Soy una de las tantas seguidoras de Gustavo Cerati. Soda Stereo fue, y probablemente seguirá siendo, la banda sonora de mi vida y la de muchos otros. Por eso, el concierto de este sábado en el Teatro Caupolicán, a días de cumplirse un año de su muerte, fue simplemente un imperdible.
Prófugos es una banda chilena que devuelve al escenario la sensación de estar viendo a los argentinos. Felipe Reyes, en la voz y guitarra, se viste, se mueve, habla y canta como Cerati. A ratos da la sensación de estar frente a los míticos y originales. El público hace su parte coreando cada uno de los éxitos del trío trasandino y los hit de los cinco álbumes de Gustavo.
Es una ilusión que te hace recorrer los recuerdos de los conciertos pasados: de un Estadio Nacional lleno en el que se suponía era el adiós, la despedida del año 1997; el de su regreso una década más tarde y todos los intermedios en que tocó como solista.
Sin embargo, pese a todo, la ilusión queda corta. Porque es eso, una ilusión. Está su música, sus tributos, sus homenajes y sus discos, pero Gustavo ya no está.