Doce kilos de garbanzos, dos de arroz, cuatro de cebolla y seis de zapallo son parte de los ingredientes de 150 platos de garbanzos. Grandes cantidades contenidas en las recetas de La Olla de Chile, iniciativa que mediante una plataforma difunde las colectas de dinero y alimentos que van en ayuda de comunidades vulnerables.
Por Paulina Cabrera C.
La crisis económica generada por la pandemia agudizó aún más las precarias condiciones en poblaciones y lugares más vulnerables. Así lo saben Alexis de Ponson, Victoria Medina y Corina Acosta, tres amigos que conscientes de la proliferaciones de ollas comunes, idearon La Olla de Chile, un sitio web para concentrar todas las ayudas y difundir las iniciativas de ayuda, campañas y comedores solidarios.
“Partimos justo el día en que Delight Lab iluminó con la palabra hambre la torre de la Telefónica. Quisimos hacer este proyecto porque recibimos muchísima información de ollas comunes que necesitaban apoyo vía redes sociales. Pensamos que así como nos pasó a nosotros, habría gente que querría apoyar y la información se iba a perder. Decidimos centralizar toda la información que recibimos en un sitio web y así creamos un ecosistema digital: sitio web y además las redes sociales (Instagram, Facebook y Twitter). Lamentablemente no hemos podido visitar las ollas en terreno, pero todos los días nos comunicamos con varias para ver cómo están”, nos cuentan.
A la fecha ya se han recaudado más de 20 millones de pesos que han ido en apoyo de 140 ollas comunes a lo largo del país. Al mismo tiempo que están inscritas en el sitio web 236 ollas comunes, de las cuales 170 corresponden a la Región Metropolitana. Cada una de ellas cuenta con una ficha técnica con los datos de cómo ayudar, además de fotografías y direcciones.
De acuerdo a las cifras que manejan, cerca del 60% de las iniciativas publicadas han recibido alguna menos un aporte, lo que habla del éxito del proyecto.
Los creadores de la iniciativa indican que tienen “contacto con organizaciones que realizan visitas a terreno como `Guatita llena´, que está a cargo de Maddy, una canadiense que consigue donaciones en el extranjero y luego entrega la comida y La olla rodante que busca donaciones los fines de semana y también recibe aportes”. Al mismo tiempo que recalcan que el principal logro de estos meses ha sido “que la plataforma ha funcionado y que las ollas comunes han podido recibir aportes de personas naturales. Además ha sido posible visibilizar el hambre en Chile y que la sociedad civil también pueda contribuir”.
¿Cualquier persona puede inscribir su olla común? ¿hay alguna forma de verificación para evitar posibles fraudes? (lamentablemente no falta el que se aprovecha de estas situaciones)
Desde que partió el proyecto, nos comunicamos telefónicamente con quienes están a cargo de las ollas comunes y también, vía redes sociales. Les pedimos fotografías de su olla común y redes sociales que den cuenta de la actividad. De todas maneras, un componente vital de este proyecto es la confianza. En pandemia no podemos hacer seguimiento en el territorio, así que tomamos la decisión de verificar la información con las herramientas que el mundo digital nos permite.
Si bien entendemos las dudas que pueden surgir en personas que no están cercanas a esta realidad, creemos que es importante señalar que efectivamente existe una situación de necesidad derivada de la crisis social que ha generado la pandemia. En ese contexto, las ollas comunes han sido un ejemplo excepcional de organización local y de maximización de los escasos recursos con los que cuentan para poder beneficiar a la mayor cantidad posible de vecinos. Por eso es tan importante que las personas que pueden, sigan haciendo donaciones ciudadanas.
Distintos ilustradores han respondido a la convocatoria “La olla de los colores” que ayuda a visibilizar el proyecto ¿cómo nació esta idea?
Nació porque las ollas comunes son también patrimonio inmaterial de nuestro país. Las ilustraciones permitieron que se visibilice la labor que tienen en la comunidad las ollas comunes y cómo estas aportan a la seguridad alimentaria. Felizmente tuvimos una super buena recepción en los y las ilustradores y nos han llegado unas obras muy bellas que además compartimos con quienes están a cargo de las ollas. Estas ilustraciones también sirven de afiches para difundir sus ollas con sus vecinos.
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