*Por Paulina Cabrera C. / Fotos y dron: Gonzalo Hidalgo O. / Producción: Daniela Jorquera
Con una letra P y un punto, el multifacético Jenaro Prieto firmaba sus cientos de artículos en el Diario Ilustrado y las dos novelas que alcanzó a publicar en vida, la más famosa El Socio de 1928 con la que se hicieron seis adaptaciones en el cine (incluida una con Whoopi Goldberg). Y esa misma P es la que puso en la fachada de la casa donde vivió en el Barrio Yungay, construcción de comienzos de los años 20, que hoy vuelve a la vida de manera impecable.
El inmueble de Conservación Histórica fue diseñado por los hermanos arquitectos Carlos y Alberto Cruz Eyzaguirre en lo que entonces era un sector residencial acomodado. Probablemente aquí el escritor, abogado, periodista, pintor aficionado y diputado por Santiago del Partido Conservador, caminó fumando su pipa ideando muchas de sus crónicas. Reconocidas por su sarcasmo, humor y una crítica aguda a la sociedad de la primera mitad del siglo pasado.
Sus compilaciones se pueden encontrar en Memoria Chilena y en ella se delata su personalidad chispeante y sarcástica que también se plasmó en su residencia familiar de tres pisos. Desde la frase en castellano antiguo en que se lee “Ayuntáronse para alzar aquestos sillares los deudos e las deudas” (algo así como que la construcción fue gracias a los deudos y las deudas) hasta la diversidad de estilos y simbolismos que incluyen un relieve con simbología masona en el frontis que se repite en el interior de la construcción.
“Los hijos de Carlos Cruz Montt recogieron muchas vertientes de la arquitectura, logrando un estilo neoclásico italiano, con rasgos románicos, representado por las pequeñas ventanas y puertas con cerrajería que recuerdan las fortalezas medievales, a lo que se suman pilares, detalles indígenas y también del oscurantismo” describe el arquitecto Cristián Marincovic, quien junto a su socio Jean Pierre Furque recobró este caserón ubicado en calle Moneda 2380.
Durante los últimos 10 meses más de cien personas hicieron posible el sueño de los hermanos Enrique y Alvaro Larraín y Verónica Compagnon, los nuevos dueños. Primero se reforzó la estructura dañada por los terremotos, se botaron los añadidos acumulados en las últimas décadas y se retiraron ocho toneladas de escombros y tejas caídas para así alivianar la casa ante posibles nuevos eventos sísmicos. Luego se recuperaron las maderas originales de pino oregón de los pisos y escalera, se rehicieron y modernizaron los baños y cocinas, se restauraron los vitrales fabricados en Chile por la familia Carrión y se limpiaron los graffitis de la fachada, que logró un color que se asemeja al de la arquitectura vecina.
“Los hermanos pasaban por esta casa con ojos lánguidos hasta que supieron que estaba en venta, el antiguo dueño era el padre de un ex compañero de Enrique, mi marido. Así que decidieron recuperar la casona” revela Verónica sobre el segundo proyecto de restauración que realizan en el barrio.
Cuando llegaron la situación no era la mejor. La casa estaba deteriorada, oscura, con un patio lleno de basura y un primer piso con decenas de cajas de zapatos y rollos de tela de antiguos propietarios. En la escalera de la calle se juntaban a tomar cerveza y los rayados no dejaban ver la belleza de la construcción. Situación que quedó atrás con los trabajos, que salvaron del olvido los 450 metros cuadrados de la llamada Casa Prieto. Según recuerda Verónica, quien se encargó de la decoración y entre otros, de buscar el mobiliario y las lámparas antiguas en el persa Víctor Manuel, la casona fue recuperándose al mismo tiempo que ella fue aliviando una molestia en sus rodillas (“fue una terapia subir y bajar las escaleras”) para finalmente terminar con una casa llena de luz, no solo la luz natural que entró por las ventanas sino la “propia luz interior” del caserón que volvió a su mejor momento.
De la misma manera lo siente Cristián Marincovic -cuya constructora tiene experiencia en el retail y en la recuperación del Mercado Central- quien asegura que fue una labor llena de sentido: “fue un desafío tomar este proyecto, intenso vivir aquí 18 horas diarias de lunes a lunes. Nunca me fui de vacaciones, estaba inspirado y es que todo el trabajo fue mano de obra, sin máquinas, como el de la bolutas de madera de las escaleras que se desarmaron y se volvieron a armar como verdaderos puzzles”. Para dimensionarlo, durante los 10 meses de trabajo, podría haber construido 12 locales.
Así la nobleza del material le ganó esta vez a la especulación inmobiliaria, abriendo un nuevo capítulo para la casona del bisnieto del Presidente José Joaquín Prieto, que partirá como residencia de artistas y pequeño centro de eventos culturales, para en el mediano plazo convertirse en nuevo hotel boutique para la ciudad.
Contexto arquitectónico
Sobre su estilo arquitectónico, el conservador y restaurador de bienes culturales Mario Rojas Torrejón especifica que este “debe ser uno de los primeros trabajos de los hermanos Alberto y Carlos Cruz Eyzaguirre, que serán importantes exponentes del movimiento clasicista que conformará barrios como El Golf o Providencia, y posteriormente darán vida a edificios modernista”. Y agrega: “La casa intenta asemejar en su fachada una especie de fortaleza, si te das cuenta sus ventanas son pequeñas, en el primer nivel el estuco imita mampostería, y quizás el único elemento que le da movimiento a la casa, es la galería de ventanas del último piso, con sus pilastras románicas y personajes a caballeros templarios que sustentan el muro”.
En tanto que a la hora de analizar el contexto de su ubicación el cofundador de Brugmann Restauradores explica que el sector donde está emplaazda la Casa Prieto pertenece a un barrio que comenzó a ser reurbanizado en la década de 1910 como una alternativa a los elegantes y caros barrios centrales, y del sur de la Alameda. «Profesionales jóvenes, cultos, y que tenían alguna relación con materias literarias, científicas y artísticas empezaron a llegar al barrio. Jenaro Prieto es un personaje de recursos, y puede darse el lujo de tener una casa a su medida, a su estilo -tal como lo hiciera Edwards Matte en Cienfuegos, los Letelier y el ingeniero Santiago Marín- a diferencia de otros intelectuales que van a poblar el barrio Yungay en casas más modestas».
Casa Prieto
- Dónde: Moneda 2380, entre Cumming y Bulnes
- Síguelos en Instagram/CasaPrietoMoneda2380
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