La noche del sábado fue una de esas para recordar. Encumbrados en el Anfiteatro Pablo Neruda, en el Parque Metropolitano, vivimos la quinta versión de la Gran Noche de Estrellas, en donde la invitación es simple y profunda: recordar el Universo que nos contiene y observarlo.
Como antesala estuvo la presentación de The Beetles, una banda tributo que amenizó el ambiente con los grandes éxitos de los chicos de Liverpool.
Y luego vino lo que esperábamos: la presentación del astrónomo José Gallardo del Observatorio Alma que nos contó cómo funciona este gigante centro ubicado en el desierto de Atacama. Entre otras cosas supimos que las 66 antenas instaladas en el altiplano de Chajnantor, a una altura de 5.000 metros, percibe la luz de estrellas infinitamente lejanas y que la información leída por cada una de estas forma imágenes imaginadas y nunca antes vistas como lo discos protoplanetarios, por donde orbitan y nacen los planetas.
Que en el Centro de Operaciones de ALMA (OSF), a 2.900 metros sobre el nivel del mar, conviven científicos de distintas partes del mundo, así como un reality según contó José, expertos que han visto cómo se forman las galaxias, cómo una de estas se convierte en una poderosa incubadora de estrellas, cómo las estrellas nacen y se relacionan con otras (así como los humanos) o cómo se comprueba que fuera de la Tierra aparecen rastros de vida.
Una experiencia inspiradora que también nos regaló una observación a través de telescopios y que nos volvió a dejar con el corazón inflado, mirando al Universo que tenemos dentro de nosotros mismos.
