La comunidad de cultores corresponde a la Agrupación de Anderos de La Virgen de La Merced, conformado por 100 hombres, los que si bien se formalizaron en 1982, heredan una tradición de más de 120 años.
Por Carmen Gloria Vitalic y Paulina Cabrera.
Siete comunidades y seis tesoros humanos vivos fueron reconocidos como nuevos patrimonios inmateriales de Chile, dando cuenta de expresiones devocionales, técnicas artesanales tradicionales, conocimientos de la naturaleza y el universo, tradiciones orales y artes del espectáculo, presentes en todo el territorio.
Entre los reconocimientos se cuenta a los Portadores del anda de la Fiesta de la Virgen de La Merced de Isla de Maipo, que se suma a los otros grupos que han sido declarados patrimonio inmaterial en la Región Metropolitana en años anteriores y que corresponden a los cultores de los Bailes Chinos, del Canto a lo Poeta y de la Fiesta de Cuasimodo.
La práctica de estos anderos se realiza durante la Fiesta de la Virgen de La Merced, momento en que unos 100 hombres renuevan su promesa de devoción o pagan su manda, cargando sobre sus hombros a la imagen que puede llegar a pesar más de una tonelada una vez adornada.
Según detalla el Sistema de Información para la Gestión del Patrimonio Cultural Inmaterial (SIGPA), tras una gran inundación del río Maipo en 1898, los isleños prometieron a la Virgen de la Merced pasearla por el pueblo, no en carros ni en caballería, sino que en “anda” y adornada lo más bella posible, si ella hacia el milagro de detener las aguas y salvarlos. Cumplido el milagro, se dio inició a la primera procesión, convirtiéndose en una tradición que se ha traspasado por generaciones por más de 120 años.
Pueden formar parte de la comunidad los familiares de los anderos y quienes tengan una manda que cumplir a la Virgen, mediante solicitud a la directiva de la Agrupación de Anderos de La Virgen de La Merced. Las mujeres también pueden ser parte del grupo, pero sólo portando el estandarte durante la fiesta. También tienen roles específicos, como el líder quien realiza la arenga de salida, animando a sus compañeros, dirigiendo cada giro y movimiento del anda, para una coordinación perfecta (conocido internamente como los gritones).
Otros tienen la responsabilidad de despejar el camino, para que el anda con la Virgen no tope árboles y cables eléctricos. Todos los anderos cargan a la virgen en turnos de relevo, aplicando criterios dependiendo de la edad y la experiencia.
La historiadora y académica de la Facultad de Educación de la Universidad San Sebastián, María José Navasal, explicó a Amo Santiago que “la Unesco a partir de una Convención realizada el 2003 indica que el patrimonio inmaterial se ‘refiere a las prácticas, expresiones, saberes o técnicas transmitidos por las comunidades de generación en generación’ que ‘proporciona a las comunidades un sentimiento de identidad y de continuidad’”.
El conflicto se da en la inmaterialidad de lo que se quiere rescatar como parte de la cultura chilena. La historiadora explicó que “por ser una Convención tan nueva, con menos de 20 años, nuestro país se encuentra en un proceso muy inicial, no por la falta de elementos culturales a resguardar o especialistas, sino también por la falta de recursos económicos para esta área. Creo que, dentro de este inicio, las comunidades pueden trabajar para resaltar sus tradiciones y presentarlas a las entidades correspondientes para su visualización y merecido reconocimiento”.
Para ser parte del Registro de Patrimonio Cultural Inmaterial de Chile se debe postular a la comunidad o al tesoro humano vivo a través del sistema SIGPA, plataforma del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, que es la encargada de implementar la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.
Los otros reconocidos este año
En la ceremonia de reconocimientos realizada en el Palacio de La Moneda, fueron destacados además de los Portadores de la Virgen de Isla de Maipo, los Bailes Devocionales de la Oficina Salitrera Pedro de Valdivia (Antofagasta) y la crianza caprina pastoril del río Choapa, en Salamanca (Coquimbo). También las técnicas y saberes asociados a la cestería de coirón y chupón de Hualqui; la carpintería de ribera del Boca Lebu; la representación del imaginario rural a través de los bordados de las mujeres de Copiulemu y los saberes y prácticas de la comunidad de Caleta Tumbes, asociados al rito fúnebre ante la desaparición de pescadores en el mar; todas estas de la Región del Biobío.
Por decisión de sus pares, se entregó la distinción Tesoro Humano Vivo a José Eduardo Huerta Serrano, constructor y reparador de ruedas de agua de Larmahue de O´Higgins; a Luis Alberto Martínez, Humberto José Miguel González Ramírez (Q.E.P.D) y María Cristina Escobar, de la generación emblemática o “Viejos Craks”, de la música de la bohemia tradicional de Valparaíso; y a un grupo de ocho tejueleros artesanales de la Región de Aysén. Además de los cantores a lo poeta de la Región Metropolitana, José Manuel Gallardo Reyes y Juan Domingo Pérez Ibarra; y de la Región de O´Higgins, Juan Andrés Correa Orellana, Gilberto Acevedo González y Carlos Varas Yáñez (Q.E.P.D).
Son Tesoros Humanos Vivos, también, 11 antiguos músicos de las bandas bronce de Arica y Parinacota de las festividades devocionales de las Sociedades de Morenos de Paso; y 49 alfareras y alfareros de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca, en Chillán, Región de Ñuble. Esta última se encuentra, actualmente, postulando a la Lista de Salvaguardia Urgente de la Unesco.