La pelea por proteger el Bosque Panul está en pie. A las reuniones, investigaciones, protestas y campañas que ha levantado la comunidad para evitar que las inmobiliarias arrasen con las especies nativas de la precordillera, se suma ahora una nueva estrategia: la reforestación.
Este domingo cientos de personas participaron de la segunda jornada de plantación de árboles que busca llamar la atención de las autoridades y crear entre todos el primer parque comunitario del país. Sí, así de ambicioso y de jugado por el territorio que es parte de nuestra ciudad.
Si bien en enero de 2015 el concejo municipal de La Florida aprobó los cambios al Plan Regulador que protegen al pulmón verde (se revertió la medida de 1994 que permitía la construcción de viviendas), los vecinos de la Red por la Defensa de la Precordillera siguen desconfiados por el futuro del bosque, cuyos terrenos son propiedad privada, dividido en tres fundos en donde los dueños, también son dueños de inmobiliarias.
“Aspiramos a la expropiación del lugar, hemos tenido conversaciones con la Intendencia y el municipio. Cuando nos dicen que no hay recursos para habilitarlo como parque público, nosotros respondemos que el bosque no necesita mayor inversión, porque sobrevive con tres meses de lluvia al año. Lo que se necesita es gestión, resguardar el ingreso de personas que hacen cosas que van en desmedro del bosque”, nos dice Alejandro Huerta, miembro de la red vecinal.
Al final de la calle Rojas Magallanes, quien quiera y a cualquier hora puede ingresar al cerro y admirar su flora y fauna nativa, entre las que se cuentan quillayes, litres, espinos y guayacanes, además de cóndores, perdices chilenas y culebras de cola corta y larga.
Sin embargo, este libre acceso también ha sido sinónimo de desprotección dado que algunos prenden fogatas con los mismos árboles y hacen mal uso del espacio, por lo que agrega Alejandro “aspiramos a crear conciencia ambiental, educación entre nosotros mismos para sacar adelante un parque comunitario”.
El valor de Panul no sólo se resume a ser el principal bosque esclerófilo de la Región Metropolitana, sino que también es nuestra protección ante posibles aluviones (los árboles sirven de barrera para rodados de piedras), absorbe el agua lluvia, regula la temperatura, es un hermoso lugar de recreación y contribuye directamente a la descontaminación de Santiago, dado que la mayoría de sus especies tienen hoja todo el año. Es decir están constantemente purificando el aire. Por algo, la naturaleza es la naturaleza y sabe más que nosotros.
Es cosa de recodar el aluvión de la Quebrada de Macul de 1993 que arrasó con tres poblaciones, destruyó 400 casas y causó la muerte de más de 20 personas, porque construimos donde no debíamos.
A plantar, a plantar
De ahí la importancia de proteger este bosque y transformarlo en parque. Cosa que bien saben las dos mil personas que semana a semana disfrutan recorriendo sus senderos a pie o en bicicleta y los cientos que participaron en las dos jornadas de reforestación.
El domingo, entre las familias, jóvenes y parejas, nos encontramos con el matrimonio de Jaime Chávez y Jeanette Valero, vecinos de Puente Alto, que colaboraron con la plantación de dos quillayes. “Nos motiva ver que podemos salvar a la naturaleza y que no todo está perdido” me dijeron contentos.
Así de feliz se mostró también toda la familia Godoy que se convirtió en responsable de la vida de 11 árboles.
Y es que no sólo se trata de donar tiempo y esfuerzo para plantar un litre o un maitén, sino que la gracia es ser padrino de tu plantación, ya que por cada especie se asigna un código QR con el que se hace seguimiento del riego y su cuidado.
Hermosos pequeños que crecen en tierra de Panul, con banderines de colores, mandalas y maderas que nos hablan de que árboles y personas somos parte de lo mismo.
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