La muestra, organizada en conjunto con Zentrum Paul Klee de Berna, recorre no solo la trayectoria de uno de los creadores más influyentes del arte moderno, sino que también exhibe su faceta más íntima con notas de sus clases en la Bauhaus, objetos de su taller y los títeres que confeccionó junto a su hijo Felix.
La exposición que trae la obra de Paul Klee al Centro Cultural La Moneda parte con los dibujos que el artista hizo cuando apenas tenía cinco años. No porque en esa época ya fuera considerado un genio, sino porque en la búsqueda de un estilo nuevo y simple, su obra encontró sentido e inspiración en el arte prehistórico, aborigen y también en los dibujos infantiles. De hecho, 18 hojas de dibujo que realizó entre los 3 y 10 años, las incorporó a su catálogo de trabajos.
Nacido y criado en Berna, Paul Klee (1879-1940) fue primero violinista antes que artista visual. Sus padres, ambos músicos, lo alentaron a desarrollar sus habilidades sin embargo en su adolescencia optó por el dibujo. En la muestra del CCLM es posible apreciar su talento, cuando a los 16 años copiando las fotografías de un calendario replicaba paisajes de Ginebra. Trazos minuciosos que se suman a sus pinturas de naturaleza que recrean sus paseos por Berna.
Entre 1901 y 1902 viaja a Italia con unos amigos, periodo de intensa búsqueda por crear algo no visto. La inspiración le serviría para idear su serie de grabados titulada Inventos (1903-1905), en donde por primera vez siente que ha encontrado “ese algo nuevo”, ese estilo propio.
En un segundo intento logra entrar a la Academia de Arte de Munich, sin embargo se decepciona por los límites de la enseñanza que lo insta a “copiar” la realidad. En esa época conoce a su esposa, la pianista Lily Stumpf y a los protagonistas de la vanguardia alemana. Wassily Kandinsky le presentó a Franz Marc y a los artistas del “Jinete Azul” (Der Blaue Reiter), entre otros, vinculándolo así con la escena artística progresista.
Otro de los viajes que marca la obra obra de Klee, es su aventura en Túnez, en 1914, donde queda impactado por las tonalidades: ”El color me posee, no tengo necesidad de perseguirlo, sé que me posee para siempre… el color y yo somos una sola cosa. Yo soy pintor”, escribe en su diario.
Durante la Primera Guerra Mundial, fue llamado a las filas y sirvió en el ejército de 1916 a 1918. En este período siguió desarrollando su obra, hasta el punto de convertirse en uno de los artistas más solicitados del momento. Así, en 1921 fue nombrado profesor de la recién fundada Bauhaus de Weimar, que posteriormente se trasladó a Dessau.
El periodo de la Bauhaus de Klee se caracterizó por sus dibujos constructivistas, así como por obras en las que exploraba relaciones de color. De esa época son sus pinturas más características de texturas cuadriculadas “imperfectas” de múltiples colores.
«Él no era solamente un genio capaz de crear estas fantásticas obras, sino que estudiaba muchas cosas; movimientos de arte contemporáneos alrededor del mundo, como el cubismo o constructivismo, y a la vez quería inventar algo nuevo a partir de los orígenes del arte; mirar los dibujos de los niños, las raíces del arte prehistórico, el art brut, y por supuesto, el arte fuera de Europa», señala Fabienne Eggelhöfer, quien indagó en escritos, testimonios, historias personales y diversas fuentes de información, para generar una propuesta que aborda no solo la trayectoria artística de Klee, sino que también su lado más humano e íntimo.
En 1933, al llegar al poder los nacionalsocialistas, Klee es perseguido y se incluyen sus obras en la lista de arte degenerado. Dos años antes había dibujado a Hitler en una caricatura titulada “Compañero de copas”.
Junto a su esposa Lily y su hijo Felix se exilian en Berna, condenado al ostracismo, al igual que muchos otros miembros de su círculo artístico. Sin embargo, ni el aislamiento ni la enfermedad degenerativa esclerodermia (que reduce su movilidad) impide que siga creando. En su último periodo dibujaría ángeles con rasgos humanos, escenas que aluden al ambiente violento y amenazante de la Segunda Guerra Mundial y pintaría obras coloridas, como Mujer en vestido campesino (1940) una de sus últimos óleos.
Cuándo: 12 de abril al 31 de julio de 2022. Martes a domingo de 10.00 a 18.30 horas