Para Ana Palomino, la Navidad parte cada 25 de octubre. Ese día saca las cajas de la bodega y comienza a colocar los cientos de metros de luces que hacen que su casa sea una de las más luminosas de Santiago y la más encendida de toda la comuna de La Florida.

“Parto primero por las ventanas de atrás, empiezo sola para que nadie me moleste. Si encuentro algo malo lo desarmo y lo vuelvo a armar”, asegura la vecina de calle Las Nalcas con Rojas Magallanes, madre de cuatro hijos (uno de ellos murió), abuela de 12 y bisabuela de dos.

A raíz de los reclamos de un par de vecinos -que veían con mala cara la concentración de espectadores- pensó en terminar su tradición de los últimos 50 años, pero pudieron más las cartas y las peticiones de niños y familias por continuar con la celebración. Hasta el alcalde Rodolfo Carter la apoyó haciéndose presente en la inauguración hace unos días y se comprometió con seguridad y aseo de personal municipal para calmar las críticas.

“He adornado mi casa toda la vida desde que me casé, hace 50 años. Antes con poquito y acá en esta casa, se ha dado más porque es más grande”, asegura sobre su domicilio de hace una década.

Lo primero que tuvo fue lo clásico: un árbol, luego un viejito pascuero y las luces en los alrededores. “Después encontré que se veía poco y me puse a poner más y más y más. Mi hijas me retaban y decían que la gente iba decir que estaba loca, pero yo les decía ‘a mí me gusta’. Mi marido me apoyó y de ahí me trajeron luces y pascueros de Estados Unidos”. Hoy le ayuda toda la familia, hermanas, hijos, cuñadas y nietos. “Mi hija mayor pone las luces más complicadas”, agrega y Jano, el hijo que perdió hace dos años en un accidente, era el anfitrión de los visitantes.

Cuando le pregunto de dónde nace este espíritu navideño, me cuenta que se remonta a su infancia, “cuando niña no tuvimos Navidad, fuimos muy pobres. Mi papá se fue, dejó a mi mamá con seis hijos y nunca nos dio nada. Mi mamá sufrió mucho por nosotros, trabajaba de nana, hacía lo que podía. Nunca tuvimos regalos de Navidad… una visitadora nos llevaba leche”.

Por estos recuerdos es que apenas se casó con Gerardo Fuentes, comenzó con el rito familiar. Años de esfuerzo y trabajo duro, les permitieron pasar de arrendar tacas tacas y bicicletas a tener tres locales de venta de repuestos de autos, lo que les dio la oportunidad de celebrar la Navidad como siempre quisieron. Si el año pasado hasta tuvieron un coro de villancicos con el conjunto folclórico de los suegros de su nieta.

Hoy tiene un panel computacional que controla las luces LED, zapatillas certificadas y decenas de figuras que se reparten entre la terraza, el patio delantero, las puertas y las ventanas. Sin embargo, las favoritas de Ana son un pingüino parlante que saluda diciendo “Oh Yeah” y un pescado enmarcado con gorro de viejo pascuero, que mueve la cabeza de lado a lado.

 

Este 24 de diciembre promete cumplir con el momento más esperado de su tradición. Cinco minutos antes de la medianoche, su marido apagará las luces y a las 12 en punto traerá la escalera para subir la figura del niño Jesús al pesebre luminoso. Mientras suena música navideña y sus perros Coco y Cholo corretean por el jardín, quienes esperan en la calle entonarán un feliz cumpleaños aguardando la apertura de las puertas, cuando Ana, Gerardo y toda su familia comience a repartir juguetes y regalos, como si fueran los verdaderos viejitos pascueros.

  • Dónde: Las Nalcas con Rojas Magallanes, La Florida
  • Cuándo: Hasta el 6 de enero de 2019 de 21.00 a 00.00 horas

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