Sentado a lo indio, ojos cerrados. Respiramos profundo y casi nos olvidamos que estamos en el Parque de las Esculturas. Está atardeciendo y la sesión de Medita ha comenzado.

Marcela Torres (31) y María José Reinoso (30) guían la práctica. Sobre una manta, explican sonrientes de qué se trata la energía diksha, una transferencia energética que no tiene que ver ni con religión, ni ideologías, ni una forma de alimentarse y que de manera simple, desarrolla el despertar de la conciencia. Cuentan que son Medita, un movimiento que regala esta sesión para quien quiera recibirla.

Con mantras de fondo, estamos ahí, dejándonos llevar por esta pacífica experiencia. Imponen las manos sobre la cabeza de cada uno de los presentes y la sensación que nos llega es una dulce calma interior. Al fin la mente se ha quedado quieta y los pensamientos flotan lejos.

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Marcela y María José se conocieron precisamente en un grupo de meditación hace dos años. Cada una venía de vivir procesos similares: prácticas de yoga constante, una ruptura amorosa de por medio y la búsqueda de profundizar en la conciencia de sí mismas.

“Estábamos viviendo las mismas cosas en paralelo, íbamos a meditación de diksha en distintos lugares y conocíamos a personas en común, hasta que finalmente nos hicimos amigas”, recuerda María José. Luego cada una hizo un retiro en la Universidad Oneness en la India, tomaron un curso de diskha y decicieron seguir realizando la práctica juntas.

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Cuando les preguntamos por qué en la calle, nos cuentan que se inspiraron en un video que mostraba a un grupo de budistas meditando en la vía pública. Ese fue el punto de partida para realizar el primer Medita durante el festival de intervenciones urbanas 100 en 1 día 2015, evento que convoca a los ciudadanos tomarse el espacio urbano con una acción que implique un regalo para la ciudad. Desde entonces han realizado prácticas en los parques Forestal, de las Escultura e Inés de Suárez de Providencia.

“Nos dimos cuenta que teníamos un forma particular de meditación, una visión más simple, más lejos de lo establecido. Tomamos la herramienta de los mantras pero nos adaptamos al espacio. A veces voy caminando y veo un lugar y pienso ahí podemos hacer un Medita, más que pensar en arrendar un centro y hacer la meditación”, explica Marcela quien también es profesora de yoga y artista visual.

La energía diksha, que nace en India, busca ampliar la conciencia, generando cambio de patrones y sanando las relaciones con los padres y especialmente con uno mismo.

“Esta práctica te llama a la integridad, a que te observes tal cual eres, verte con más claridad en lo oscuro y en lo lindo, sin culpa ni juicio y conscientes de que todos los seremos humanos vivimos con esa dualidad”, revela Marcela. Y María José acota: “te dice que este ser espiritual que somos tiene que ser funcional en el mundo, exitoso, y este va a ser el resultado de que seas tan espiritual, entendiendo como éxito el ser feliz”.

Por eso Medita viene a convertirse en un espacio para compartir, un lugar generoso en donde además no hay dinero de por medio.

“El aporte es que llegue la gente, hay pocos espacios en donde uno sólo entrega, cuando hacemos Medita siento que estoy haciendo lo que tengo que hacer, que el momento es preciso y perfecto”, concluye Marcela.

Para conocer su trabajo y dónde serán las próximas prácticas síguelas en su página de Facebook.

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