Los “invernistas” estamos felices por estas pequeñas lluvias que nos hacen adorar las bajas temperaturas. A diferencia de muchos que aman el sol, esto es el apogeo para los que preferimos el frío y de verdad yo soy uno de ellos no sólo por el clima, sino por el placer de cocinar cosas ricas y con muchas calorías para calentar el cuerpo y reunir a la familia alrededor de algún fuego o chimenea. Son tiempos difíciles donde el amor de nuestro entorno puede calmar ese miedo o también las ansias de libertad.

Estas semanas luego de las elecciones se ha podido reflexionar sobre el gran logro de poder reescribir la Constitución de nuestro país y es un acto hermoso y muy importante de la democracia, un significativo avance. Como cocinero y aunque suene evidente, mi mayor enfoque es la comida y es ahí desde donde les hablaré. Y esta es mi reflexión: por un lado se está avanzando pero por otro estamos perdiendo parte importante de nuestra chilenidad, nuestro patrimonio gastronómico. De corazón les digo que a causa de la pandemia muchos lugares tradicionales se han visto en la obligación de cerrar sus puertas.  Esta nueva realidad a causa del COVID19 ha generado pérdidas fundamentales y ha provocado que otros lugares emblemáticos estén intentando mantenerse a flote con todas sus fuerzas. Sin embargo, también, en este nuevo escenario han surgido ofertas gastronómicas que hace una década no existían y que tienen en su oferta, los despachos y pedidos al alcance de un clic. Evidentemente muchos se han reinventado y adaptado a estos tiempos, pero otros no han podido hacerlo. Lugares clásicos de nuestra comida chilena se han convertido en verdaderos dinosaurios que se resisten a desaparecer. Mi reflexión es que justamente son estos lugares los que alimentan las raíces de nuestro Chile amado, donde una cazuela, un caldillo o una carbonada te hacen viajar a la niñez. Qué decir de nuestro mítico charquicán con huevos fritos y cristalinos (¡Me imagino correr su cremosa yema, una verdadera oda gastronómica!).

Por eso que les llamo a apoyar a nuestros locales tradicionales ya que entregan cultura gastronómica. Han cerrado muchos y eso llena el corazón de nostalgia. El último en caer fue el clásico El Hoyo, restaurante emblemático ubicado en Estación Central y donde te dirigías feliz y ansioso para disfrutar de sus insuperables caldos de gallina con harta enjundia, una rica lengua nogada o unos aromáticos riñones al jerez, platos que sólo con sus aromas quedabas más que pagado. Si a esas maravillas le agregabas un buen vino de tonel en jarra en las típicas cañitas de medio litro, llegabas al cielo. En El Hoyo todas eran bienvenidos y sólo el ojo de sus garzones expertos, podían distinguir a comensales habituales, los curiosos de siempre o los extranjeros más osados que se atrevían a llenar sus panzas con tan suculentos manjares.

Cada uno de nosotros tiene la oportunidad de evitar este desastre de la desaparición de nuestros clásicos, volviendo a esos lugares donde la comida se prepara en la madrugada, con horas de cocción, donde la sopa en cubo no existe, sólo fondos de reducción y caldos para levantar muertos. Locales donde aún preparan los mejores interiores como los chunchules con unas buenas papas doradas o también los ricos animales de caza como el conejo escabechado, codornices y tórtolas. Uff! ya me dio hambre. En fin, que no solo queden en el recuerdo si no que sean lugares donde quienes habitamos esta bella ciudad y este hermoso país, jamás dejemos de ir.

Y como cada semana les dejo una rica receta para esta semana para que puedan compartir con los que aman.

Pollo al coñac y papas fritas

Ingredientes

  • 1 pollo entero
  • 2 cebollas grandes
  • 1 pimiento rojo entero
  • 2 zanahorias
  • 1 taza de caldo de pollo o caluga de caldo concentrado
  • 1 taza de vino blanco
  • Media taza de coñac
  • Sal pimienta a gusto
  • 1 kg de papas grandes
  • aceite para freir
  • 1cucharada de mantequilla
  • Orégano a gusto

Preparación

  • En una olla grande poner a fuego medio una cucharada de mantequilla y 3 ajos machacados.
  • Troza el pollo de acuerdo a los comensales que tendrás y séllalos en la olla a fuego fuerte. Agrega la sal, pimienta, la cebolla en plumas y la zanahoria en rondel. También el pimiento rojo en tiras medianas y sofríe todo junto.
  • Una vez dorado, agrega el caldo de pollo y deja cocinar a fuego fuerte por 10 minutos. Agrega la copa de vino y deja cocinar a fuego bajo por 20 minutos más.
  • Mientras el pollo se cocina, corta las papas en bastón a la medida que más te guste y ponlas a freír en una paila con aceite.
  • Vierte en el pollo la media copa de coñac y con un fósforo encendido prende el caldo para que el coñac elimine su alcohol. Cocina por 5 minutos más y emplata junto a las papas fritas. Recuerda que el ingrediente secreto es el amor que entregamos al cocinar para los que amamos.

Esta semana, les recomiendo a una pequeña empresaria que con este tiempo de pandemia se ha fortalecido y entrega productos maravillosos a domicilio. Les hablo de Desayunos Sorpresa Catamely, que se dedica a preparar desayunos temáticos sorpresa, de acuerdo a lo que necesiten los clientes. La encuentras en Instagram @Catamely. Además las reservas y pedidos puedes efectuarlas al teléfono +56 9 8383 7620 y al correo catamely@hotmail.com.

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