En el pasaje Agustín Edwards, otrora uno de los mejores espacios comerciales de la ciudad y plagado ahora de restaurantes menores y peluquerías, hay una Rosa. Una Rosa que sobrevive a los tiempos y cuida piezas gráficas que la tecnología y el mundo digital aún no matan. Ella es la dueña de “El Penique Negro”, un local dedicado principalmente a la filatelia, pero también a la venta de billetes, monedas y trenes en miniatura.
Este espacio es una entrada a cómo en el pasado se conocía el mundo, cuando las estampillas eran ventanas a otros lugares debido a que ilustraban situaciones, paisajes o personajes. ”El sello postal es un diplomático en potencia hacia el exterior. Mucha gente no conoce Chile y dice ‘ah, qué lindo esto, ¿dónde será?’ Y se pone a investigar (…) usted pasa un rato en una parte, en otra, y sólo con su cabeza viaja y es como si estuviera allá. Eso es lo que la gente no entiende”.
Ella llegó ahí hace poco más de 40 años ofreciendo sellos y después terminó como pareja del dueño, que abrió la tienda en 1956. Ahora rige uno de los pocos locales de Santiago que venden estampillas de colección a una clientela que se ha ido reduciendo (varios han muerto), pero fiel.
“Antes (en los ‘70) venían hartos jueces a la hora de almuerzo y venía uno a comprar sellos para estudiarlos, pero llevaba puros con piluchas”, dice Rosa riendo al recordar una anécdota. También comenta que entre quienes robaban había un conde polaco que operaba rápidamente y escondía las estampillas en sus mangas.
El nombre del local se debe al primer sello que se hizo, que corresponde a la Reina Victoria, y aquí es posible ver billetes de Mozambique cuando era una colonia portuguesa o sellos del mundial de fútbol de 1982, entre otros. Son cosas que no encontrarías en un mall, cosas que te harían soñar y reírte con una Rosa.
Dónde: Ahumada 312, local 23
Cuándo: 10:30 a 18:30 horas (cerrado en horario de almuerzo)
Teléfono: 2 698 9189