Por Paulina Cabrera C.
Entrar a la casa de Jorge Brantmayer es ver de cerca como la fotografía se ha tomado su vida. El amplio espacio de calle Román Díaz en Providencia, deja ver por todos los rincones focos, luces, fondos y un trípode gigante con manivela que se mezcla con obras de amigos artistas. Y es que, tal como se autodenomina, es el “fotógrafo del arte en Chile” y también uno de los grandes exponentes del retrato.
Cuando le preguntamos por su captura favorita, no lo duda un segundo y contesta: “la del pescado encadenado”. Se levanta de la silla, toma un libro del estante y nos muestra la imagen en blanco y negro de un pescado clavado en una pared, la metáfora de un prisionero en plena dictadura.
De la generación de Mauricio Valenzuela, y un poco después de la de Paz Errázuriz y Claudio Bertoni, se ha dedicado a registrar obras, performances y exposiciones, a dar clases de fotografía a estudiantes de arte y a igualar a través de un click al que tiene más con el que tiene menos, poniendo al mismo nivel tanto al exitoso como al marginal.
Es autor de las icónicas imágenes del disco Pateando Piedras de Los Prisioneros, esas en donde podemos ver a Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia caminando por las calles de San Miguel y en el Metro de Santiago. Y es quien está detrás de la gigantesca exposición que hasta este domingo se encuentra instalada en la fachada y en los patios interiores del Museo Chileno de Arte Precolombino, en donde podemos ver los rostros desafiantes de 58 personas, hombres y mujeres indígenas, chilenas y latinoamericanas, que viven en Santiago.
Con decenas de cámaras acuestas (nunca ha botado ninguna), testigo del cambio de la fotografía análoga a la digital, asegura que prácticamente cualquier persona puede ser retratada, es solo cosa de mirar bien y encontrar ese brillo en los ojos del otro, esa humanidad que nos hace reconocernos como iguales.
¿Cuándo fue la primera vez que tuviste una cámara en tus manos?
Mi papá sacaba fotos, así que en mi casa veía negativos, veía fotos y también ocupaba su cámara, pero lo que realmente me sorprendió de la fotografía fue cuando un día un primo mío me mostró el proceso de laboratorio, de sumergir el papel en el químico y ver como empezaban aparecer las imágenes. Esa cosa me fascinó. Debo haber estado en primero medio, 15 años más o menos.
¿Y por qué estudiaste arte primero y no fotografía?
Porque antes las escuelas de fotografía estaban más dirigidas a lo publicitario y a mí, me interesaba el arte y la pintura. Aprendía mucho más en una clase de pintura que de fotografía. En esta aprendía lo técnico, a usar la cámara, a medir la exposición y a componer, pero en las clases de pintura aprendías otras cosas, sobre la luz, el retrato, las posturas corporales, de la historia de los movimientos artísticos. Así que estudiaba arte de día y en la noche iba a la Escuela de Foto Arte cuando ésta estaba en Bellavista.
Precisamente una parte importante de tu trabajo se lo lleva el registro de obras artísticas, como lo de Arturo Duclos, Eugenio Dittborn y Samy Benmayor
Es que yo soy el fotógrafo del arte en Chile. Parte importante de la obra de Gonzalo Díaz, de los libros de Dittborn… los artistas me piden hacer las fotos. Tengo una colaboración con el mundo del arte, nuestro estudio es uno de los más solicitados por los artistas y las galerías de arte, para sus registros y para sus libros, porque tengo un ojo que tiene que ver con que me interesa el arte.
¿Y cómo separar el valor que tiene una pintura, del valor de tu fotografía?
La fotografía de una pintura tiene que ser un registro absolutamente neutro. En ese sentido lo que he aprendido es intentar que no hayan reflejos, ni brillos, que la reproducción de color sea la más correcta. Es distinto la reproducción de una pintura a un registro de una exposición o fotografiar una instalación artística donde me ha tocado encontrar una mirada para enseñarte ver la exposición.
Me imagino que dónde te sientes más cómodo es en los retratos
Sí, me gusta mucho hacer retratos.
Y tus candidatos a retrato tienen un brillo particular… ¿cómo escoges a una persona a retratar versus otra?
Es que no sé. El primer trabajo importante de retrato fue Cautivas el 2007 cuando fui a tomar fotos a la cárcel. Los fui fotografiando y hay muchas fotos que van quedando fuera. En la edición voy viendo los tipos de cara, pero es poca la gente anodina, si uno mira bien, encuentras brillo en cada uno de ellos. Si fotografías a Dittborn, a un ministro de Hacienda, son personas que tienen ya una carga cultural importante, son famosos… pero si tienes que fotografiar a alguien que no tiene una historia particularmente importante, gente que “no es nadie socialmente” o que está en el escalafón más bajo y lo tienes que levantar para que resalte su humanidad con dignidad, esa es otra tarea, mucho más bakana. Nunca me la propuse, ha ido saliendo en el camino.
