*Por Hugo Ramos Tapia
A poco más de un mes de cumplirse 50 años del inicio del colectivo más representativo del muralismo en Chile, nos preguntamos quién y de dónde era la mujer que inspiró y llenó de colores, a los grupos organizados de jóvenes que pintaron de forma única los muros de Santiago con mensajes de ideología política de izquierda. Las Brigadas Ramona Parra (BRP) revolucionaron la forma de vivenciar la ciudad; sus mensajes y los lineamientos estilísticos que proponían, eran otra forma de hacer propaganda política en el socialismo y el comunismo, al tiempo de hermosear, colorear y educar a la ciudad con sus simbólicos mensajes en distintos y diferentes puntos.
Hija de Manuel Parra y Aurelia Alarcón, Ramona tuvo tres hermanas más; Flor, Olga e Irma. Nació en Santiago el 28 de mayo de 1926, y si bien sus padres eran miembros del Partido Comunista, realizó sus estudios primarios en las Monjas Carmelitas. Sintió a temprana edad una posible vocación religiosa, pero esta no prosperó. Ya de joven y a los 16 años, se unió junto a algunas de sus hermanas a las Juventudes Comunistas el 15 de enero de 1944, según consta en su carnet de afiliación.
Una mujer alta, delgada, de tez blanca, pelo castaño oscuro y de grandes ojos verdes. Amante del baile, particularmente la conga. Impetuosa, de carácter alegre pero marcado y con voz propia, recuerda su hermana Olga en una entrevista dada a la mítica Revista Ramona en 1972 (1). En esta misma el dirigente del comité central del PC, Samuel Riquelme, indica que “Ramona era brava y estaba contra la lucha del fascismo, de una valentía realmente extraordinaria…”. Por su parte, Iris Figueroa, amiga, destaca en ella a una buena muchacha, amiga y compañera. Ramona ingresó al Instituto Superior de Comercio a estudiar Contabilidad, continuando sus estudios en forma vespertina, al decidir ingresar a trabajar en 1945 a los Laboratorios Recalcine envasando medicamentos.
En el Santiago de 1946 y producto de un avanzado cáncer, el enfermo Presidente Juan Antonio Ríos debió delegar su gobierno en el Vicepresidente radical Alfredo Duhalde. Al poco andar, éste tuvo que enfrentar importantes estallidos sociales y laborales, producto de la impopular política de “Contención de las demandas sindicales” que había estado desarrollando Juan Antonio Ríos, y que habían encontrado en él un nefasto sucesor. Duhalde había decidido anular las personerías jurídicas de los sindicatos y derogar otros importantes avances colectivos de los trabajadores, en represión a la huelga y paralización que habían realizado los sindicatos mineros del norte a causa del aumento injustificado de los precios de los productos en la pulpería de la oficina de Mapocho. La más importante multisindical de ese periodo, la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH) había hecho un importante llamado a manifestarse en la Plaza Bulnes de Santiago el 28 de enero de 1946, con el interés de mostrar apoyo a a los derechos sindicales de los mineros de Humberstone, Mapocho, y otros centros mineros del norte. Y si bien la marcha se encontraba plenamente autorizada por la Intendencia de Santiago y resguardada por la fuerza pública, nada hacía suponer el fin de los hechos.
Datos de la prensa de la época cifran en cerca de 20.000 el número de trabajadores y familias que asistieron al encuentro. Provenientes de distintos puntos de la capital y con numerosos afiches de las organizaciones sindicales, todos intentaban dar muestra del apoyo y repudio a las políticas impuestas. Los manifestantes rápidamente ocuparon el perímetro propuesto tras la estatua a Bulnes. Los trabajadores llegaron dispuestos a ocupar toda la plaza y hacerle un frente a frente al Palacio de Gobierno. Ramona instó a sus compañeros del laboratorio a asistir, y acudió al encuentro en su afán de defensa y hacer respetar el derecho de los trabajadores de todo Chile, al igual que sus hermanas y padres, pero sin poder ubicarse en el desarrollo de la marcha.
Según cuenta Iris Figueroa en la revista Ramona, “…si bien intentaron negociar el realizar la manifestación, fueron rápidamente aplacados por la fuerza pública. En aquel entonces era parlamentario del Partido el compañero Andrés Escobar y a pesar de que él se había identificado y le explicaba que más daba que la concentración se hiciera delante o detrás del caballo… A pesar de eso, el oficial de carabineros procedió y le rompió la cabeza de un sablazo. Cuando ya la gente vio que le salía un chorrito de sangre de la cabeza, cuando vio correr sangre por la ropa del compañero, la gente tuvo una reacción… pero inmediata y se empezó a enfrentar con los carabineros. Ahí con los listones, con los motes, con lo que llevaba en sus manos…” (2).
