*Por Paulina Cabrera C. – directora de Amo Santiago

Han sido días muy difíciles para el país.

Dolor, angustia, miedo y mucha mucha rabia contenida. Y por otra parte un gran clima de unidad, fuerza e idealismo de sentir que un cambio es posible.

Está saliendo en esta crisis, como dijo un amigo, lo peor y lo mejor de nosotros. Está saliendo, quienes somos realmente.

Hemos vivido una violencia desatada. Muertos por consecuencia de la represión y violaciones a los derechos humanos de un sector de la fuerza policial y militar que nos trae de regreso el trauma de la dictadura. A lo que se suma la violencia de voces que justifican el caos a toda costa (“que arda todo” se ha dicho) y de un ataque permanente en redes sociales y en la calle, que no sabe de razones ni de diálogo.

Es chocante ver tanques militares en nuestro amado Santiago y duele cómo quienes se sienten en su derecho de saquear como delincuentes y destruir e incendiar bienes y servicios que nos pertenecen más allá de su valor material, como el Metro de Santiago, uno de los pocos ejemplos que democratizan y disminuyen la segregación de nuestra ciudad.

Desde el primer día condenamos la violencia y conscientemente evitamos publicar imágenes que provocaran división, por respeto a quienes lo están pasando realmente mal. Ni siquiera hablamos de la «guerra», sino que hablamos de la paz, porque sabemos del poder de las palabras. Perdimos seguidores que no nos (me) entendieron, y ganamos muchos más, que agradecieron nuestra postura.

Y es que escogimos la vereda más pequeña -la que desde un inicio- clama por una salida pacífica que respete la democracia, que llama al razonamiento y que pide interlocutores válidos y representativos para avanzar con las demandas legítimas.

Es urgente que el gobierno revierta su falta de empatía y prevalezca un diálogo, pero antes de eso, es necesario terminar y condenar transversalmente la violencia. Violencia organizada que mantiene la inseguridad en las calles, la furia vandálica después de las marchas y la inaceptable violencia militar y policial que nos divide.

Necesitamos construir las bases de ese nuevo pacto social del que tanto se habla. Pero eso es un proceso que no se logra de un día para otro, ni tampoco es algo que sólo sea del gobierno, los políticos o de los empresarios. Los ciudadanos también tenemos responsabilidad. Cabe preguntarse, qué hacíamos antes de este despertar del 19 de octubre, ¿cuál era nuestra participación, cuánto aportábamos para disminuir la inequidad en nuestra comunidad, cuánto conocíamos a nuestros vecinos, cuánto nos organizábamos, cuánto hacíamos por hacer de nuestro mundo, un mejor mundo?

Que prevalezca el sentido de humanidad por sobre todo, aquel que hemos visto de cerca estos días, de vecinos apoyando a vecinos, y de manifestantes que están llamando a la unión levantando la poco popular, bandera de la paz.

Terminemos este círculo vicioso de violencia y enrumbemos de una vez a la verdadera unidad.

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