Mi #DíadelPatrimonio partió en el barrio. Primero una parada para ver como iba la instalación urbana de mensajes en post it de colores de la actriz María Luis Portuondo: dos globos aerotásticos volando al cielo desde la pared del Opera Catedral!

Luego una caminata a la Biblioteca Nacional. En el camino un señor de sombrero sacado de algún libro y dentro del edificio, que en agosto cumple 200 años, la venta de textos antiguos: entre ellos, volúmenes de Claudio Gay desde $1.000.

Los pasos me llevaron hasta el Teatro Municipal (construido en 1857 por el arquitecto Francisco Brunet des Baines). La idea era recorrer una vez más los foyer y la sala de la capilla donde estaban tocando jazz, pero la larga fila me hizo cruzar la calle y entrar por primera vez al Palacio Subercaseux.

La construcción donde hoy funciona el Club de Oficiales la Fuerza Aérea y un banco, a principios del siglo XX fue el hogar de la familia del banquero Francisco Subercaseux Vicuña. El interior: una belleza de espejos y decoración barroca.

El siguiente destino, el Museo Nacional de Bellas Artes y en el camino, de sorpresa, un carnavalito en la Plaza de El Corregidor, en el Barrio Esmeralda. Sonidos y colores del norte.

La música siguió en el Anfiteatro del Museo. Primero las cuecas de Los Santiaguinos y luego la cumbia de la Sonora Palacios. Alegría desbordante de la banda de 14 músicos vestidos de naranjo brillante.

Para terminar la jornada patrimonialesca, un carro bomba de Bomberos a la salida del GAM. Voluntarios estaban ofreciendo a los niños tirar agua con la manguera. Una postal diferente, que me recordó la Pequeña Lulú.

 

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