Periodista, escritor y cronista urbano. Miguel Laborde es un referente a la hora de contar historias de Santiago, por lo que también quisimos hacerle nuestras tres preguntas que abordan la crisis que estamos viviendo, en torno al daño al patrimonio que conocíamos y que hoy se resignifica y a la posible salida o ideas que puede ofrecer el mundo de la cultura y el arte.
Lo primero que nos dice al otro lado del teléfono, es que está mal ante la destrucción, imbuido en el mundo de las emociones y
“en las nubes”, perdido respecto a lo que se viene. Y es que Miguel es uno de a quienes les duele la destrucción de monumentos y arquitectura, no por sólo el valor material que tienen sino por su significado histórico.
¿Cómo explicas la destrucción de monumentos y daño a la arquitectura? ¿Hay una falta de identidad de parte de algunos manifestantes? ¿Se justifica?
Siempre he dicho que tenemos una buena relación con el mundo abstracto, con el mundo de las ideas, incluso con el mundo de las ideologías, pero tenemos una pésima relación con el mundo material, con los oficios, con lo concreto. Me tocó estar en Bolivia, en el año 72, hubo un saqueo masivo en La Paz pero uno veía que toda esa violencia contra lo institucional no dañaba el patrimonio. Había una consciencia que detrás de eso habían materiales nobles, habían oficios que se transmiten de maestro a discípulo, de padres a hijos. Acá hay una sobrevaloración de lo mental, entonces eso nos desastabiliza y por lo mismo nos lleva a tomar ideas o modelos muy rápidamente para un lado y para otro. Tiene sus ventajas, hemos tenido logros, pero es probable que vamos a terminar saliendo de esto con otro modelo, pero nuevamente, no nos respetamos entre nosotros. No va a ser un modelo chileno, sino que una vez más un modelo extranjero.
Pero volviendo a lo del patrimonio, no tenemos consciencia de lo material, recuerdo que nuestra industria nacional tenía muchos mejores materiales (yo trabajé en cuero y calzado), pero la gente prefería comprar lo importado. No hay ninguna conciencia, ¿cómo esas personas con esa formación van a valorar el patrimonio tangible? no hay cultura para eso. No se justifica, entrevistaban al párroco de los ortodoxos de Pedro de Valdivia y se destruyeron los vitrales de los años 30, eso no tienen reemplazo. Cuando estuve en la Comisión de patrimonio del Colegio de Arquitectos, tuvimos un proyecto que era trabajar con “mi provincia, mi comuna, mi barrio”, cosas reales que generan pertenencia, pero por la burocracia legislativa no se logró, seguimos teniendo una educación que no trabaja con lo real.
En la universidad les hice a los alumnos un trabajo para que nombraran tres cumbres importantes de nuestra cordillera, tres árboles más comunes, tres pájaros, pero nada… pura abstracción. ¿Van a cuidar los árboles, el cerro Santa Lucía, un templo y sus bajos relieves, las puertas de madera de Ismael Valdés Vergara? No, no hay consciencia, eso se perdió pero a lo largo del siglo XX se fue diluyendo por completo el mundo de las artes y oficios.

La crisis que estamos viviendo sorprende a unos y era esperable para otros, ¿Cuánta desigualdad ves en la ciudad de Santiago?
Hay una enorme desigualdad, pero no somos los más desiguales, hay ciudades en México y Colombia sin alcantarillado ni luz eléctrica. Hemos logrado avanzar en infraestructura en un nivel que nos enorgullecía -hasta hace poco- en todos los países en vías del desarrollo, pero aquí estamos pagando el precio del logro de una clase media, de una generación disconforme, los que alcanzaron a ver las posibilidades de una vida digna, segura, tranquila y positiva, en su propio futuro y eso de repente se dejó.
Los hechos sociales siempre tienen una combinación de algo que rebalsa el vaso, de repente por cualquier pretexto estalla la discusión y por otra parte uno ve una organización para alterar el orden público, están las dos cosas. Y eso la sociedad lo ha reconocido, hay un reclamo justo por una sociedad más justa, yo lo vengo diciendo hace mucho rato.
En los años 60, las madres en las poblaciones no tenían la educación básica para salvarle la vida a sus hijos, hemos avanzando mucho, yo conocí lo que era el Cerro Blanco que era pura toma, negro de población cubierto de chozas, niños descalzos en la calle debajo del río Mapocho, hemos avanzado porque hubo más consciencia. Pero de alguna manera se logra que cada generación llega demandando, más, y esta bien que eso sea, así se logra avanzar, pero no basta. También tiene que haber lógica, estrategia, técnica para que la sociedad vaya asumiendo esa tarea.

¿Cuál es tu postura para superar esta crisis? ¿Qué es lo mejor que podemos hacer desde la cultura, el arte y quienes defienden la ciudad?Ahora estamos en una situación que no sabemos a dónde vamos. Al séptimo o octavo día yo realmente vi que íbamos a un Chile soñado, con muchas cosas urgentes, claves y necesarias que habían pasado a primer plano y había una voluntad generalizada por asumirlo.
¿Cómo aporta? Hay algo que es políticamente incorrecto, hablar de la elite, pero lo cierto es que las elites son las encargadas socialmente de crear corelatos e imaginarios de futuro. Si nos vamos a Grecia, Pericles se juntó con 7 u 8 amigos y eso fue el milagro griego, soñar una sociedad de donde nació la democracia, mientras la sociedad estaba trabajando en los campos. No les puedes pedir que estén elaborando visiones de futuro, está en otra su realidad.
Los griegos decían que épica y ética son imprescindibles y eso lo vimos en un momento, pero al lado tiene que haber una lógica y una técnica, y eso se ha olvidado. El ser humano como decían los griegos, requería también un sentido de vida, cómo queremos ser como sociedad, como enfrentar el misterio a lo desconocido, más allá de vivir y sobrevivir para así generar una tercera parte, una poética y una estética.