Lo que será el Palacio Puyó parece sacado de una película francesa. Partiendo por la construcción de 1910 diseñada por el arquitecto Emilie Jequier (el mismo del Museo Nacional de Bellas Artes), la boutique Mademoiselle (con la que se inició el proyecto) y la gestora del espacio, Charlotte Esquerré, que nació en Francia hace 28 años y que vive hace 5 en Santiago de Chile.
«Mi pareja me contó la historia de esta casona y sentía que había que hacer algo para recuperarla», dice sobre el inmueble compuesto por seis casas independientes que fue mandado a construir por el doctor Luis Puyó como residencia familiar, y que después quedó en manos de su hija Inés, pintora de la generación del ’28 que compartió el espacio con sus compañeros artistas.
Charlotte Esquerré y Héctor Véliz comenzaron la recuperación de una de las casas, la de Monjitas 625, donde en los inicios viviera un amigo del doctor Luis Puyó, después fuera sede de la Radio Candelaria y hasta hace poco de la Galería Lawrence.
“Pensamos en el proyecto, y a medida que se fueron desocupando los espacios, los fuimos arrendando” revela Charlotte sobre la casa que dará vida a un boulevard multifacético. A Mademoiselle, la boutique de lencería y vestuario femenino, se suma ahora un salón de té, una tienda de joyas, otra de decoración y muebles, una de antiguedades y un centro de yoga, además de una sala de reuniones disponible para oficinistas y trabajadores independientes.
“Comenzamos hace exactamente un año con la tienda, en un mes y medio la arreglamos, luego nos ampliamos y ahora estamos con el café que llevará el nombre de Inés en honor a la hija de los Puyó” cuenta Charlotte. Su pareja, Héctor Véliz, vivió en la casona entre los 12 y los 18 años porque su mamá Elba Farías fue quien cuidaba a Inés en sus últimos años quedando luego como administradora del palacio.
“Héctor era un poco como el nieto de Inés, así que yo creo que estaría feliz si nos viera. A ella siempre le gustó Francia y que yo llegue con Héctor a hacer este proyecto es perfecto, ha sido un proceso fluido” asegura Charlotte quien dice sentirse un poco como la propia Inés.
«Me apasionaba la historia de esta mujer. Ella era quería transmitir arte, cultura y valores como la solidaridad, por eso queremos convertir esta casa en un paseo, que se pueda conocer este patrimonio, que no se trate de otro Patio Bellavista y que en él hayan productos de personas que hacen su oficio hace años y tengan amor por ese oficio”, señala la ingeniera comercial que llegó a Chile para conocer a su familia paterna, que se quedó para estudiar un Magister en Comunicaciones donde de paso también aprendió español y a vivir como “chilena”.
En honor a su recordada dueña, el Café Inés es como le definen sus dueños como «un lugar elegante pero no empaquetado, abierto a la gente, con una estética pero para sentirse como en casa”.
El espacio está a días de abrir a público, sólo quedan algunos detalles. Las paredes pintadas de rosa pálido y fucsia son el marco de hermosas mesas y sillas de madera de haya, en donde se servirá variedad de té, café y pastelería francesa con pan de pasas, de chocolate y tartas de frutas.
“Con la decoración quisimos respetar el lugar, hay cuadros de la pintora Ebe Bellange, que tenía su taller aquí, ocupamos materiales nobles y objetos antiguos, como la lámpara de lágrimas”, señala sobre el ambiente que mezcla precisamente lo clásico de los tiempos de gloria de la casona con un toque de modernidad. Esa mezcla también es la que Charlotte y Héctor buscan con los comensales y visitantes.
“Sé en qué parte de la ciudad estoy, en una frontera entre dos mundos, Lastarria para arriba y Lastarria para bajo. Acá hay un quiebre cultural, Lastarria es más ondero y la gente de la Plaza de Armas es mucho más popular, por eso era importante dar vida a este lugar porque también contribuye a superar la desigualdad y ser un lugar de encuentro” recalca Charlotte.
Dónde: Monjitas 625
Cuándo: Pronto! De lunes a lunes de 8 a 21 horas
Más: El café también tiene una terraza en el patio interior y un hall donde habrán ciclos de cines