*Por Sebastián Pérez San Martín

Un 5 de septiembre de 1938, cerca de las 17.00 horas ocurrió una de las matanzas y masacres más deleznables de la historia de nuestra ciudad.

Ese día, 59 personas fueron brutalmente masacradas al interior del edificio del Seguro Obrero, hoy Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, en las esquinas de Calles Morandé y Moneda. Sí, al frente del Palacio de la Moneda. 

El Movimiento Nacional Socialista sería identificado tempranamente con las ideas del incipiente nacional socialismo, convertidos posteriormente en “nazis”. Recordemos aún que habría de esperar un año más para el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Ad portas de una elección presidencial donde se enfrentarían tres candidatos: Pedro Aguirre Cerda quien no primaba en las encuestas, Carlos Ibañez del Campo apoyado por pequeños partidos, y el derechista Gustavo Ross Santa María, quien llevaba la ventaja al encontrarse dividido los partidos de izquierda.

La ansiedad como iba a ser natural en este caso provocó que el partido Movimiento Nacional Socialista (MNS) -quienes eran acérrimos adeptos de Ibañez del Campo- instarán a un golpe de Estado para favorecer a su candidato y así “asegurar” elecciones libres para de alguna manera extraña, impedir que Ross Santa María ganara fácilmente las elecciones. Ese golpe de Estado, maquinado durante meses, consistiría en las “tomas” de una radio santiaguina (la radio Hucke para emitir “bandos” informativos), de la Casa Central de la Universidad de Chile, y del edificio del Seguro Obrero.

Tropas del regimiento Tacna apuntan con artillería el edificio de la casa central de la Universidad de Chile.

Sin embargo el intento de los «nacis»(sic) chilenos para instalar por la fuerza el gobierno de Ibáñez del Campo, quedó más bien en eso, en el intento.

El Golpe como se venía gestando fracasó, y todos los subversivos que se encontraban en el interior de la Universidad de Chile siendo un número de 32 jóvenes fanáticos, fueron desalojados por las fuerzas de orden público. Con un cañón – sí, un cañón-  Carabineros desbarató todo este plan, y todos los capturados fueron conducidos al edificio del Seguro Obrero, donde se encontraba el resto de sus “compañeros” enfrentándose a balazos con la fuerza policial.

Fueron trasladados por calle Morandé con los brazos en alto escoltados en todo momento a punta de culatazos. ¿Por qué los llevaron allá, si allá se encontraba el resto de los golpistas? Es una gran pregunta, pero según lo que escuchaba la gente en las calles, era con la intención de juntarlos a todos en un solo lugar y masacrarlos todos juntos.

Las ametralladoras de los carabineros rompen fuego contra los asaltantes de la Caja de Seguro. Crédito de foto: El Diario Ilustrado.

Imagínense, tremenda balacera al frente del Palacio de la Moneda. ¿Y el Presidente? el Presidente era el afamado Arturo Alessandri Palma, quien se encontraba en su despacho. Es decir, a escasos metros de este intento de golpe de Estado.

El camino de los nacistas rendidos al edificio del Seguro Obrero.

Los golpistas fueron reunidos al interior del edificio que hoy ocupa el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, y cual ratonera, fueron encerrados.  Los disparos iba y venían, hasta que en un momento, al ver que era estéril cualquier esfuerzo por escapar o por seguir peleando, el bando «naci» se rindió.

La rendición fue pública cerca de las 15.30 horas, y no existen relatos que digan lo contrario.

Existen opiniones diversas, pero parece primar aquella que señala que fue el propio Alessandri quien desde la puerta del Palacio por calle Morandé, ordenó al General Director de Carabineros, Humberto Arriagada Valdivieso “Que no quede nadie”. Una expresión violenta, propia del temperamento del mandatario, quien estaba furioso por el desorden. Imagínense, un intento de golpe de Estado a escasos metros de su despacho.

La frase que pasaría a la historia, fue tomada por el General Director de manera en extremo literal.

Cadáveres de los jóvenes nacistas chilenos asesinados.

Una vez reunidos todos los golpistas y encontrándose todos rendidos al interior del edificio, fueron brutalmente masacrados. «¡Que lleven arriba a todos y que no baje ninguno!, y que los maten a todos!» Fue la orden del General Arriagada, encargado de desbaratar el intento de golpe. Y cuando todos quedaron reducidos en la escalera del citado edificio, se dio lugar a la masacre.

La matanza fue tal que no hubo piedad ni cuartel. Sólo un par de jóvenes sobrevivieron porque quedaron debajo de un montón de cuerpos de sus compañeros, los que aparte de morir a tiros de pistola y escopetas, fueron después rematados con cuchillos y espadas para comprobar que todos hubiesen muertos.

Al día de hoy, funcionarios del Ministerio de Justicia ven cada cierto tiempo entre los pisos 6, 7 y 8 (pisos donde ocurrió la matanza) un espectro y reflejo de una persona de sexo masculino vestido con un abrigo y sombrero de la época.

Hoy, misteriosamente y recordando la fecha, alguien o algunos colocan la bandera de la Patria Vieja cruzada por un rayo rojo, símbolo de este movimiento que terminó con este acto.

A los días después la elección finalmente la ganó Pedro Aguirre Cerda, uno de los mejores Presidentes que recuerda nuestra historia.  

Carabineros apuntan hacia el edificio del Seguro Obrero durante la Masacre.
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