Y si bien existen algunas diferencias de opinión en torno a qué ocurrió tras el asesinato de Escobar y el duro encuentro de Ramona Parra con la fuerza pública, la prensa del periodo e Inés Figueroa señalan que en un acto directo y desafiante, tomó voz y votó gritándoles: ¡Asesinos…nos matarán a nosotros, pero vendrán muchos detrás…!, tras esto, recibió una bala en pleno rostro que le causó una muerte inmediata. Cerca de siete minutos duró el tiroteo y el duro enfrentamiento que ocurrió entre la fuerza pública y los manifestantes en pleno centro cívico de la ciudad. Al parecer, no existía ánimo ni ganas por parte de la autoridad de que la marcha alcanzara a realizar un primer acto de oratoria por parte de los dirigentes. Tras la masacre, gente malherida atropellada por otros compañeros producto del caos y la fuerza policial, comenzaron a ayudarse. La crónica de aquellos tiempos, destaca cómo inclusive gente de los edificios aledaños bajaron sábanas, y hasta diarios para cortar la sangre, secar y ayudar a los otros.
La familia de Ramona presente en el acto, huyó como pudo de la concentración y lentamente fueron llegando a su casa en la comuna de San Miguel. Sería su madre quién primero escucharía la noticia a través de la radio, donde el nombre Ramona Parra figuraba entre los heridos graves. Tras caer la noche un miembro de las Juventudes les informó de la muerte de su hija, triste noticia que pudieron constatar recién al día siguiente al acudir a reconocer su cuerpo en el Servicio Médico Legal.
Los diarios de esos días no trepidaron en fotografiar a heridos y difuntos, encontrándose imágenes que muestran en más de una oportunidad el cadáver de quién sería considerada la primera mártir del Partido Comunista de Chile. Tras ser entregada por el Servicio Médico Legal, Ramona fue velada en la Confederación de Trabajadores de Chile. El gobierno y la prensa oficial cifraron en seis los fallecidos de aquella marcha, aunque los datos y su familia hablan de 26 muertos, entre los que se cuenta incluso un diputado de la República, además de numerosos heridos.
“Cobarde Masacre” y “Masacre en la Plaza Bulnes”, fueron dos, de algunos de los potentes titulares de las portadas del periódico El Siglo, entre otros medios, posterior a los hechos. El periodista e investigador David Bustos, comenta que inclusive habló por Radio Agricultura el Presidente del Partido Liberal, Francisco Bulnes, indicando que “…esos hombres de trabajo y esos servidores públicos que han caído constituyen con su sangre inocente la más dura acusación contra el régimen de izquierda porque son víctimas de las predicas marxistas y demagógicas…”.
El propio Pablo Neruda cantó en dos poesías a Ramona y a los otros mártires de la fatídica marcha de Plaza Bulnes (3). Mientras en el primero y de manera directa se dirige a Ramona y otros mártires del suceso, en el segundo, el poeta declama y aboga por la inocencia de los actos por los que peleaban y repudia la violencia con que fueron tratados.
Ramona tenía 19 años al perder la vida a manos de un policía que ni siquiera fue juzgado o ajusticiado por cometer este crimen. Las leyes del periodo lo protegieron incluso al punto de desconocer su identidad.
El día de su muerte vestía una falda evasée y un bolero entallado de fondo blando con florecitas verdes, con un pequeño bolsillo en la chaqueta y un pañuelo a tono. Estas prendas con restos de sangre fueron celosamente custodiadas por su familia, sólo accediendo a mostrarlas a la Revista Ramona en la entrevista que fue realizada a su hermana Olga en 1971.
En su homenaje, las Juventudes Comunistas dieron su nombre en febrero de 1966 a las Brigadas de Propaganda Ramona Parra, más conocidas como BRP (revisa más en Memoria Chilena). El acuerdo fue suscrito en el V Congreso Nacional de las Juventudes Comunistas realizado en Santiago entre el 8 y el 13 de febrero de 1966. Sin embargo fue recién en 1967 cuando iniciaron una práctica activa, en la gran marcha de la Juventud Chilena, en solidaridad y apoyo a Vietnam.
“Ramona Parra, joven
estrella iluminada,
Ramona Parra, frágil heroína.
Ramona Parra, flor ensangrentada,
Amiga nuestra, corazón valiente,
Niña ejemplar, guerrillera dorada:
Juramos en tu tumba continuar la lucha
Para que así florezca tu sangre derramada”.
Notas al pie:
- (1) “¡Por primera vez! La familia de Ramona Parra habla sobre ella, documentos exclusivos”, entrevista realizada por Claudia Lanzarotti. En Revista Ramona, 19/02/1972, Año I, Nº 18, Páginas 18-23
- (2) En Revista Ramona, 19/02/1972, Año I, Nº 18, Página 20
- (3) Los muertos en la Plaza. Canto General, Pablo Neruda