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Este 2021 ha transcurrido muy lentamente. La pandemia por COVID nos ha golpeado fuerte a muchos, especialmente a los que somos aclanados y no soportamos demasiado tiempo estando lejos de los nuestros, especialmente en fechas especiales como los cumpleaños de aquellos que amamos o el Día de la Madre. Por eso toma tanto sentido el cuidarse y cumplir con las medidas sanitarias para poder estar pronto con ellos. Hago este comentario porque el domingo se celebra uno de los días que disfrutamos al lado de la parrilla con mi familia: el Día del Padre, y el hecho de no pasarlo junto a ellos es también algo triste. Les comentaré que mi padre es un gran cocinero escondido, le encanta prender las brasas o preparar los sánguches, pero siempre con un estilo definido, pues deben tener mucho de todo. Aunque no lo crean cuando yo era un joven desordenado y llegaba a casa tras largos carretes, mi padre me preparaba el mejor desayuno para reponerse, compuesto de un churrasco palta en marraqueta y un buen té con leche, algo realmente maravilloso y no sólo para mí, también para todos mis hermanos que llegaban en la misma condición más algún amigo que siempre se quedaban en casa.
Mi padre es un amante de los pescados y mariscos. De ahí viene mi gusto por los productos del mar. Nada supera a un buen pescado acompañado con arroz que hasta hoy no sé preparar (o sea, lo sé cocinar pero no me queda como lo comía en mi infancia) y muchas ensaladas preparadas a su gusto. Era un ritual de cada fin de semana verlo a él junto a mi madre haciendo un rico almuerzo para su tropa, que entre vueltas y vueltas éramos llamados a la mesa a ¡las cuatro de la tarde!. Aunque suene chistoso seguro que a más de alguno de ustedes también les pasaba y ahora esa vivencia se transformó en un lindo recuerdo. Valía la pena la espera, pues era la ocasión en que mi madre no podía frenarme con sus clásicos “prudente Patricio” o “prudente Pablo” pues ese día teníamos el privilegio de comer lo preparado por mi papá y él nos dejaba comer hasta reventar.
Como les contaba, también es sabida su fascinación por los sánguches y por lo mismo conoce las mejores picadas del centro. Mi hermano mayor Rodrigo creó una clave secreta para poder disfrutar de esos manjares. La frase clave era “¿papá vamos al cajero?”, dicha con la voz más dulce e inocente para que el resto no se diera cuenta. Ahí nos arrancábamos a un clásico como el Prosic, al Lomitón o a nuestro preferido Tío Manolo pues vivíamos cerca, así que teníamos que comer rapidito y llegar a casa calladitos para que mi mamá no nos pillara que habíamos salido con la maldad de devorar un sánguche. Con el tiempo supimos que mi madre sabía de nuestras escapadas nocturnas a comer, aunque nunca supimos cómo se enteró. Es un misterio sin resolver… La cosa es que él lleva esta pasión por la comida y es algo que traspasó a toda la familia. De hecho es reconocido por nuestros primos como el Maestro del pollo a las brasas porque realmente le quedan maravillosos y son los únicos que come mi madre y les aseguro que no es chiste. Su técnica es darlos vuelta constantemente con algunos aderezos, pero esa receta se las daré en otra oportunidad.
Mi viejo siempre ha sido bueno para la cocina. Si le da hambre se levanta a preparar unas ricas pastas con lo que encuentre. Siendo chicos nos despertábamos con los aromas que salían de la cocina. Entre sueños escuchaba un “ya negrito, levántate que hice unos ricos tallarines” y llegaba medio dormido a la mesa donde encontraba a mis hermanos comiendo felices pues a ellos los había despertado minutos antes con la misma dulzura que a mí. Muchas veces pensé que era un lindo sueño pero las risas me despertaban. Grandes recuerdos de la mano de mi padre.
Con estas pocas historias de mi familia los invito a saludar a sus padres este domingo, ya sea con un llamado o recordando con cariño algún momento feliz. También saludarnos a nosotros mismos, los que tenemos a nuestros propios retoños y por sobre todo a mi padre Luis Correa López a quien dedico estas palabras con mucho cariño y amor.
Como siempre les dejo una rica receta para que puedan celebrar junto a la familia y los que aman.
CARNE AL HORNO CON RATATOUILLE
Ingredientes (para 4 personas)
- 1k y medio de lomo liso
- 2 berenjenas medianas
- 2 zapallos italiano
- 3 cucharadas de aceite de oliva
- 2 cebollas: una blanca y una morada
- 1 pimiento rojo grande
- 6 dientes de ajo
- 3 tomates medianos
- 2 cucharadas de mantequilla
- Perejil fresco picado al gusto
- Tomillo fresco al gusto
- Albahaca al gusto
- Sal
- Pimienta negra molida
- 1 ramita de romero
Preparación
- Toma el lomo liso y colócalo en una bandeja con sal, unos tres dientes de ajo molido y una rama de romero. Cocina al horno por 1 hora y media a fuego medio, 180 grados.
- Lava la berenjena, zapallo italiano y tomate y córtalos de la forma que más te guste. En mi caso corte irregular. Colócalas en un sartén grande con aceite de oliva y 3 ajos picados finamente y déjalos cocinar a fuego sueve para que suelten sus caldos.
- Mientras se cocina la carne y nuestras verduras, corta las cebollas en pluma y el pimiento rojo en tiras. Incorpóralas a las verduras y agrega sal. A fuego fuerte agrega las dos cucharadas de mantequilla y también el tomillo, la albahaca y el perejil picado par darle sabor y aromas.
- Una vez que la carne esté con su costra, corta en medallones para que termine su cocción y quede al punto. Agrega sal y pimienta y deja en cocción por unos 15 minutos más.
- Emplata y disfruta de este plato tradicional. La guarnición puede ser servida como plato para quienes son vegetarianos pues es realmente deliciosa. La idea es compartir con la gente más querida pues el secreto de nuestra cocina es el amor que ponemos al preparar nuestros alimentos.
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