En ese camino, te has encontrando con personas que no le gusta la foto, que han puesto resistencia
Ahí hay que convencer a la gente. Yo llevo mi fondo blanco a distintos lugares, veo la gente y les voy mostrando folletos de lo que he hecho y se van armando
Leí por ahí que te consideras tímido y que la foto era tu forma de acercarte a la gente
Sí, es que yo soy tímido, pero soy mirón. Mirar es una cosa que también es peligrosa hoy en día. Hoy en el Metro no puedes mirar a una persona demasiado rato, se puede considerar acoso. Hoy cuando venía vi una negrita que pensaba de dónde vendrá, de Puerto Príncipe, me pregunté cómo habrá sido su vida pero después dije no la voy mirar más pero le sonreí y me sonrío.
Lo que pasa es que el fotógrafo profesional tiene una parada, cuando tu agarras una cámara, te paras al frente se siente una cosa que se respeta un poco más. Antes de la fotografía digital, hacía mucha fotografía callejera, era más fácil porque no existían las redes, pero ahora le sacas una foto a alguien y altiro quieren saber dónde van a salir. A mí no me gusta que me saquen fotos…
Todos somos fotógrafos ahora, ¿qué piensas de este exceso de tomar fotos a cada momento con los celulares?
Fantástico. Encuentro que es lindo sacar fotos, fotografiar también es una forma de autoconocimiento. Descubres una forma de pensar, de mirar, te das cuentas que fotografías las mismas cosas, que hay un punto de vista, es es lo que trato de enseñar en mis clases, desarrollar una mirada.
Has hecho mucha foto de retrato, pero sin duda uno de tus trabajos más populares fue lo que hiciste con Los Prisioneros
Eso me lo encargaron porque estaba trabajando en una agencia que era del hermano de Carlos Fonseca, el manager de Los Prisioneros. Tenía que hablar con ellos y hacer las fotos pero no sabía cómo iba a resultar. Iba en mi auto a la casa de Jorge González, lo esperaba a que se vistiera, e íbamos a buscar al Tapia y al Narea. Fuimos a caminar por la feria, ahí salieron las fotos de las almejas, de los perros, después era una foto por Muevan las industrias y en mi auto fuimos camino al sur, las hicimos cerca de Rancagua. También hicimos fotos en el Metro, almorzando en el Burger Inn… eso era buena onda, Jorge González tenía una fuerza, era muy seguro de lo que quería… nos hicimos amigos.
Fue uno de los hitos importantes de tu carrera
Pero es porque son Los Prisioneros, porque también hice otras bandas como Valija Diplomática. Si no fueran Los Prisioneros el trabajo valdría “callampa”. No encuentro que las fotos sean tan soberbias, fueron populares porque eran ellos.
Esta semana es la última para ir a ver Amerindia, las gigantografías con los retratos que estás exponiendo en el Museo de Arte Precolombino. Cuéntanos de eso
Primero hice Cautivas, después Muchedumbre con los movimientos estudiantiles y después hice los migrantes para CorpArtes y una vez que terminé ese trabajo no sabía que iba hacer hasta que me llamaron del Precolombino que me ofrecieron hacer una exposición de archivo que ojalá tuviera relación con raíces indígenas. Pero me lo tomé en serio, no ocupé nada de archivo sino que entre enero y marzo fuimos por Huechuraba, La Pintana, Cerro Navia, Independencia y Recoleta a tomar fotos. Costó más que otros trabajos pero lo más bonito fue que hicimos una apuesta con el montaje y pusimos las 58 imágenes en grandes.
El museo se consiguió el financiamiento, y fue fantástico exponer hacia la calle, hacia la Plaza de los Tribunales y el ex Congreso, ver como esta gente mira con esa cara desafiante… pero ellos son así, yo los provoco un poco, pero los retratos duran 3 o 4 minutos. Lo interesante es que ocupo la misma luz, el mismo fondo blanco, el mismo esquema para que queden todos iguales, con la misma altura de hombro. Así lo hice por primera vez para Galería Animal donde puse una pitusa con una señora en situación de calle en un desayunado de Recoleta. Fotografiados en las mismas condiciones funciona súper bien esa mezcla.
¿Tienes algo en mente? ¿Qué falta por hacer?
No sé muy bien pero quiero hacer otras cosas, fotografiar más en contexto ir al sur e ingresar a las comunidades mapuches.