pero no la máscara
Yo puedo cambiar el traje pero no la máscara, tú vas a Santiago Centro y la máscara la encuentras en la mayoría de los locales a mil pesos. Partí con ella y me quedé con ella por el simple hecho que es una máscara de confección chilena, si yo voy a hacer el Spiderman chileno tengo que tener esta máscara, la máscara es lo que me hace el Spiderman chileno.

El que fuera Spiderman y no Superman, ni Batman u otro superhéroe ¿por qué fue?
Fue un tema de elección, porque de todos los superhéroes, Spiderman siempre ha sido bajo de estatura, siempre tuvo promedio normal, yo soy bajo y me acomodaba el personaje. Y la expresión corporal de Spiderman se acomodaba a la mía porque él es muy flexible, de dar vueltas para atrás, para adelante y yo dominaba eso mismo, fue por eso más que nada. Pero Spiderman no baila, eso lo metí yo.

¿La fama te ha permitido vivir de tu personaje?
Sí, antes me iba bien, pero ahora me va increíble. Estoy tratando de aprovechar el momento para conseguir bienestar para mi hijo y hasta el momento que se pueda. Esto nació por él y es para él. Indudablemente el tema de las redes sociales me ayudó mucho así que gracias a toda la gente que me sigue y me apoya. Ha sido rápido, es impactante cómo las cosas nuevas atraen o asustan pero cuando se hizo conocido el personaje la gente pide que me acerque, que le baile, que por favor vaya a su matrimonio. Ahora todos quieren al Spiderman, antes nadie me quería.

Terminamos de conversar. Le propongo  ir a tomar las fotos y hacer más videos. Le vuelvo a insistir por la máscara, pero no hay caso.

– Dime al menos, ¿de qué color son tus ojos?- le pregunto.
– Café oscuros- dice. Y volvemos a caminar. Más bien él sigue bailando y yo simplemente camino.

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